NV: 15

1.7K 191 24
                                    

"—Bajarás a la Tierra y tu misión será proteger a Bella. Sirio no tiene recuerdos de quién es, y ella mucho menos, ya que decidió encarnar como humana.

—¿Puedo devolver sus recuerdos a Sirio?

—No, no puedes interferir en su estupidez, pero si puedes guiarlos para que recuerden quienes son, especialmente al imbécil de Sirio. No quiero un desastre por su culpa.

—De acuerdo.

—Y recuerda lo que te dije, Kenta, nada de llamar la atención, debes tener un perfil bajo, como un humano más. Ellos no tienen Dioses ni creencias actualmente, lo cual es positivo para su transición. Nada que los encarcele.

—Entendido."

Los humanos estaban transcurriendo su día normal, con sus tareas habituales y cotidianas, cuando algo en el cielo, paralizó la ciudad por completo.

—¿Qué es eso?

—N-No lo sé, pero se mueve a gran velocidad.

—Creo que es un avión que está cayendo ¡Corran todos!

—No, no es un avión ¡Es un meteorito! ¡Vamos a morir!

En un auto, iba viajando Áaron, quien se dirigía al edificio central. El rubio frunció el ceño al ver que el vehículo no avanzaba.

—¿Por qué te detuviste? —le inquirió al chófer.

—Lo siento mucho, señor, los autos no avanzan, algo ocurre afuera. Mire, las personas están gritando y corriendo, como si... Huyeran de algo —pronunció lo último con temor.

El líder de los humanos bajó de su auto, y al comprobar que era verdad lo que su chofer decía, miró hacia el cielo, hacia donde estaban señalando las personas mientras gritaban asustadas.

Entrecerró los ojos para intentar visualizar que era eso brillante como fuego que se movía a gran velocidad, y antes de poder fijar la vista, la enorme figura desapareció del cielo.

Pero frente a él, provocando una gran ola expansiva que lo hizo cubrirse los ojos, apareció un hombre, de más de dos metros de altura, gran porte, cabello cobrizo y ojos azules.

—¿Quién se supone que eres tú y por qué estás causando tanto revuelo? —le inquirió Áaron bajando la manos de sus ojos, mirándolo con el ceño fruncido.

—Mi nombre es Kenta, vine aquí a cumplir una misión. Estoy buscando a dos personas, y por lo que sé, tú las conoces.

—¿A quienes buscas?

***

—Entonces, dices que no recuerdas nada de ti —pronunció incrédulo Adrián—. Ni quién eres, ni que eres o porqué estás en la Tierra.

—No, es como si mi cabeza hubiese eliminado todo.

—Es una pena que no sepas quien eres, pero como Ari te dijo ya, no puedes quedarte aquí, a Kyle no le agradará cuando se entere —le dijo Rose.

—Él no tiene porqué saberlo —sugirió Sirio—. Además, no entiendo porqué le tienen tanto miedo y buscan obedecer todo lo que ese tipo diga.

—Porque lamentablemente, ese pendejo desagradable y apático, es el ser perfecto que estaban buscando crear —expresó con simpleza Adrián—. Aunque el líder de la humanidad sea su hermano, o eso aparente, el ser superior es él.

—Mientras estén conmigo, él jamás podrá hacerles daño, ya no tienen que obedecerle.

—Ma, pa, disculpen la demora, de regreso de clases hubo un alboroto terrible... En la ciudad —pronunció aturdida lo último, al dirigirse a la sala de su casa, y encontrarse que sus padres estaban hablando con Sirio.

¡¿Qué demonios estaba haciendo él ahí?!

—Ari, por fin llegas —sonrió emocionado el rubio, dirigiéndose a ella para tomarla de las manos—. Hice un esfuerzo enorme para no ir hasta tus clases y quedarme allí contigo.

La jovencita lo observó desconcertada, antes de quitarle las manos, afligiéndolo.

—¿Qué ocurre? ¿Estás molesta?

—¿En serio lo preguntas, Sirio? ¿Qué estás haciendo en mi casa? ¡Y hablando con mis padres!

—Hija, él sólo vino-

—No, mamá, él no tenía que venir aquí sin que yo estuvieras o mínimo preguntarme si podía hacerlo.

Adrián respiró profundo y se dió la vuelta para irse a la cocina a comer algo. Desde que había vuelto a la vida, y con los recuerdos de saber que ya jamás sería lo que era, más que un simple humano inmune a las habilidades de sus propios hijos, había adoptado una personalidad tolerable y apacible.

Cuánto más lejos estuviera de las discusiones y peleas, mejor. Lo único que quería ahora, era poder vivir su vida humana con Rose como una persona normal.

Lo tomó de la mano y salió con Sirio de la casa, realmente molesta.

—No quiero que vengas a mi casa sin permiso, ya te lo dije la otra noche, deja de perseguirme.

—Lo lamento mucho, no creí que iba a molestarte tanto —pronunció bajo.

—Vete por favor.

—Ari.

—No quiero verte en este momento, Sirio.

El muchacho asintió con la cabeza, sintiendo su pecho doler.

—Lo siento —murmuró antes de darle la espalda y comenzar a caminar, desapareciendo en cuestión de segundos.

Ariadna respiró profundo, sintiendo la angustia de él. Pero sabía que había hecho lo correcto, Sirio se estaba volviendo asfixiante.

Caminó sin rumbo aparente, invisible a los ojos humanos, pero no a aquel que era de su misma especie.

—¿En qué estabas pensando cuando decidiste bajar a la Tierra y jugar al mortal?

Sirio levantó la cabeza y observó confundido a ese hombre frente a él.

—¿Sabes quién soy?

—Por supuesto, eres un idiota ¿Duda resuelta?

—Supongo que tienes razón —murmuró continuando su andar.

—Si la sigues persiguiendo de ese modo, sólo conseguirás alejarla aún más. Debes entender que ella eligió venir a este mundo a reencarnar como humano, para poder vivir como uno. Ella quiso venir a experimentar emociones y sensaciones en un cuerpo de carne, Sirio.

—Ella es parte de mi, es mía.

—Sí, ese siempre fue tu pensamiento egoísta, pero no es así. Ella no es tuya, y debes entenderlo.

—S-Siento... Qué no puedo respirar cuando no estamos juntos. Cuando no la tengo cerca, me falta mi otra mitad, mi compañera, estoy tan incompleto —pronunció con lágrimas en los ojos—. La necesito conmigo.

Kenta rodó los ojos y apareció frente a Sirio.

—Algún día me lo agradecerás.

—¿Qué cosa?

Le golpeó el pecho con la palma de su mano derecha, y en ese momento el rubio sintió como algo dentro de él se apagaba.

—Déjala vivir, y vive tu también tu vida humana ahora. A veces es necesario alejarse.

...

Nueva Especie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora