33. Extraña

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Después de ayudar a Naiara a ponerse uno de los viejos pijamas de April y meterla en la cama, Arlet salió de la habitación. Estaba nerviosa...

Sabía que, aunque nunca lo admitiese, a Raphael le había afectado mucho la invasión y las condiciones en las que su hermano mayor se encontraba. Le quedó bastante claro la primera noche en el hospital: Él intentaba mantenerse fuerte, pero Arlet ya le conocía lo suficiente como para ver lo que realmente escondían sus ojos. El sentimiento en cuestión era impotencia; y puede que algo de ansiedad por intentar esconderlo...

Daba igual. Arlet quería consuelo. Tanto para dar, como para recibir...

Cuando Arlet se quedó en el pasillo suspirando, inmersa en sus pensamientos, April salió de la habitación. La pelirroja la miró con comprensión, asumiendo que estaba pensando en Raphael y en cómo debía de encontrarse como para no haber bajado a recibirla.

―Debe de estar en el baño ―Arlet la miró con una expresión interrogante, esperando una explicación un poco más completa-. Con Leo... ―murmuró antes de entrar en su habitación, la única que tenía un solo huésped y que tenía multitud de recuerdos de infancia.

Arlet resopló antes de caminar hasta el baño y dignarse a abrir la puerta, acompañada de un lento y suave chirrido. No le gustó mucho ver a su novio sentado en un taburete frente a la bañera en la que Leonardo dormía.

Se lamió los labios con tristeza y caminó hasta situarse tras él. Dudó antes de inclinarse y abrazarle, posando la frente en su hombro derecho.

―¿Nena? ―preguntó con una voz entristecida pero, intentando mostrar simpatía porque su novia había vuelto. Levantó una mano para sujetar las muñecas de Arlet y la besó en la sien mientras con la otra mano palpaba su cabeza-. ¿Cómo estás? ―susurró rozando su mejilla con la de ella.

―Desolada... ―levantó la cabeza y le miró a los ojos. Ambos los tenían humedecidos, pero ninguno quería dejar las lágrimas correr-. ¿Podemos ir a dormir?

―No hay camas suficientes. Ve con Naiara ―susurró acariciando su otra mejilla con el dorso del dedo índice.

―Pues vamos al sofá, por favor... ―suplicó con una voz aguda que alertaba de un llanto inminente. Suspiró forzándose para retenerlo.

Raphael no quería dejar a Leonardo solo, pero... era consciente de que él no era el único que se sentía así. Ella lo había dicho, se sentía desolada... Y dio por hecho que los demás también.

Pensó en repetirle que se fuera sin él, que prefería quedarse con su hermano, pero recordó lo que Arlet le dijo la primera noche. Cuando mencionó a su hermana. Si intercambiasen papeles y Arlet estuviera sentada frente a Skylar, seguramente la habría intentado convencer para que se fuese a la cama un rato.

La idea seguía sin gustarle, pero era verdad, no tenía el control sobre lo que le había pasado a Leo y, no lo tendría en un futuro próximo. Lo único que podía hacer era tener paciencia.

Suspiró y asintió, liberando las manos de su novia para levantarse e ir al salón.

Una vez Raphael se tumbó en el sofá, Arlet no pudo evitar colocarse boca abajo sobre él, posando la cabeza en su pecho y abrazándose a él. La tortuga pensó que entonces era su oportunidad para poder abrazarla después de todo lo que había pasado. Lo cierto es que era una sensación agradable, pero no, no dejaban de estar tristes.

* * *

Al día siguiente, Naiara se vio en la necesidad de ver a Leo. Sabía en qué situación estaba, y aun así, no estaba preparada para verle de esa manera. Contuvo el aire un momento antes de cerrar la puerta y sentarse en el taburete.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora