NV: 10

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—Cuéntame un poco de ti —sonrió cálidamente, mientras ambos disfrutaban un café en una de las cafeterías más exclusivas de la ciudad capital.

La joven morena sonrió y corrió su largo cabello lacio hacia atrás, dejando en evidencia un costoso collar de oro y diamantes rosas.

—Bueno, para empezar soy la hija del gobernador del distrito treinta y seis, allí la principal fuente de ingreso son los minerales, especialmente las piedras preciosas, cómo estos hermosos diamantes rosas. No suelo ver mucho a mi padre, ya que él vive allí para poder controlar todo y que los humanos comunes cumplan sus obligaciones.

Sirio asintió con la cabeza, antes de darle una mordida a su tarta de manzana, escuchándola.

—Soy la hija menor, la más consentida y mimada —sonrió divertida—. Para mis dieciochos, mi papá me regaló el último modelo de...

Dejó de hablar al ver que el rubio tomaba un trozo de tarta con las manos, y se lo llevaba a la boca. Observó a su alrededor y luego a él, con cierta molestia.

—Oye, mejor usa tus cubiertos ¿Sí? —le dijo en un tono incómodo—. Los animales comen con las manos, y en un lugar como este, está muy mal visto.

El rubio arqueó una ceja.

—¿Cómo me habías dicho que era tu apellido?

—Orpheliast.

—De acuerdo, un gusto haberla conocido, señorita Orpheliast —sonrió poniéndose de pie, antes de apoyar su mano disimuladamente sobre el sensor de la mesa, saldando la cuenta de lo que habían consumido—. Que tenga un buen día.

—¿Qué? No, no, espera, no quería ofenderte —pronunció arrepentida, poniéndose rápidamente de pie—. Lo siento, fue una estupidez lo que dije, puedes continuar comiendo tu tarta con las manos si quieres, a veces cuando me pongo nerviosa digo estupi-

—Incluso, señorita Orpheliast, un animal un tanto menos "evolucionado" que un humano regular, como lo es su raza, puede aprender a utilizar herramientas, y no por eso, es más valioso o vistoso ante alguien superior. Sólo, resulta divertido verlos imitar actitudes —sonrió.

—¿Qué?

—Que usted es como un cerdo con joyas jugando a ser un humano superior —sonrió.

—¡¿Qué carajos?! ¡¿Cómo me has llamado?! ¡¿Quien te crees que eres para-?!

—Que tenga buen día —le dijo con una suave sonrisa antes de retirarse, ignorando la gran cantidad de insultos que la morena seguía propinando.

Qué vanidosos seguían siendo ciertos humanos, más aún, después de lo que había sucedido.

Pero había que hacer algo al respecto, no podía existir tanta desigualdad entre los humanos, no era correcto.

***

Tenía exámen la próxima semana, y no podía distraerse con nada más, especialmente cuando era de matemáticas. ¡¿Por qué eran tan difíciles los cálculos?! Tantos números y letras a la vez ¿Qué necesidad? Y pensar que ella en el primario y secundaría se creía buena en matemáticas, hasta que...

Su corazón comenzó a latir rápido al momento de verlo, intentando calmar sus pulsaciones. ¿Era normal sentir aquello al momento de verlo? ¿Qué estaba haciendo allí después de todo? Le había dicho que no quería saber nada con él.

—Hola —sonrió levantando su mano—. Que bonitos se ven los árboles de ciruela en esta época del año, florecen dando una imagen única.

—Sí, se ven muy bonitos... ¿Qué haces aquí? —se animó a preguntar.

—¿Te parece si hablamos un poco de camino a tu casa?

—No creo que sea buena idea —murmuró.

—Tranquila, no te haré nada —sonrió.

Pero es que él no necesitaba hacer nada en realidad para alterarla.

La miró al escuchar aquel pensamiento y sonrió una vez más, de forma cálida.

—Entonces ¿Cómo está todo con tu familia ahora que regresó tu papá?

—¿Cómo sabes eso? —le inquirió con el ceño fruncido, comenzando a caminar uno al lado del otro.

—Ah, pues, puedo saber muchas cosas con sólo ver a una persona.

—Entonces sabrías perfectamente como está todo —pronunció con obviedad.

—Sí, es verdad, pero si hago eso de forma constante ¿Qué sentido tendría estar aquí en este cuerpo entonces? Estoy para experimentar la vida humana después de todo.

—Entonces vive como un humano, sin utilizar tus habilidades.

—¿Crees que será más interesante vivir sin saber quién soy y lo que puedo hacer? —sonrió divertido.

—Si realmente estás aquí para experimentar una vida humana, sí.

La miró en silencio unos segundos, viendo lo que realmente era ella.

—Si lo hiciera, y por algún motivo tuviera que volver a ser yo mismo, ¿Tú estarías ahí para ayudarme a regresar?

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

Se puso delante de ella y la tomó de las manos, apenándola.

—No tengo duda alguna de que tú eres el ser que vine a conocer en la Tierra, con quién experimentar mi existencia, y quién podría liberarme al momento de ser necesario. ¿Me ayudarías?

—¿P-Pero que dices? No puedes confiar algo así a alguien q-que no conoces.

—Te conozco más de lo que crees —sonrió, mirando sus hermosos ojos azules—. ¿Me ayudarás a regresar?

—¿Estás seguro?

—Tu alma es tan pura y transparente, que se siente... Familiar.

La rubia lo observó con cierto temor, y terminó por asentir levemente con la cabeza.

—E-Está bien, lo haré.

La miró por última vez a los ojos, con una sonrisa suave en sus labios.

—Sé que harás que mi estadía aquí, sea muy cálida y única, Ariadna. Ayúdame a volver.

—Espera, espera ¿Cómo se supone que debo ayudarte a-? ¡Ay, diablos! —exclamó al ver que el muchacho se desvanecía frente a ella, cayendo sin reparo alguno al suelo, ya que ella no tenía la fuerza suficiente como para sostenerlo—. ¡Ayuda, por favor!

Un grupo de estudiantes se acercó a ella en ese momento, mirando preocupados al joven rubio en el suelo.

¿Pero qué demonios le pasaba a ese tipo? ¿Cómo se suponía que lo iba a hacer recordar quien era? ¿Cómo lo iba a hacer regresar? ¡No le había dicho nada!

—Hay que llevarlo a la enfermería, con cuidado por favor —les dijo a los muchachos que lo tomaron, llevándolo hasta las instalaciones de la universidad.

No sabía nada de él, ni dónde vivía, ni que haría con él cuando despertara.

...

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