141. Estándares de belleza

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ARLET DECIDIÓ QUE NO QUERÍA DECIRLE A RAPHAEL NADA DE SU DECISIÓN.

Por una parte, le apetecía ver la cara que ponía una vez su deseo le fuese concedido, y puede que fuese la única razón por la que no se estuviese poniendo de los nervios sobre cometer o no un error. Así que, para que la tortuga no sospechase nada, además de callarse que dejó la píldora, estuvo perforando unos cuantos condones.

También es cierto que notaba a Raphael ligeramente distante. Se notaba que, con el paso del tiempo, Arlet continuase evitando el tema de esa manera.

Una pena que de repente hubiera planes un poco más urgentes y... dramáticos. Al menos para la novia.

Al parecer, la hermana del padre de Kimani era organizadora de bodas y, tras una desafortunada comida familiar en la que se les escapó lo de la boda con un hombre misterioso... Sí, había traído cierta tensión por tanto secretismo.

Ya que Kimani quería que su boda fuese en la playa, tenían que esforzarse un poquito más en planearlo todo. No sería tan fácil como pedirle a Raphael y Arlet la casa y encargar un bufet, sus padres tenían que echarles una mano. Aunque en la guarida nadie se libró de los berrinches de la novia sobre las entrometidas de su tía y su prima.

―De verdad, es que... ugh... ―se quejó ella engarrando los dedos, mientras los adultos se tomaban un café después de comer, un fin de semana en el que les apeteció ir a la casa del bosque.

También era un fin de semana en el que Casey estaba fuera de Nueva York a consecuencia del final de temporada del hockey sobre hielo. Cuando supieron que el partido habría comenzado, Raphael encendió la televisión, y sus hermanos y Matthew no dudaron en unirse a él antes que continuar escuchando dramas de telenovela.

Edith no dudó en sentarse en la alfombra para ver el partido, antes que seguir jugando con Gino y Spike. Sí, se habían traído a Spike porque los Mutanimales tenían algo que hacer esa noche, algún tipo de cargamento en los muelles.

―No te acerques tanto ―le advirtió Jessica tras ver dónde se sentaba la pequeña, tomando su taza entre ambas manos.

―A ver, ¿y qué importa lo que piense tu tía? ―bufó Arlet rodando la vista, cansada del tema―. Quieres una boda íntima, punto.

―No es sólo por eso. Mi tía se está tomando esto como algo personal, se cree la mejor organizadora de bodas de todo Nueva York, pero luego está Shanii... ―siseó enfurruñándose―. Se cree que tiene que quedar por encima. Y claro, la parte en la que no están invitados.

―Yo lo entiendo ―murmuró Halley sin poder evitar mirar a Michelangelo con pena―. Sé que mis padres no aprobarían lo del novio mutante...

―Bueno, no todos se lo tomaron mal ―suspiró Naiara tras conseguir que Phoebe se durmiese en el cochecito, ese que Jessica les había dado para no tener que tenerla siempre en brazos―. La verdad es que me sorprende lo bien que se lo tomó mi padre. Y Arlet se casó por los suyos ―añadió con una sonrisa, haciendo que la morena ladease la cabeza.

―La cuestión es que han estado de lo más pesadas para intentar formar parte de ello, y hasta mi madre está que echa humo. Se le escapó a ella, así que en parte es cosa del karma ―explicó Kimani―. Y eso... ¿por qué no sabemos nada de tu novio? ¿Por qué no contáis con nosotras para organizarlo? ¿Por qué no nos decís nada? ¿Y en qué playa? ¿Y qué vestido? Y un eterno bla, bla, bla ... Por no mencionar que Shanii me manda mensajes cada dos por tres con lo que haría ella para su boda de ensueño.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora