Escuchó una dulce melodía ser tarareada por una mujer, y ya sabiendo a quien vería, continuó caminando, hasta encontrarse con una puerta entreabierta. Se asomó por ella, y en el interior estaba la joven castaña, acurrucando contra su pecho a un pequeño bulto blanco.
Se acercó a pasos lentos a ella, y observó sobre su hombro a un pequeño bebé de cabello rubio, durmiendo plácidamente.
—Se acaba de quedar dormida —sonrió—. Estaba muy inquieta, creo que no podía dormir, pobrecita.
Miró a la niña y luego a la joven madre, comenzando a desesperarse al no poder sentir ni entrar en la mente de ninguna de las dos.
—¿Debes ayudarme?
—¿Con qué, amor? —le inquirió curiosa, mirándolo.
—Necesito saber tu nombre.
—¿Qué?
—Tu nombre, cuál es tu nombre.
Su mirada lució confusa, antes de cambiar por una expresión de tristeza.
—¿De nuevo volvieron las lagunas mentales?
—¡Sólo dime tu maldito nombre!
La niña se despertó por los gritos de él, y comenzó a llorar, por lo que la castaña se puso de pie y le acarició suavemente la espalda, mirándolo molesta.
—¿Qué parte de que no podía dormir no entiendes? ¿Qué demonios pasa contigo, Áaron?
La tomó del cuello, asustándola.
—Dime tu maldito nombre ahora —gruñó.
—Á-Áaron.
—¡Hazlo!
Sus oídos comenzaron a zumbar, y antes de poder reaccionar, despertó una vez más en su habitación.
—¡No puede ser! —exclamó con rabia, saliendo de la cama.
Buscó su ropa para vestirse rápidamente, y salió de la casa, subiéndose al auto. Necesitaba repuestas, aquella situación y esos "sueños" lo estaban alterando.
Condujo como un completo maniático hasta las instalaciones de Jaden, llegando en menos de veinte minutos. Bajó del auto, y entró sin problema alguno, ignorando a los humanos que amablemente lo estaban saludando.
Claro, después de todo, ellos ni sabían lo que ocurría ahí adentro.
—Áaron ¿Qué ocurre? Tu actitud no ha sido la correcta, sabes que debes ser amable con los humanos.
—¡Me importa un carajo eso ahora! —exclamó con rabia—. ¿Por qué estás jugando con mi mente? ¡Estoy haciendo todo lo que querías!
—No estoy en tu mente de ningún modo.
—Eso es imposible, porque llevo tres malditos meses soñando con una mujer que jamás había visto en mi puta vida.
—Quizás sea tu madre, estabas en su vientre cuando murió, físicamente, no sabes cómo ella era.
—Estoy soñando con una mujer con la cual estoy comprometido —masculló.
Jaden lo miró curioso, antes de comenzar a caminar por su oficina.
—¿Y siempre es la misma? ¿Cómo es físicamente?
—Es siempre la misma, es una mujer de unos veinte años, de cabello castaño y lacio, ojos azules, un metro sesenta y cinco, unos sesenta kilos, y piel clara.
—Hm ¿Y en qué contexto la vez en tus sueños?
—Es como si viviéramos juntos.
—¿Y es humana? ¿Puedes sentirla?
—No, no sé lo que es y tampoco puedo sentirla.
—Déjame ver —le dijo acercándose a él, para colocar sus manos a los costados de la cabeza de Aarón, sosteniéndola.
El muchacho cerró los ojos y Jaden entró a su mente, observando lo que había en sus recuerdos, desde el momento en que su ser tomó consciencia en el vientre de su madre, hasta los últimos segundos que había estado hablando con él.
Y no, no había recuerdo de ninguna mujer castaña, no había recuerdo de ningún sueño.
—En tu mente no hay nada.
—Eso es imposible, hoy la soñé y vine directo aquí.
—Pues no hay nada —le dijo con simpleza—. O estás mintiendo, o simplemente es un sueño que tu mente consideró irrelevante. Y tú deberías hacer lo mismo —pronunció quitando las manos—. Naciste de una humana, los humanos tienen sueños, como tú no sabes que es eso, quizás por eso te alteró tanto tenerlos.
Áaron lo observó frustrado y murmuró un lo que sea, antes de marcharse... Él sabía bien que no era un maldito sueño, él era consciente, era real.
***
Estaba solo, sentando en la galería de su casa, mirando hacia la nada. Era de madrugada, y él una vez más no podía dormir... Era como si algo le faltara, se sentía tan vacío.
—¿Qué haces aquí? —le inquirió Rose asomándose por la puerta.
Se había despertado junto con Elías, y luego de hacer dormir al niño, le había llamado la atención ver a Adrián solo afuera, cuando ella salía de la cocina.
—Nada realmente —pronunció bajo.
Salió de la casa, y se sentó junto a él en el suelo, mirando el cielo también.
—Puedes hablar conmigo si quieres.
—A veces me impresiona con la naturalidad que tú aceptaste todo, Rose. Un día te despertaste, supiste que estabas embarazada sin recordar de quién, comenzaste a huir por ser perseguida, abandonaste a tu familia y la perdiste, me conociste a mí, quedaste embarazada nuevamente, y... Tú ahora estás aquí sentada conmigo, diciéndome que puedo confiar en tí.
—Adrián ¿De qué serviría recriminarte el pasado? ¿Qué consigo martirizándome con lo que ocurrió? No puedo cambiar nada, lo hecho, hecho está.
—Sigues siendo muy piadosa, Rose.
—Me salvaste la vida cuando los médicos sólo me habían dado un mes de vida máximo. Yo estoy en deuda contigo. Me permitiste vivir más tiempo junto a mis hijos.
Giró su cabeza y la observó, fingiendo una sonrisa.
—¿Quieres saldar el favor para no deberme nada?
—Depende de lo que me pidas.
—Nada que no te guste, Rosie —sonrió travieso.
...
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Nueva Especie
Short StoryÉl sabe que es el único de su especie, que debe reproducirse antes de que lo atrapen. Los humanos no volverán a capturarlo, no volverá a ser su esclavo, su especie prevalecerá a la humana.