XVIII

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Los meses habían pasado, y la panza de Rose estaba más grande ya. Tan grande que a Kyle le impedía dormir tan cerca de su madre como quería.

Esa niña lo alejaba de su mamá, y para ella ya no era cómodo que el niño durmiera encima de su pecho, ya que le dificultaba respirar.

Lo único positivo, es que faltaba menos para que la niña naciera, y si su padre era un tipo de palabra, se la llevaría.

"Oye ¿Tú por qué me detestas?"

Kyle miró el vientre de su madre, mientras Rose tejía unos escarpines para la bebé.

"La respuesta es muy sencilla, tú ni deberías de existir, fuiste el producto de una violación."

"¿Pero acaso tú también no eres el producto de una?"

Kyle frunció el ceño, molesto.

"Sí, pero tú concepción y la mía son completamente diferentes."

"No creo que deberías odiarme, yo al igual que tú sólo soy el producto de nuestro progenitor. No es como si yo hubiese deseado ser concebida en estás condiciones."

—Ma, ma, mm —le dijo alzando sus brazos, para que Rose lo tomara.

La rubia lo observó y sonrió, dejando de lado el tejido para tomarlo en brazos y darle un suave beso en la frente.

—¿Qué ocurre, amor? ¿Tienes sueñito?

—Sí —murmuró abrazándose a ella.

Con algo de dificultad se puso de pie, y caminó lentamente por la sala, acariciándole el cabello y la espalda.

—Duerme, hijo, mamá está aquí contigo.

Era muy estúpido sentir celos de su hermana, pero no le agradaba la idea de tener que compartir el amor de su madre. Eran ellos dos contra el mundo, desde el momento en que había sido concebido, y ahora Rose... Le hablaba y acariciaba su panza con ternura.

Ella comenzaba a sentir amor por la bebé, y eso a Kyle no le gustaba.

La pequeña se movió dentro de su vientre, y Rose sonrió, apoyando una de sus manos en el costado del mismo.

—¿Tienes hambre, pequeña? En un momento iremos a comer.

Kyle abrió los ojos al escuchar aquello, y movió sus pies, pateando el vientre de Rose.

—Hijo, despacio, cariño, si haces eso le pegas a la bebé, ¿Recuerdas que mami te explicó que en la panza tiene a tu hermanita? Debes ser gentil.

—Mala —le dijo pateando.

—¿Cómo que mala? No amor, tu hermanita es buena, como tú.

—No, mala —repitió molesto.

La rubia se sentó en el sillón donde antes estaba tejiendo, y sentó a Kyle sobre sus muslos, quien lo observaba molesto.

—Kyle, mamá tiene un bebé en la panza, una niña —habló despacio, con cuidado—. Y es tu hermanita, y tú debes ser bueno con ella, gentil.

—No, mala.

—¿Por qué dices que es mala? Ella es buena como tú ¿Lo entiendes? —sonrió, acariciándole suavemente el cabello y la mejilla—. Debes quererla también.

—No, mala papá.

—Claro que no, Kyle, ella no es mala como tú papá, cariño.

"No seas mentiroso tampoco con ella, yo no soy mala."

"Lo eres por ser hija de él."

"Pero tú también eres hija de él, imbécil."

Kyle observó la panza su mamá molesto y le pegó con ambas manos.

—¡Kyle! Eso no se hace —le dijo seria Rose, frunciendo el ceño.

Los ojos del niño se cristalizaron y rápidamente comenzó a llorar. Rose lo abrazó a ella, acariciándole la espalda... No sabía cómo haría para lidiar con los celos del bebé.

—No quería gritarte, lo siento, pero eso no se hace, hijo. No lo vuelvas a hacer ¿De acuerdo?

***

—¿Qué haces?

—Preparo las cosas para el nacimiento de Ariadna —le dijo mientras armaba la cuna de la niña.

Rose lo miró sorprendida, viendo como terminaba de atornillar uno de los laterales de la cuna, tomando un nuevo tornillo para el lado opuesto.

—¿Pero por qué en tu habitación?

—Porque ella dormirá conmigo.

—Creo que ya habíamos hablado de eso, Adrián.

—Ajá, y tu hijo no la querrá cerca tuyo, y como tú le das todos los gustos y caprichos, harás lo que él te pida. Así que, Ariadna dormirá aquí conmigo.

—Tú no entiendes nada, y siempre confundes todo. Qué yo sea-

—¿Idiota y ciega cuándo se trata de Kyle? —la interrumpió—. No me interesa tu discurso barato y vacío, Rose, llevo casi nueve meses escuchándote decir lo mismo, y no sabrás lo que él realmente es, hasta que no sea mayor de edad. Y creo que aún así, tú no querrás verlo, porque lo tienes santificado.

—Tú no quieres al bebé y por eso dices estupideces.

—Tú no sabes nada, y por eso lo defiendes. Pero no voy a discutir contigo de nuevo por lo mismo —le dijo indiferente, terminando de armar la cuna, para colocarle el colchón—. Ariadna nacerá a finales del próximo mes.

—¿Lo supones o lo sabes con exactitud?

—Lo sé con exactitud, ella se comunica conmigo.

—¿E-En serio? —pronunció sorprendida.

—Sí, y ahora mismo me está pidiendo que te diga que ella no es mala, pero que tampoco quiere estar contigo.

—¿Por qué?

No sabía si creerle aquello o dudar realmente de lo que Adrián le decía.

—Porque le teme a Kyle.

...

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