105. No me abandones

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FUE ADALINE LA ENCARGADA DE TRANQUILIZAR A GINO DESPUÉS DEL SUSTO, y ya puestos, se sentó con él en el regazo para poder darle su puré en lo que los demás disfrutaban del banquete de boda.

Fue tan pronto como tomaron asiento que Arlet le devolvió la bandana. Y casi en el mismo momento, los demás sacaron las suyas del cinturón para poder ponérselas también.

Puede que la manera convencional de comerse una hamburguesa fuese con las manos, pero tratándose de una circunstancia como aquella y vistiendo un poco más elegantes... las chicas se preocuparon de mantener sus vestidos a salvo utilizando cubiertos.

Mantuvieron conversaciones amenas cargadas de sonrisa y risas, y puede que algún brindis.

Eso sí, Arlet no desaprovechó la oportunidad de hacer pagar a Raphael y Casey por la borrachera de la noche anterior. Sabía que seguirían de resaca, por lo que alargó ese momento del tintineo de su copa todo lo que pudo, mirándolos de reojo a los dos.

Sólo cuando repartieron esa bonita, aunque sencilla tarta de limón para rematar el festín, Gino se dio cuenta de que hacía rato que no alcanzaba a ver a sus padres desde el regazo de su abuela. Los pudo localizar después de que se apartasen algunas botellas y copas vacías de la mesa.

El pequeño empezó a gimotear señalando a Arlet o agitando la mano para llamar su atención cuando ella estaba repartiendo la tarta. Gino miró a Adaline esperando que entendiese sus peticiones.

—¿Quieres ir con mamá? —le preguntó con una vocecilla dulce—. Arlet —la llamó.

—Sí, sí, ya le he visto —murmuró ella pasando un plato más a su derecha para que Raphael lo hiciese llegar—. ¿Terminas? —le preguntó. Raphael asintió tomando el cuchillo que Arlet estaba usando para acabar de repartir.

Gino alzó los brazos y pataleó con emoción al ver que Adaline le estaba elevando por encima de la mesa para que Arlet pudiese alcanzarle. Sonrió casi dejando que se le cayese el chupete.

—Parece que no me hubieras visto en una semana, petardito —dijo Arlet tomando asiento de nuevo.

—¿Cómo le has llamado? —se rio Janik después de tomar un trago de su copa de vino.

—Petardito —sonrió antes de probar esa deliciosa tarta de lima, ya cuando todos estuvieron servidos.

Gino seguía con la vista el trayecto de la cuchara de Arlet, y en ocasiones la de Raphael, estaba claro lo que quería, y a sus padres no les pasó desapercibido.

Arlet suspiró rodando la vista con diversión al haber compartido una mirada con su marido, pero dejó que Gino probase algunas cucharadas de esa tarta igualmente.

No resultaría una experiencia ajena cuando ya le habían dado a probar más cosas, pero fue divertido que después de probar esa primera cucharada sonriese con un pequeño «Mm...».

Después de la tarta, continuaron hablando todos con más copas y risas. O fueron risas hasta que llegaron hasta cierto tema de conversación que lo volvió todo un poquito más serio.

Ya recogiendo lo que quedaba del banquete y pudiendo guardar en tuppers lo que se podía aprovechar para quien quiera que se lo llevase, comentaron cosillas sobre la casa.

—¿Por qué? ¿Qué le falta a esta casa? —quiso saber Raphael atendiendo a las insinuaciones de su suegro, llevándole el casi-dormido bebé a Skylar para que pudiese terminar de mecerle en el sofá.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora