cap 16

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AL CAER LA NOCHE, CAPÍTULO 16
LÁMPARA DE LAVA AZUL

UN GRUPO DE JÓVENES SE DESPIDIÓ TOMANDO DIFERENTES DIRECCIONES AL SALIR DE UN EDIFICIO.

Habían celebrado el cumpleaños de uno de ellos, y la fiesta se alargó más de lo debido. ¿Qué esperar de unos alocados ―y seguramente problemáticos― adolescentes de dieciocho años?

Efectivamente, la mayoría de ellos salían bastante perjudicados y requerían de la ayuda de otro de sus compañeros para poder mantener el equilibrio.

Uno de ellos se hubiera caído por las escaleras de no ser por su novia, que le tenía sujeto del brazo. Se saltó dos escalones, pero no llegó a caerse, sólo acabó con una rodilla en el suelo.

En cierto modo era comprensible. Incluso a finales de agosto, era tan tarde que las calles estaban completamente a oscuras. Sólo las luces de las farolas podían iluminar vagamente el suelo que pisaban, e incluso algunas sombras podían jugar una mala pasada si no se iba lo suficientemente atento.

Iba ebrio, por supuesto.

―Dios, Sam ―suspiró la chica tratando de tirar de él para reincorporarle.

La chica era rubia y llevaba el pelo recogido en una coleta, aunque su peinado era semi-rastado. La mayor parte de su melena eran rastas, con un par de cuentas o incluso una fina red envolviendo la rasta más gruesa; pero lo alto de su cabeza era natural.

Sencillamente no quería perder el privilegio de cepillarse el pelo de vez en cuando. Además, le gustaba cómo algunos de esos mechones ―los cuales se veían más claros― escapaban de la coleta.

Llevaba unos vaqueros claros de tiro alto y por encima de los tobillos. Una sudadera amarillo mostaza con cremallera sólo en la zona del cuello, un dibujo de un sol en el pecho y otros cuatro repartidos en la parte posterior de cada manga. Se veía que llevaba una camiseta blanca debajo.

Usaba también unas viejas Converse blancas que la cubrían el tobillo, bajo ellas sobresaliendo unos calcetines blancos con un par de líneas negras. Una franja de su piel quedaba entre el calcetín y el pantalón.

El conjunto en sí parecía viejo, pero en ella no acababa de dar una impresión de descuido, sino encantadoramente vintage.

―Estoy bien, estoy bien ―murmuró él, zarandeando un brazo para restarle importancia a su tropiezo―. Vamos a casa ―dijo después de tragar saliva, incómodo por su actual estado de embriaguez.

―Vale ―suspiró ella pasando el brazo del muchacho por encima de su hombro, esforzándose por ignorar el repugnante aliento a alcohol.

Ambos eran delgados, pero saltaba la vista que, si él se caía o desmayaba, poco podría hacer ella para impedirlo.

Pese a que la sudadera le quedaba ligeramente amplia y sus vaqueros eran de un tono claro, se podía ver perfectamente las articulaciones de sus muñecas y tobillos, indicando que era bastante flaquita.

En alguna ocasión en la que llevaba otro conjunto un poco más revelador ―o quitándose la sudadera, mismamente―, había tenido que hacer frente a algún comentario en lo referido a que debería comer más. Sobre todo, por parte de la madre de su novio.

Era algo que la molestaba profundamente, pero nunca decía nada al respecto. Se limitaba a sonreír con incomodidad y darle la razón a la otra persona.

A medida que intentaban avanzar, a la pobre chica se le hacía más complicado cargar con su novio. Resopló con pesadez dejándole en la entrada de un callejón para poder entrar a un veinticuatro horas y cogerle un café que le espabilase un poco.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora