71. Interrogatorio

201 25 3
                                    

NAIARA SE DESPERTÓ Y ESTABA SOLA EN LA CAMA. No es que le importase mucho porque aún estaba dándose cuenta de que estaba en la cama de su novio. Arqueó la espalda y estiró los brazos para desperezarse a la vez que esparcía su semi-rastada melena por toda la almohada.

Cuando estaba abriendo los ojos, escuchó unos pasos aproximándose. Tuvo que cerrar uno de sus bonitos ojos castaño-verdosos al abrirse la puerta y permitir que la luz del pasillo entrase. Se trataba de Leo, que tuvo cuidado de no hacer ruido pensando que su brujita estaría aún dormida.

―Buenos días ―susurró ella con una sonrisa, haciendo que su ninja se dejara de preocupar por guardar silencio―. ¿Ya has entrenado? ―preguntó sentándose a la vez que se frotaba los ojos con una mano y, revelando su sujetador color crema.

―Sí ―sonrió mientras cerraba de nuevo la puerta. Caminó hasta el armario para coger una toalla y echársela al hombro―. ¿Cómo has dormido? ―preguntó sentándose en la cama para acariciar su revuelto pelo rubio.

―Bien ―suspiró complacida por el contacto, cerrando los ojos porque esperaba su beso de despertar. Como es natural, Leonardo no iba a dejarla con las ganas, así que se inclinó para besarla dulcemente―. Mm... Estás sudando ―murmuró ella aún rozando esos deliciosos labios verdes. Leo soltó una suave risa y se alejó de ella levantándose de la cama.

―Lo sé, iba a ducharme ahora. ¿Quieres venir conmigo? ―sugirió echando un vistazo por encima de su hombro con una sonrisa pícara.

―Gracias por la oferta, tortuga traviesa. Pero creo que he oído salir a Mikey y... voy a ayudarle con el desayuno ―dijo tomando la goma de pelo de la mesita de noche, se la colocó en la muñeca para ir recogiendo su pelo.

―¿Seguro que es sólo eso? ―se cuestionó arqueando una ceja con una sonrisa irónica―. Eres muy mala mentirosa, ¿sabes?

Naiara no respondió, simplemente le sonrió apretando los labios y asintiendo en lo que él salía por la puerta. Se recogió el pelo como es debido y salió de la habitación para ir a ver a Michelangelo. Esperaba que no lo tuviera todo listo, sí le gustaría hacerle alguna que otra pregunta.

Miró a su alrededor a ver si encontraba su ropa aunque... quizás hacía un poco de calor como para que le apeteciese ponerse los vaqueros y las zapatillas. Acabó optando por ponerse su suéter y los calcetines. No creyó que a las tortugas ―o Splinter― les importase mucho ya que, después de todo, ese suéter era casi como un vestido corto cuando no introducía la parte delantera en el pantalón.

Caminó hasta la cocina para encontrarse con Michelangelo. Apartó las cortinas con una sonrisa y vio que estaba haciendo tortitas.

―Hola, Mikey ―saludó acercándose a él.

La tortuga de naranja se dio la vuelta extrañado porque no se esperaba encontrar a la rubia a esas horas en la guarida. Era comprensible, ella y Leonardo había llegado tarde, así que no hubo nadie despierto como para verles llegar.

―Hola, Naiara, ¿cómo tú por aquí? ―respondió con una gran sonrisa.

―Bueno, mi compañera de piso está fuera y pensé en quedarme con mis amigos ―respondió mientras tomaba algunas tazas de sus respectivos armarios―. ¿Te echo una mano? ―le preguntó mostrándole las tazas.

Michelangelo asintió agradecido. Por lo general siempre cocinaba él, y de hecho, en ocasiones ni siquiera dejaba a sus hermanos acercarse a los fogones. A unos más que a otros. Leo, te miro a ti.

Mantuvieron silencio durante un rato, básicamente porque Naiara sabía cuáles eran las preferencias de los hermanos en cuanto a qué tomar. Mikey siempre prefería la leche por ser más dulce, Splinter y Leonardo un té, Donatello café solo, ella una café con leche y Raphael... bueno, él era más difícil de decir.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora