153. Mini-yo

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SHINIGAMI SE QUEDÓ EN PARÍS HASTA QUE OFFELIA PUDO ACABAR EL CURSO.

La parte de ser madre y tener que ayudar a su retoño con asuntos escolares era un verdadero coñazo, pero, por otro lado, Offelia tenía cinco años. No tenían que idear trabajos rebuscados ni preparar ningún examen complicado, así que sus ratos libres los aprovechaban al máximo.

Eso sí, Shinigami buscó a un profesor particular para que Offelia aprendiese el inglés cuanto más rápido. Los colegios ya se encargaban de enseñar idiomas a los niños con ciertas asignaturas, pero la bruja era un poco impaciente en determinadas cosas. Al menos, sabía que iba a esperar a que lo dominase para enseñarle luego el japonés.

Bueno... si veía que aprendía rápido, seguramente se animase y buscase a alguien que la enseñase.

Había algo que en parte le molestaba y en parte le divertía, y por supuesto que hacía lo posible por centrarse en la segunda. Todo era por las miradas de otros padres cuando iba a buscar a Offelia. Que si parecía muy joven, que si era madre soltera, que si era gótica, que si vestía a la niña igual que ella...

Perdone usted, Offelia escogió personalmente lo que se quería comprar, yo no la he obligado a vestir así o asá, pensaba para sí rodando la vista. Por suerte para ella, era el último día de colegio, lo que significaba que tenían luz verde para viajar durante todo el verano.

Offelia solía salir del colegio dando brincos, con sus divertidas coletas ondeando hasta que se plantaba delante de su nueva madre con una sonrisa. Pero esta vez se la veía especialmente contenta, le emocionaba poder conocer a los amigos de Shinigami, y más sabiendo que había niños de su edad.

―Hola ―sonrió Shinigami guardando el teléfono, por haber tenido algo con lo que entretenerse―. ¿Qué tal el día?

Genial ―respondió ella en inglés, demostrándole que le entusiasmaba aprender el idioma, y más aún que Shinigami la animase diciendo que mejoraba muy deprisa.

―Vaya ―dijo la bruja manteniendo el francés, ladeando la cabeza y arqueando las cejas sorprendida―. Veo que a alguien le hace ilusión viajar. Vámonos antes de que acabe atizando a ese grupito de cotorras ―murmuró echando un vistazo a su afilada manicura gris, justo antes de tomar la mano de Offelia para volver a casa.

Offelia miró de reojo al grupo de mujeres al que Shinigami se refería, no pudo evitar fruncir el ceño. Sacudió la cabeza retomó sus brincos al ritmo de los pasos de la bruja.

―¿También me vas a enseñar artes marciales? ―preguntó ligeramente esperanzada.

―No lo sé. ¿Quieres que lo haga? Es bastante sacrificado.

―Quiero ser una ninja como tú ―exclamó con una gran sonrisa, dejando que sus pupilas rasgadas saliesen a relucir. Por lo general podía disimular ese rasgo tan característico suyo ensanchando las pupilas hasta casi hacerlas parecer redondas, pero cuando se emocionaba, podría ser que se le escapase su pequeño truco de ocultación.

―Está bien. A lo mejor haces amigos en Nueva York y te invitan a entrenar con ellos.

―Guay ―suspiró emocionada―. ¿Y cómo son?

―Más despacio, ma petite. Primero hay que trabajar en la comunicación ―le sonrió la bruja con simpatía―. ¿Terminaste de hacer la maleta?

―No. Mi falda favorita está lavando. Y falta mi muñeca y el cepillo de dientes.

―Bien. Esta noche hay que asegurarse de que no falte nada, que mañana madrugamos. Próxima parada, Tokio ―anunció la bruja en un divertido canturreo, rodeando a su niña con un brazo para acercarla más a ella.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora