VII

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Sabía que estaba cerca, ya no eran contracciones comunes, porque el dolor era diferente. Cómo pudo salió de la cama, intentando respirar como había visto por videos.

Estaba completamente sola, en una casa alejada de los demás. Su vecino más cercano estaba a un kilómetro de allí.

Los últimos días había estado preparando todo para la llegada del bebé, toallas limpias y desinfectadas, al igual que la tijera que usaría para cortar el cordón umbilical del niño.

Supuestamente él estaba conectado con el niño, hasta había tenido la esperanza de que apareciera en el momento del parto... Pero al parecer no lo haría.

Después de todo, a él no les importaba.

Volvió a la cama y colocó una toalla, recostándose sobre ella. Las contracciones eran cada vez más seguidas, no sabía cuánto duraría su parto, sólo que el niño ya estaba listo para nacer.

***

Qué molesto que era aquello en su cabeza, ya le estaba causando jaqueca.

¡Y ya, maldita sea! Ya había entendido que estaba por nacer, pero eso a él no le interesaba. Las humanas daban a luz todo el tiempo, no era una rareza, era natural en ellas, eran hembras después de todo.

Rose podría hacerlo sola, no necesitaba que él estuviera allí.

Qué feto más insistente y estorbo, no había parado en todo el día en darle señales de que ya estaba viniendo.

***

No, no estaba funcionando, por algún motivo el bebé no podía nacer, y ella ya no soportaba más los dolores. Estaba completamente sudada y agitada, sin fuerzas hasta para moverse.

¿Por qué no nacía? ¿Qué estaba haciendo mal?

Observó la puerta del baño, y como pudo salió de la cama, caminando con pasos lentos y tortuosos hasta él. Quizás, él necesitaba agua para poder venir al mundo.

Llegó hasta la ducha y abrió el grifo, sentándose en el suelo para que el agua mojara principalmente su vientre.

—Y-Ya no puedo más, Kyle —jadeó agotada—. D-Debes n-nacer... Ahora.

Su vientre se iluminó de ese modo que solía ocurrir cuando el agua lo tocaba, y sintió alivio en la zona de su pelvis, en su espalda baja principalmente, y como el niño se ubicaba en el canal de parto.

Cerró los ojos, apretando los dientes, y comenzó a pujar a sentir la contracción. Al parecer, esta vez sí nacería. Se tomó del borde de la ducha, dando varias respiraciones profundas, antes de volver a pujar, sintiendo como la cabeza del niño lentamente iba saliendo.

Miró su entrepierna, sollozando de felicidad. Lo estaba consiguiendo, su bebé estaba naciendo.

Volvió a pujar con la próxima contracción, y con algo de dificultad el niño logró sacar la cabeza. No podía inclinarse hacia adelante para tomarlo, no podía ayudarlo para sacarlo.

Si tan sólo estuviese alguien con ella para ayudar a su bebé.

Cerró los ojos y volvió a respirar profundo, pujando con todas sus fuerzas con la siguiente contracción, sintiendo al pequeño salir de ella fácilmente luego de sacar los hombros.

Lo escuchó llorar, sintiéndose exhausta. La vista la tenía borrosa, y sentía que le faltaba el aire, que podría desmayarse allí mismo.

—Kyle —susurró débilmente.

No, no podía perder la consciencia en ese momento, su bebé la necesitaba, el agua estaba corriendo, podía ahogarse si ella no lo tomaba en ese momento. Además, aún tenía el cordón, debía cortarlo.

Exclamó en voz alta al sentir nuevamente contracciones, confundida. ¿Qué demonios debía seguir expulsando? Apretó los dientes entre sí, al sentir que debía pujar, y lo hizo, sintiendo como algo salía de ella, y luego un líquido tibio escurriéndose.

Temblando, se tomó de los bordes de la ducha y se sentó, viendo que era la placenta... Era verde azulada. Sus ojos se desviaron hacia el pequeño que estaba entre sus muslos, y se cubrieron de lágrimas.

—K-Kyle —murmuró tomándolo en brazos, acercándolo a su pecho—. Pequeño, ya estamos juntos, ya podemos conocernos.

***

Lo observó dormir junto a su pecho, mientras se alimentaba. Era la primera vez que veía a un recién nacido, no sabía cómo eran ellos. No sabía si su respiración acelerada era normal, al igual que su corazoncito que latía muy rápido.

No sabía si era normal que durmiera tanto, había tanto por aprender sola.

Le acarició suavemente su cabello, sonriendo. Era un rubio precioso, el bebito más lindo que hubiese visto jamás.

—Mi pequeño perfecto —murmuró inclinándose hacia él para besar suavemente sus mejillas, su frente, escuchándolo quejarse y acurrucarse contra ella—. Te amo mucho, no lo olvides jamás, Kyle, mamá te ama y eres perfecto.

...

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