143. En la fábrica

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NO, NO IBAN A CELEBRAR EL CUMPLEAÑOS DE ARLET ESE DÍA.

Simplemente habían cogido la costumbre de bajar a la guarida todos los lunes para comer juntos sin que se tratase de una ocasión especial, ya que ahora vivía cada uno con su pareja...

Michelangelo seguía prefiriendo la guarida así todo, por lo que no era raro encontrarle allí en vez de en la compañía. Hasta había intentado convencer a Halley de bajar a vivir con él bajo tierra, pero ella esperaba encontrar un pequeño apartamento con al menos una ventana. De todas formas, había aceptado mudarse con él mientras buscaba.

Otra razón para seguir yendo a la guarida, es que era la guardería por excelencia. Mucho más cómodo para los niños y sus padres, que no tendrían que preocuparse por si algún humano los veía por la ventana o en el trayecto del coche a casa. A veces el horario no acompañaba en absoluto.

Ya que Arlet y Naiara tenían coche propio y sus maridos solían cogerlo en caso de necesitar desplazarse, Michelangelo se quedó con el Party-Bus por ser más manejable, y Donatello con el Shellraiser. Aunque Raphael se empeñaba en que la moto-sigilo estuviese a su plena disposición, una pena que más de una vez se quedase dentro de la furgoneta.

―Debería comprarme un coche ―resopló Kimani viendo desde la ventana semejante furgoneta aparcada delante de su casa―. Da mucho el cante ―añadió señalándola con una mano, volviéndose al notar la presencia de Donatello.

―Orden de prioridad, Kim. Ahora necesitamos cosas para el bebé, ¿recuerdas? ―respondió él con una sonrisa tierna, dándole un simpático toque en la nariz―. Además, cuando acabe el acceso al metro, dejará de estar tan a la vista.

―Últimamente tienes demasiados proyectos, pero no te he visto acabar ninguno ―apuntó ella cruzándose de brazos, arqueando una ceja―. Utilizar las vías de metro abandonadas, arreglar algún vagón más, Metalhead 2.0 a tamaño real... y lo sigo pensando, te has copiado de Chappie ―le acusó señalándole con un dedo.

―Que no he visto esa película ―replicó la tortuga dando un pisotón de rabia. Suspiró―. Estos días he estado con la cura para Tim... ―admitió.

―¿Y...? ―se cuestionó ella juntando las manos, esperanzada.

―He hecho avances, pero he dado con una secuencia es extraña, así que... me llevará un tiempo crear el retro-mutágeno adecuado para él. Su caso es especial.

―Aparte que sigue congelado. ¿Significa eso que sigue teniendo diecisiete años?

―Sí, pero por eso no te preocupes. Alfil tiene un acelerador molecular, puedo hacer que sus células envejezcan hasta que parezca tener veintiséis.

―Mola ―sonrió Kimani dando un par de brincos de emoción―. Ojalá que lo consigas pronto.

―Me he retado a hacerlo antes de que nazca el pequeño ―admitió dando un paso al frente para poder reposar la frente sobre la de su mujer, pasando ambas manos por su cadera y acariciando su vientre con los pulgares―. ¿Esto sigue siendo tuyo? ―preguntó después de unos instantes.

―Tonto ―se quejó ella dándole un empujón, aunque sonriendo―. Venga, ya sabes lo que pasa cuando llegamos tarde a comer. Me incomoda ver a Mikey mosqueado. Es muy raro.

―¿Se lo vamos a decir nada más llegar, o...? ―se cuestionó Donatello siguiéndola escaleras abajo, tras coger su bastón de una esquina de la habitación.

―No lo sé, como quieras. Pero elijas lo que elijas, que sea antes del café ―respondió Kimani ya aproximándose a la puerta.

*

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora