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—Hola, buenas tardes, mi nombre es Sirio Berylus ¿cómo puedo ayudarte?

Kyle observó al muchacho serio, sin inmutarse realmente ante él.

—¿Quién se supone que eres?

—Vengo de un lugar bastante alejado, estaré unas semanas ayudando a la familia hasta que regrese Áaron, que según me han informado, es tu hermano ¿Verdad?

—No eres como nosotros ¿cierto? —le inquirió Kyle ignorado lo que el rubio había dicho.

Sirio lo miró y luego sonrió, antes de negar con la cabeza.

—No, no lo soy, tampoco soy uno de tus hermanos. ¿Quieres tomar asiento? Creo que será más ameno para ti hablar de ese modo.

Kyle se sentó en frente de él y el rubio volvió a sonreír.

—Imagino que has de tener muchas preguntas, y sobre todo, desconfianza. Es normal, estás en frente de algo que no conoces.

—Sólo quiero conocer tus intenciones.

—Al igual que tú, estoy para ayudar, nada más —sonrió.

—Lo dudo mucho siendo una creación de Jaden.

—Kyle, entiendo tu enojo, en verdad lo hago, pero hay que algo muy importante que tú debes entender. Los humanos son animales que necesitan ser controlados y regulados, no están preparados para goberbarse solos. ¿Y sabes por qué? Porque no sólo han sido un peligro para su especie, sino también para todas las demás con las que conviven. Se han perdido miles de especies a lo largo de la historia gracias a ellos. Y esto, la Tierra como tú la conoces, es...

Lo miró y negó con la cabeza, sonriendo levemente.

—Creo que esa información es irrelevante para ti, pero lo que debes entender, fue que esto era necesario.

—Asesinaron millones de personas, niños entre ellos ¿Qué me puedes pedir que entienda? —masculló.

—Fue necesario para un bien común. Ahora los humanos que han sobrevivido, viven todos en iguales condiciones, con los mismos derechos y beneficios.

—Hay humanos privilegiados aún ¿o tú no tienes idea de las colonias?

—Todos tienen los mismos derechos y beneficios —repitió—. No importa si viven en la ciudad o en granjas, comen lo mismo, usan las mismas ropas, duermen-

—Eso no es verdad, la desigualdad sigue existiendo —lo interrumpió con molestia—. Esa utopía que tú manifiestas, no existe.

—Quizás no se ha implementado en todo el mundo aún, pero en la última colonia donde estuve, sí —sonrió—. Es por eso que estoy aquí, para ayudar en el orden e igualdad para todos.

Kyle negó con la cabeza.

—No te creo nada, fuiste una creación de él, nada bueno puedo venir de Jaden. Dime qué eres y qué quieres en realidad aquí.

Sirio observó al castaño y sonrió, poniéndose de pie para ir hasta su asiento y pararse en frente de él. Cuando Kyle intentó levantarse, se lo impidió, apoyando una mano sobre su hombro.

—No, no, quédate quieto aquí, esto podría marearte un poco.

—¿Eh? ¿Qué cosa?

—La repuesta a tu pregunta —sonrió, apoyando su mano sobre la frente y cabeza de Kyle.

El castaño frunció el ceño con molestia y antes de poder decir algo, sintió un fuerte mareo que lo hizo cerrar los ojos, y como todo a su alrededor comenzaba a girar. Era una sensación vertiginosa horrible, que ya comenzaba a causarle náuseas.

—Abre los ojos, Kyle —pronunció una voz extraña masculina.

Al momento de hacerlo, se encontró en un lugar oscuro y frente a él estaba la figura brillante y luminosa de un hombre. Su luz era tan brillante, que le impedía poder verlo, realmente sentía que podía cegarlo.

Por lo que bajo levemente la cabeza y desvió la mirada, entrecerrando los ojos.

—El resultado será el mismo, no puedes mirarme realmente —le dijo con calma—. Esta es mi verdadera forma, energía pura en toda su naturaleza, fuente de vida y creación. Antes de todo lo que tú conoces, existíamos nosotros.

—¿Qué se supone que eres? —preguntó apretando los párpados, sintiendo que su resplandor comenzaba a quemar.

Esa luz brillante, aún con los ojos cerrados, le estaba causando jaqueca.

—Lo mismo que tú y tu especie serán en algún momento, cuando hayan alcanzado su evolución. Kyle, no compliques tu frágil mente en algo que no puedes comprender, sólo entiende que eres parte de todo, y todo es parte de ti. No cuestiones el porqué de lo ocurrido, es así como debía ser. Ni todos los que murieron eran culpables, ni eran inocentes.

—M-Murieron de formas horribles e injustas —jadeó.

—Aún no comprendes que están aquí para aprender y seguirán estándolo hasta que lo hagan.

—¿Qué?

—Fin de la comunicado.

Volvió a sentir esa sensación terrible de vértigo, zumbando sus oídos, que cuando volvió en sí, cayó al suelo arrodillado, antes de vomitar.

Sirio lo observó y sonrió.

—Lo siento, mi luz puede ser muy brillante a veces.

El castaño levantó la cabeza, agitado, y lo miró.

—¿Q-Qué... vas a hacernos?

—Sí que eres terco, muchacho —rio bajo—. Ya te lo dije, sólo estoy para ayudar.

...

Nueva Especie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora