XIV

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Entró a la habitación suavemente, sin realizar ruido alguno, y los observó a ambos dormir. A Kyle tendría que causarle un sueño profundo, y a Rose se la llevaría sin esfuerzo alguno. Controlar su mente era lo más sencillo que había.

Durmió a Kyle apoyando una de sus manos en su frente por unos segundos, y al momento de tomar a Rose en brazos, ella abrió los ojos, mirándolo asustada.

—Sh, tranquila, quiero hablar contigo.

—¿P-Por qué me estás sacando de la cama?

—Para poder hablar tranquilos.

Salió de la habitación con ella, y Rose no dejaba de mirarlo asustada. ¿Iba a volver a violarla?

—No —respondió a su pregunta—. La próxima vez que lo hagamos, tú misma me lo pedirás.

—¿Puedes bajarme? Puedo caminar por mi propia cuenta.

La bajó suavemente y luego lo observó.

—¿De qué quieres hablar?

—Creo que debería tener un nombre.

—Sí, pienso lo mismo.

—¿Cómo podría llamarme?

Rose lo observó, sin saber cómo sentirse en ese momento. ¿En serio la había ido a despertar sólo por eso? ¿En medio de la madrugada?

—¿Crees que es una estupidez elegirme un nombre? —le inquirió frunciendo el ceño.

La rubia se tomó de la cabeza, mirándolo molesta.

—¡No te metas en mi cabeza! No está bien que lo hagas.

—¿Por qué no? Es una forma de conocer verdaderamente a un humano.

—Porque eso no se hace, es atrevido, descortés.

—En el laboratorio donde me crearon era normal, incluso me obligaban a hacerlo para el gobierno.

Rose lo observó con el ceño fruncido, completamente confundida.

—¿Cómo hacías eso?

—Le inyectaban un poco de mi sangre, y mis células en el cuerpo del individuo, me daban la información.

—Entiendo... Pero ya no estás más en el laboratorio, ni bajo el control de ellos. No es necesario que sigas leyendo las mentes, y mucho menos la mía.

—No puedo prometerte que no lo seguiré haciendo, pero eso es irrelevante ahora. ¿Me ayudarás a escoger un nombre?

—Yo creo que podrías llamarte como más gustes —le dijo en un tono incómodo, tomándose uno de sus brazos.

—No quiero un nombre cualquiera, quiero un nombre especial. ¿O acaso tú le elegiste al azar el nombre a Kyle?

—No, y aunque no tiene un significado especial, fue porque me gustó.

—Eso mismo quiero, que me des un nombre que te guste.

Lo miró, incrédula. ¿Por qué estaba actuando de ese modo?

—Am... ¿Adrián?

—¿Es un nombre especial para tí?

—No lo sé, pero me gusta.

—De acuerdo, entonces ahora me llamaré Adrián —sonrió.

Rose asintió con la cabeza y luego miró disimuladamente la puerta de su habitación.

—¿Eso era todo? Me gustaría volver a la cama.

No, eso no era todo, porque quería que ella pasara tiempo con él, que le enseñara lo que era el amor, amar, y Rose lo único que hacía era evitarlo, huir.

Y sí, lo justificaba por lo que había ocurrido, pero ya está, no había vuelta atrás, ni tenía sentido quedarse en el pasado.

—Claro, puedes irte —pronunció en un tono indiferente.

No sabía cómo, pero haría que ella se interesara en él.

***

Estaba preparando la merienda, mientras Kyle tomaba una siesta. Lo había bañado minutos antes al pequeño, luego de darle el pecho, por lo que ahora dormía a gusto.

Luego lo despertaría, mientras tanto lo dejaría dormir tranquilo. Especialmente porque Adrián no estaba, había salido al medio día y aún no regresaba.

Cortó algunas frutas en un tazón, y luego se encargó de exprimir jugo natural de naranja, mientras preparaba unos sandwiches y los tostaba.

Escuchó la puerta principal abrirse, y vio que se trataba de él que había regresado, con varias bolsas de compras.

—Rose, ven, ya que estás en la cocina, lleva estos víveres.

La rubia asintió con la cabeza y fue hasta él, tomando unas tres bolsas.

—¿Puedes?

—Sí.

—Hay helado en una de ellas, guárdalo para la cena.

—Oh, de acuerdo —sonrió.

Hacía tanto tiempo no comía un helado, el dinero era escaso en su hogar, y lo utilizaba para comprar la comida y cosas para Kyle. Ahora que Adrián vivía con ellos, es que estaban comiendo mejor.

—Cuando termines de guardar eso ven.

Ella asintió con la cabeza, y unos minutos después regresó a la sala, con Kyle en su coche de bebés.

—Traje algunas cosas para tí, llevo como una semana viviendo aquí, y siempre te veo con la misma ropa prácticamente.

—No tengo ropa aquí, y guardo dos mudas de ropas para cuando debo salir a entregar los pedidos de tejidos.

—Tú siempre vistes igual, pero Kyle no.

—Porque a Kyle sí le he comprado ropa —sonrió, acariciando el cabello de su bebé—. Él jamás ha pasado por necesidades.

—Lo veo, es por eso que te he traído cosas para tí. Fíjate si te van.

Ella fue hasta las bolsas, y comenzó a sacar playeras, vestidos, camisetas, pantalones, calcetines, zapatillas... Perfumes, maquillajes.

Levantó la cabeza y lo observó con cierta confusión.

—Adrián ¿De dónde has sacado todo esto?

...

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