133. Parásito

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A LO TONTO, LLEGÓ JULIO, Y LEATHERHEAD TENÍA ALGUNAS CICATRICES NUEVAS QUE LUCIR.

Con el paso de los meses, había conseguido que Eko confiase un poco más en él, aunque fuese muy poco. Alguna vez cometió el error de pensar que el varano se había acostumbrado lo suficiente a su presencia como para acercarse. Aquello le sirvió como advertencia, y le costó un zarpazo cruzándole el hocico.

Es posible que le costase alguna burla, pero lo que más le molestó fue la reprimenda de Alfil sobre habérsela llevado a las alcantarillas y mantenerla a escondidas. Bueno, sólo los Mutanimales y las tortugas sabían dónde estaba la antigua guarida de Leatherhead, y él no dudó en aprovechar su ayuda. Claro, de uno en uno.

Michelangelo y, especialmente, Godzilla le servían de más ayuda. Uno por su naturaleza carismática y la otra por comprender lo que era haber mutado de repente sin comprender nada.

Por bien que les hubiese caído, Eko apenas pronunciaba palabra. Básicamente se comunicaba con bufidos y siseos de desdén, apartando la mirada. Pero no dudaba en comerse lo que fuera que Michelangelo le hubiera llevado. De no ser por Leatherhead diciéndole más adelante lo contrario, la pobre tortuga de naranja pensaría que odiaba sus habilidades culinarias.

*

Y naturalmente, algo que no se pudo ocultar más, era el embarazo de Naiara.

A la pareja le resultó extraño haber preferido callárselo, pero les salió natural y pudieron disfrutar de ello los dos solos. O al menos, hasta que resultó demasiado evidente y ya les preguntaron, después de todo, Naiara era bastante flaquita, tuvo que cambiarse de pantalones no mucho después de la boda.

Ya que empezaba a hacer bueno, Naiara había optado por una camiseta crop blanca de manga larga, bajo un peto de color pardo con una textura suave y lisa que le quedaba por encima del tobillo. Esta vez había cambiado las Converse por un calzado no tan plano, aunque se parecía bastante.

Como cualquier otro lunes por la tarde, Naiara estaba terminando de limpiar las mesas con Halley tras haber cerrado. Halley había convencido a sus padres de continuar en su "apartamento alquilado" durante el verano siempre y cuando vuelva los fines de semana. Así todo, tenía una noche de series y pizza con su novio, por lo que terminaron de recoger rápido para poder irse.

Naiara se despidió con una sonrisa cuando Halley salió de la tetería, pero no la pudo mantener por mucho tiempo. Estaba ya de cinco meses, y se encontraba extremadamente agotada. Podría ser algo normal en el embarazo, que lo era, pero sentía que algo no iba como debería.

Al subir a la vivienda, Leonardo ya estaba en la cocina preparando algo de cenar. Se asomó con una gran sonrisa al verla entrar.

―Pero si es mi preciosa mujer ―dijo―. ¿Qué tal el día?

―Movidito ―respondió Naiara respondiendo a su sonrisa, pese a tener la mano derecha en su respectiva sien―. Qué bien huele. ¿Qué es? ―preguntó acercándose.

―Crema de verduras. Vi que se iban a acabar perdiendo, así que he aprovechado ―explicó volviendo la cabeza al sentir la de Naiara recaer sobre su hombro―. ¿Cómo estás?

―Agotada ―gimoteó ella antes de sentarse en el taburete. Se pasó las manos por la cara y resopló.

―Tranquila ―se rio Leonardo―. Cena y nos vamos a la cama ―dijo poniendo los platos sobre la mesa, sentándose y aprovechando también a acariciar la mejilla de su brujita.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora