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"¿Dónde es que se encontraba? Era la primera vez que estaba en un lugar como aquel. Con cierta desconfianza, decidió caminar un poco, observando que se encontraba en lo que parecía ser el patio de alguna casa, ya que la residencia estaba al fondo de la misma.

Intentó sentir alguna presencia, pero al parecer, no había nadie cerca.

Era un día precioso, no hacía mucho calor, y la brisa cálida se sentía muy bien sobre su rostro, incluso el sol no resultaba molesto. El cielo se veía tan celeste en ese momento.

Vio salir a una mujer castaña de la casa, cargando un canasto con ropa y algo extraño sintió dentro del pecho. La jovencita dejó el canasto en el césped, y al momento de tomar una prenda y ponerse de pie, vio que tenía levemente abultado el vientre.

¿Quién era ella?

Por inercia, caminó hacia ella lentamente, observando como la muchacha continuaba colgando la ropa, ajena a la presencia de él.

La castaña se giró en ese momento, cuando él estaba a muy pocos metros de ella, y su expresión fue una de sopresa al verlo, antes de sonreír.

—Amor ¿Qué haces aquí?

La miró confundido, intentando recordar si la conocía o no.

—Áaron —pronunció preocupada, apoyando una de sus manos en su mejilla—. ¿Qué ocurre?

—Esto es un sueño ¿Verdad? No, de seguro eres el producto de un experimento del laboratorio.

—Amor ¿De que estás hablando? No-

La tomó del cuello, apretándolo con fuerza.

—No dejaré que nadie me controle de ningún modo.

—S-Suéltame, no... N-No puedo-."

Se despertó de golpe, agitado, y abrió sus ojos, mirando el techo de su habitación. Se sentó en la cama y observó que estaba apretando con fuerza las sábanas bajo sus manos.

¿Qué mierda había sido aquello? Recuerdo no era, y un experimento de Jaden tampoco, ya que actualmente él se encontraba muy lejos.

Tal vez... Simplemente había sido un sueño extraño.

Un sueño que de había sentido muy real.

***

—Ma, ma.

Rose se giró y sonrió al ver que Elías se había terminado su almuerzo y le señalaba el plato.

—Te comiste todo, mi amor, muy bien —sonrió con ternura, acercándose a él para limpiarle las mejillas—. Cada días más grande y guapo, mi bebé.

—Más, mamá.

—¿Quieres más? —preguntó divertida, antes de reír—. Cariño, te dolerá la pancita.

—Eso es lo de menos, terminará hecho una bola de grasa —pronunció Adrián entrando a la cocina.

—Deja de decir estupideces, y más aún en frente del niño —le advirtió molesta Rose, tomando de la olla un trozo de calabaza y papa para hacerle un poco más de papilla al bebé.

Adrián rodó los ojos y luego se sentó frente a su hijo, observando al bebé. Era... Tan humano, que le resultaba imposible creer que fuera su hijo.

A menos que aceptara lo que habían visto en los recuerdos de Jonathan.

—Ma, mamá.

—Ya mi amorcito, ya casi termino.

El bebé se quejó molesto y tomó el vasito con agua con ambas manos, tomando un poco mientras esperaba que la rubia terminara.

—Mira los brazos que tiene ese niño ya, Rose, está muy gordo, deja de alimentarlo de ese modo.

—Es un bebé, Adrián.

—No, no es un bebé, es un niño de dos años ya.

—Es un bebé. ¿Por qué mejor no te buscas algo que hacer? O vete a dar una vuelta.

—No tengo ganas —le dijo desinteresado, apoyando su cabeza sobre sus manos, viendo como Rose le dejaba el plato con puré en frente de Elías.

Y como el niño comenzaba a degustarlo gustoso. A esa criatura le apasionaba comer como un cerdo.

Rose miró molesta a Adrián en ese momento y él le dedicó una mirada confusa.

—¿Qué pasa?

—Escuché lo que dijiste.

—¿Eh? Yo no dije nada, ni abrí la boca.

—No mientas, Adrián, te escuché claramente decir que Eli come como un cerdo.

Abrió los ojos sorprendido, antes de reír.

—Yo nunca lo dije, sí lo pensé. Al parecer, mi sangre está teniendo otro tipo de efectos en tu cuerpo, además de curarte del cáncer.

—¿Q-Qué?

La observó con diversión, sin perder la posición en la que estaba.

"—Ya que ahora podemos comunicarnos así, ¿Qué te parece si te cuento todo lo que me gustaría hacerte?"

Rose lo miró perpleja, parpadeando atónita.

"—Como besarte el cuello hasta que te mojes completamente. Sé que te gusta mucho eso, que devore tu cuello mientras te acarició suavemente entre los labios, antes de-"

—¡Cállate! —exclamó apenada, arrojándole un trozo de pan en la cara, haciéndolo reír—. Eres un estúpido ¡Sal de la cocina!

—Me encanta cuando finjes que eres tierna e inocente —sonrió—. Pero ambos sabemos muy bien como hicimos a nuestros dos hijos. Y tú no eras para nada una santa, Rosie.

El rostro de la rubia estaba completamente rojo y abrió la puerta de la cocina.

—Vete, a-ahora, no quiero verte aquí.

—Claro ¿Te espero en la cama? —sonrió poniéndose de pie, caminando hacia ella hasta pasar por su lado y susurrar divertido—. ¿O prefieres en la ducha? Ambos tenemos buenos recuerdos de ahí, Kyle es el producto de eso.

...

Nueva Especie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora