BONUS, TigerClaw (pról. III)

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⚠️ ADVERTENCIA: CONTENIDO DELICADO

AL CAER LA NOCHE, CAPÍTULO BONUS
TIGER CLAW, PRÓLOGO III

LAETICIA, SE ESFORZÓ POR PRETENDER QUE NO HABÍA PASADO NADA.

Una vez se recompuso, prácticamente saltó del colchón para vestirse y salir de la habitación cuanto antes ―habiendo hecho la cama incluso, para que ni pareciese que hubiera estado ahí. Se asomó por la puerta con cautela, asegurándose de que el tigre no la viera cuando fuese corriendo a esconderse en su habitación, en la puerta de enfrente.

A punto estuvo de deslizarse bajo la cama.

Ni siquiera se atrevía a mirar al depredador a los ojos ―qué ojos, con ese tamaño no era capaz de subir más allá de la rodilla. Volvió a la actitud de los primeros días; se mantenía cabizbaja, respondiendo a lo mínimo y, si era con monosílabos, mejor. Siempre buscaba apañárselas para darle la espalda o salir de la habitación en la que él se encontrase, yendo enseguida a encerrarse en su habitación y esperar que pasase otro día más sin incidentes.

Aunque siempre tenía miedo a ofenderle por volver a actuar así.

Temía que, ahora que la había probado, se creyera con el derecho a tomarla cada vez que le diese la gana. Ella no tenía el valor para llevarle la contraria y, aunque lo tuviera, ¿importaría? Él era enorme, fuerte, con garras y colmillos afiladísimos, ¿y ella? Ella era una simple presa. Fácil.

Apenas se atrevió a salir de la habitación en todo el día, cosa que en cierto modo le dio más miedo.

Tiger Claw se había acostumbrado enseguida a que ella se encargase de las labores domésticas. A lo mejor echaba en falta su presencia en el piso de abajo y, aunque fuese solo para preguntar qué hacía ahí encerrada, no quería ni verle.

Por suerte para ella, el tigre se contuvo.

Al principio, Tiger Claw se lo tomó lo de aquella noche como un momento de debilidad, como una manera de aliviar la exagerada frustración de ese día, pero, tras unos días, comenzó a fijarse más en la figura de su mascota humana. Cuando, tras unos días, ella volvió a sentirse lo suficientemente cómoda como para salir de su habitación ―o cuando descubrió que le daba más miedo esperar a ver qué pasaba si continuaba allí metida, o por la propia hambre.

Ella no vestía para nada provocativa ―y menos en invierno, tras casi congelarse esa noche―, pero el tigre se estaba esforzando por imaginarse, o recordar, lo que escondían esos abultados pijamas polares y la bata que, de repente, se empeñaba en llevar. Lo cierto es que parecía que le sobrasen unos cuantos kilos con esa ropa.

En realidad, tenía un cuerpo bastante común. No era especialmente delgada, y las curvas de su cadera y vientre ―adornadas con algunas estrías blanquecinas―, cerca de aproximarse al sobrepeso, eran bastante atractivas. Tiger Claw no podía evitar acordarse de cómo la carne de sus muslos se amoldaba bajo su garra. Como un suave juguete antiestrés.

A Tiger Claw no le importaba realmente, no era exigente. Para empezar, porque nunca antes había estado con una mujer. Pero también entendía que, de haberlo intentado, muy pocas serían capaces de ver nada más allá de su aspecto. Saldrían corriendo en cuanto le viesen.

Y no es que su personalidad fuese mucho más atractiva.

A menudo, Tiger Claw se veía pasando cerca de ella de manera casual mientas hacía algo en la cocina, buscando entrar en contacto de alguna manera. Le daba muchísima rabia darse cuenta de que estaba actuando como un cachorrito en busca de afecto, pero más le molestaba que ella actuase como si el vello del felino no le hubiera acariciado el brazo cuando él alcanzaba algo que tuviera a su lado.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora