70. Treinta horas

221 19 18
                                    

YA QUE NO TENÍA NADA MEJOR QUE HACER, RAPHAEL SALIÓ A PATRULLAR LOS BARRIOS MÁS CERCANOS A LA GUARIDA. Ya le preocupó que Arlet le mandase un mensaje diciendo que no había sido capaz de cenar cuando llegó al hotel, justo antes de darle las buenas noches; pero había pasado casi un día de eso y no le había vuelto a escribir.

Le había mandado un mensaje antes de salir a patrullar porque, evidentemente, era más seguro para él si tenía el móvil en silencio mientras trabajaba, pero no dejaba de estar pendiente. Por lo general era fácil pillar a Arlet conectada, pero trataba de asumir que habría estado en la playa o en la cama.

Fue extraño, puede que estar pensando una y otra vez en su novia le estuviese llevando inconscientemente hacia su apartamento. Era algo de lo que no se había dado cuenta hasta que él y Leonardo acabaron encontrándose cara a cara en la misma azotea, proviniendo de direcciones opuestas. Ambos hermanos se detuvieron en seco al verse y, Raphael se fijó en que se llevaba a Naiara, que se asomó desde detrás de Leonardo para ver por qué se había parado tan de repente.

―Hola, Raph ―sonrió apoyando la mejilla en el cuello de Leo.

―¿Patrullando? ―preguntó su hermano con una sonrisilla al notar cómo su chica se acomodaba en su caparazón.

―¿Qué le voy a hacer? ―respondió Raph encogiéndose de hombros―. Me aburro.

―Pues en esa dirección, dudo que te diviertas más. Ya he hecho yo un reconocimiento antes de pasar por el apartamento.

―Gracias por fastidiarme el plan ―asintió Raph con ironía. Leo sonrió con diversión y retomó su camino hacia el borde de la azotea―. ¿Os quedáis en la guarida? ―preguntó antes de que se fuesen.

Emm...

―Sí ―respondió ella sin dudarlo un momento, interrumpiendo al líder. Leo la miró arqueando una ceja, casi tan confuso como su hermano, pero luego se acordó de lo que le dijo la noche anterior, cuando veían la película todos juntos.

―Ah... ―suspiró entendiendo las segundas intenciones de la rubia―. Naiara tiene una teoría ―informó a Raph señalándola con la cabeza, como si fuese un tema divertido de decir y nada verídico. Raphael asintió, pero tampoco le parecía lo suficientemente interesante como para preguntar.

―¿Quieres apostar, intrépido? ―sugirió arqueando una ceja mientras ambas tortugas retomaban el camino.

Raphael apenas pudo escuchar algo más que una vaga respuesta de Leonardo diciendo que no tenía por qué apostar sobre una nueva relación, lo que le hizo sospechar de su nueva amiga y Donatello. De todas formas, pensar que Donatello podía estar tonteando con Kimani, le hizo pensar que él no estaba con su novia. Sí, pensando eso por enésima vez desde hace casi treinta horas...

A la vez que, aunque su hermano le hubiera dicho que no haría nada en esa dirección, creyó que nunca estaba de más asegurarse que ningún tipo de delincuente o personaje sospechoso de acercaba demasiado al apartamento de las chicas. O también podía bajar un momento a la calle y mirar si en algún buzón había un catálogo de publicidad de IKEA e ir a la casa del bosque, quizás si le mandaba a Arlet la foto de algún mueble, respondía.

Eso es aún más estúpido, pensó dándose una palmada en la frente. Puede, pero sólo con coger la moto y el viaje de ida y vuelta, ya había perdido una hora de esa noche y ni me habría enterado.

*

Estuvo dando vueltas sin sentido por el barrio, incluso bajando a los callejones para asegurarse que no había nadie cuando le parecía escuchar algo. Ese algo solía resultar en el sonido de alguien viendo la televisión. Así no sólo la gente demostraba estar a salvo, también destrozaban la ilusión de una pobre tortuga sin planes. ¿Acaso es mucho pedir un ladrón? Aunque sea novato y la policía pudiera pillarle sin problema, estoy aquí...

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora