Nueva Especie

XXXVIII

La miró, apretando los dientes. Ella era mucho más baja que él, seguía igual de pequeña, más delgada que como cuando la había conocido por primera vez aquella noche, luego de escaparse.

Rose era tan diferente a Ileana, es por eso que había creído que ella era la mujer perfecta para crear su nueva familia. Pero se había equivocado una vez más.

—Llevo tu nombre, porque fuiste tú quien me nombró, quien me dió una identidad.

—Ya no hagas más daño, Adrián —le pidió suplicante—. Por favor, piensa en todos los niños que has creado, que ni siquiera saben lo que son, que están sufriendo. Los estás condenando a qué puedan ser encontrados por los mismos que te crearon a ti. ¿De qué va a servir si lo hacen?

—Tú no lo entiendes, Rose —le dijo serio—. Tú no sabes de lo que ellos son capaces de hacer, tú no tienes idea de lo que es vivir ese infierno. Y no pienso volver.

—Entonces no busques que te encuentren. Hacer tantos niños con capacidades diferentes, los terminará llevando a tí.

—¿Y qué se supone que haga, Rose? Dime ¿Quedarme contigo? ¿Jugar a la familia feliz hasta que muramos? ¿Fingir que soy un patético humano más? No, eso no es para mí.

—Y en tu mundo perfecto de seres como tú ¿Qué se supone que hagan entonces? ¿Probar día a día quien es más fuerte? ¿Matarse unos a otros? ¿Vivir como unos completos animales salvajes? Porque eso es lo que serían, Adrián, sin sentido de la culpa y la empatía ¿Qué les impediría armar revueltas diariamente?

Desvió la mirada y luego se alejó de ella, pasándose una mano por el rostro.

—No puedo pensar en este momento, ni quiero hablar de eso contigo. Tú jamás lo entenderás, ni vivirás para entonces.

—En el fondo, sólo eres un hombre que no ha recibido más que maltratos, es todo lo que has conocido, pero si tú-

—Deja de autocompadecerte, Rose —gruñó—. Soy lo que soy y ya, no intentes analizarlos. Yo no soy como el imbécil de tu hijo.

—Creo que tú simplemente sientes celos de Kyle, porque es lo que te hubiese gustado tener de niño... Una madre que te amara y protegiera ante todo.

—¿Pero que dices? —rio divertido, antes de tomarla del cuello, sin apretarlo ni hacerle daño—. Amarlo puede ser ¿Pero protegerlo? Solo diez segundos me llevaría quebrarte el cuello. Tú jamás podrás proteger a esos niños, no eres nada.

Apoyó ambas manos sobre la muñeca de él, mirándolo a los ojos.

—Hazlo entonces ¿Qué te impide hacerlo? Si tú no sientes culpa después de todo.

La miró fijo a los ojos, apretando los dientes, sintiendo tanta rabia.

—Fuiste especial para mí —gruñó agachando su cabeza, acercando su rostro al de ella—. Fuiste la primera en todo para mí, no abuses de ese privilegio.

—Eso quiere decir que s-si puedes sentir, Adrián —susurró con lágrimas en los ojos.

—Por supuesto, sé muy bien lo que es el placer, disfruto del sexo.

Ella negó con la cabeza y él la soltó, fue entonces que Rose acortó la distancia que había entre ellos, tomándolo por sorpresa.

Probó suavemente sus labios, apoyando una de sus manos en su pecho y la otra en su mejilla, antes de sentir que Adrián le correspondiera, tomándola del rostro con ambas manos.

La respiración de la rubia se volvió irregular, y sintió como él descendía sus manos sobre su cuerpo, devorando su boca.

Lo separó en ese momento, agitada.

—N-No, yo... No sé porqué lo hice —susurró mirando hacia abajo.

La tomó del rostro para que lo mirara, observando los ojos brillantes de ella, maldiciéndola.

—¿Por qué estás empecinada en hacerme sentir? —le inquirió en un tono bajo.

—Porque el amor no es algo malo, Adrián —le dijo con lágrimas en los ojos—. Yo sé que tú amaste a nuestra hija, y no tienes idea de la falta que le has hecho a Ariadna... Ella te necesita mucho.

—¿Estás haciendo esto por ella?

Negó con la cabeza, sollozando.

—Tú más que nadie sabe que mi vida humana es muy frágil, quiero tener la certeza de que si algo me pasa, habrá alguien quien cuide de mis hijos.

—O sea, estás haciendo todo esto por ellos, no es porque tú tengas sentimientos por mi tampoco, es sólo porque-

Lo tomó de una de sus manos y la llevó a la frente a ella, cerrando los ojos.

"—Rose, los resultados de tus análisis son alertadores, volveremos a repetirlos y en caso de dar nuevamente lo mismo, tendremos que complementarlos con otros, y comenzar con el tratamiento cuánto antes.

—¿Q-Qué quiere decir, doctor? ¿Qué se supone que tengo?

—Por tus síntomas y los resultados arrojados por este estudio, puede ser leucemia."

Adrián quitó su mano de la frente de ella y la observó aturdido.

—¿Cuándo comenzaron los síntomas?

—Hace unos meses comencé a notar que me sentía muy cansada, bajé mucho de peso, comenzaron a salirme moretones, y yo no recordaba el haberme golpeado. Y fui a hacerme ese análisis porque un día me desmayé en el trabajo, a veces siento mucho dolor en los huesos —pronunció afligida.

La miró a los ojos, sin poder aún procesar lo que estaba ocurriendo.

—Necesito que alguien cuide de mis hijos cuando no esté —le dijo con lágrimas en los ojos—. Y tú eres su papá, Adrián.

...