56. ¿En serio?

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Naiara llegó a la guarida por la noche, mirando el teléfono por enésima vez. Continuaba preocupada porque aún no sabía nada de Arlet, ¿la habría encontrado Raph? De no ser así, ¿habría vuelto al apartamento, no?

Leonardo, que salía del dojo pasándose una toalla por el cuello, la vio bajar las escaleras de la entrada y la recibió. Se acercó a ella con una sonrisa y rodeó su cadera para darle un abrazo —con cuidado, por el sudor—.

—Hola, brujita —dijo dándole un beso en la mejilla.

—Hola —respondió ella besándole también, pero la preocupación no desaparecía de su tono de voz. Leo frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

—¿Cómo que qué pasa? —se quejó ella apartando el teléfono. Leo asintió soltando un suspiro de realización, entendiendo a lo que se refería.

—Cierto, Arlet dejó el teléfono en el apartamento.

—Sí... Y sus padres han intentado contactar con ella —gimoteó curvando los labios—. No sabía qué decirles... Oh, Señor y Señora Jordan, no, Arlet no está. Ha salido corriendo después de escuchar a su novio hablar de otra. ¿Qué no os ha hablado de él? A lo mejor es porque es un mutante —soltó demostrando que la preocupación la estaba llevando al pánico.

—Vale, tranquila —le dijo él poniendo ambas manos en sus hombros—. La encontró anoche —dijo finalmente, captando la atención de la rubia y permitiéndole recuperar el aliento. La soltó—. Raph llamó esta mañana, dijo que volverían cuando oscurezca.

—Podíais haberme mandado un mensaje, aunque fuera por confirmar —suspiró rodando la vista.

—Lo siento, te compensaré. Puedes pasar la noche aquí —sonrió acercándola a él—. Dudo que la haya convencido en una noche.

—Gracias por la oferta, pero casi que tengo más ganas de echarle la bronca a Arlet —dijo mirándole a los ojos con seriedad. Leo sonrió con incredulidad a la vez que arqueaba una ceja.

—¿Estás segura? Estoy solo —insinuó ladeando la cabeza con una sonrisa y mirada seductora.

—¿Splinter tampoco está? ¿Y el resto? —se cuestionó Naiara con sorpresa.

—April le pidió otro entrenamiento de instinto en las alcantarillas, Mikey ha salido con Casey, y Donnie... no sé a dónde ha ido —admitió encogiéndose de hombros—. Iba a darme una ducha, ¿te apuntas?

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—No lo sé.

—Vale... pero, ¿y si dejamos la ducha para después? —susurró recorriendo los hombros de la tortuga con la punta de sus dedos—. Por si acaso...

Leo sonrió conforme a la petición y tomó la mano de su novia para llevarla hasta la habitación a paso ligero. Qué bien que la tortuga hubiera dejado las katanas en su estante, en el dojo, así no tendría que quitárselas Naiara. No porque necesitase ayuda, sino porque... bueno, ya sabéis.

* * *

Donatello volvía a la guarida después de que Kimani le echase de casa. Bueno, no le echó como tal, pero por el tono de voz en el que le pidió que se marchase, estaba claro que no quería verle. ¿Sería para siempre? ¿Y si advierte a su padre que alguien busca la destrucción de esas armas? ¿Se doblaría la seguridad en las instalaciones?

—¿Dónde has estado, D? —escuchó a su hermano mayor, que caminaba por el pasillo de las habitaciones.

Donnie alzó la cabeza rápidamente al haber salido tan de repente de sus pensamientos. Al fijarse de nuevo en su hermano, vio que Naiara salía de su habitación haciéndose su característica coleta. No le hacía falta ser el genio del grupo para deducir lo que había pasado.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora