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AL CAER LA NOCHE, CAPÍTULO 6
UN BORRÓN VERDE ACERCÁNDOSE

―CREO QUE ES LA PRIMERA VEZ QUE ME ALEGRO DE ESTAR MALA.

Raphael siguió a Arlet con la mirada y media sonrisa mientras ella caminaba hasta el salón con un par de latas de refresco. Se acomodó al lado de Raphael con una pierna cruzada bajo su cuerpo y le ofreció una.

Era cierto, Arlet estuvo esa semana enferma, por lo que no pudo ir ni al instituto ni a trabajar. El viernes pudo haber ido, pero ya aprovechó para tomarse un día más de descanso y asegurarse de que la fiebre no volvía a aumentar.

Y menos mal que no fue, se habría visto perdida en una marea de ratas, o peor.

A Raphael le sorprendió aquel primer día que se pasó por el apartamento y la encontró tirada en el sofá, porque al momento le gritó: «¡Mantén las distancias! ¡Estoy enferma!».

Eso tampoco le impidió perder la ocasión de pasar el rato con ella, demostrándole que estaría a su lado en las buenas y en las malas, cuidando de ella. Hasta se pasó un par de veces por el restaurante de Murakami para llevarle un poco de ramen calentito. Por tener un detalle con ella y ver si le hacía sentir mejor.

Arlet odiaba que la tortuga se empeñase en ir a verla mientras estuviese mala. Sí, agradecía la preocupación y los mimos en el sofá, aunque la sonrisilla que le dedicaba después de que se despertara de una pequeña siesta para decirle que roncaba, estaba de más.

―Así todo, ya estás mejor, ¿no?

―Sí, estaba bien ayer ―respondió ella restándole importancia―. Pero volviendo a lo de antes. Si al salir del trabajo veo ratas gigantes secuestrando gente, me da algo ―resopló acomodándose.

―Sí, ¿verdad? Espera que te cuente lo del gato ―anunció captando toda la atención de su novia―. Al parecer Mikey metió un gato en el laboratorio mientras Donnie trasteaba con mutágeno, o algo. Ahora está hecho de helado y vive en el frigorífico.

―Venga ya ―le dijo ella arqueando una ceja. Lo cierto es que sonaba como una broma, y no quería parecer la niña inocente que se creía todo lo que se la contaba.

―Va en serio ―insistió él con cara de póker sin darle importancia al tema, abriendo el refresco para tomar el primer sorbo―. Lo ha llamado «Gatito-Helado». Qué original ―añadió rodando la vista.

Arlet hizo una mueca tratando de comprender cómo era posible eso. Se mantuvo en silencio para debatir con su propia mente cómo sería estar hecha de helado.

¿Y de qué sabor? ¿Su piel sería de café y su pelo de chocolate? ¿La gente intentaría comérsela? Desde luego, la lista de depredadores aumentaría de una forma considerable, tendría que vivir en una cámara frigorífica de por vida.

―¿Cómo funciona el mutágeno ese para que un ser vivo esté hecho de helado? ―se cuestionó en alto, arrugando la nariz―. ¿Tiene órganos?

Emm... No lo sé, Arlet ―respondió rápidamente casi habiendo escupido su bebida, sorprendido por la curiosidad de la chica. Dejó el refresco en la mesa de café―. No estaba presente cuando pasó; y sinceramente... tampoco me muero por conocer los detalles ―admitió acomodándose en el sofá, colocando un brazo en el respaldo.

Arlet sonrió negando con la cabeza, no pudiendo entender cómo no podía interesarle algo así. Bueno... él es un mutante también, será que este tipo de situaciones no le cogían por sorpresa.

La morena no podía imaginarse el día en el que pudiese ver un mutante ―o alguna otra extraña criatura― y decir con desdén: «Meh, veo cosas como esta todos los días». En cierto modo podría, su novio había ido a verla casi todas las noches desde que habían empezado a salir. Sí que veía mutantes a menudo...

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora