109. Dulce despedida

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NO ES QUE SU PADRE LE HUBIESE ANIMADO, pero al día siguiente, la prioridad número uno de Casey era ir a comprar el anillo perfecto para su ángel.

Aún le daba cosa lo de pedirle matrimonio porque no quería que pareciese que la presionaba. Se supone que se habían dado unos días para replantearse la situación en la que se habían visto, ¿y él aparecería con un anillo en cuanto pudiese?

Podría resultar arriesgado.

De todas formas, Casey no era tonto. Era consciente de que Jessica era bastante sensible, y desde que se dio cuenta de que su padre podría enterarse del embarazo, notó cómo se volvía mil veces más frágil.

Tampoco podía esperar a que Jessica decidiese llamarle con una respuesta definitiva. Conociéndola, podía esperar una o incluso dos semanas. Así que se pasaría a verla esa noche como una más, solo que estaba vez guardaría un anillo en el bolsillo.

Dependiendo de cómo fuese la conversación, decidiría si se lo proponía o no.

El caso es que no tenía demasiada idea de qué tipo de anillo comprar, por lo que se le ocurrió llamar a una amiga para que le ofreciese una segunda opinión. Eso sí, dentro de un presupuesto, que el pobre chico intenta ahorrar para un coche que no le relacione con su vida como vigilante.

Casey esperaba a Arlet en el exterior de la joyería habiendo pasado unos cinco minutos de la hora acordada. El vigilante miraba de izquierda a derecha con las manos en los bolsillos de la sudadera, esperando que su amiga apareciese mientras daba toques nerviosos con un pie en el suelo.

Un par de minutos después, Arlet apareció doblando la esquina.

Casey se despegó de la pared para saludarla, pero no se esperaba que ella respondiese a ese saludo con un puñetazo en su brazo izquierdo.

—¡Ah! ¿Por qué? —se quejó mirándola de reojo y sin poder entender nada.

—Sabía que conseguirías que me arrepienta, pero no tan pronto —respondió ella sacudiendo un par de veces la mano con la que le dio.

—¿En serio? ¿Lo que te molesta es no haberla invitado a tu boda? Arlet —bufó.

—Jolín, es que es un encanto, y me daba pena. Pero es que era pronto para presentarle mutantes —refunfuñó Arlet dando un pisotón de rabia, como una niña pequeña—. Bueno, acabemos con esto —murmuró intentando entrar en la tienda.

—Espera, antes de eso. ¿Se lo has dicho a Raph, o a alguien? —quiso saber él tomándola del brazo para detenerla.

—Tranquilo, lo del embarazo no. ¿Qué te apuestas a que los siguientes son Leo y Nai? —sonrió con ironía.

—No vale apostar sobre seguro. Kim está muy centrada en la carrera como para querer casarse ahora —respondió Casey rodando la vista, entrando tras Arlet a la joyería.

*

Puede que el hombre que atendía la joyería debería dejar de asumir que cuando un hombre y una mujer van a ver algo, no tienen por qué ser pareja. Era algo que Casey y Arlet no pudieron ocultar, en su cara se veía que se estaban quejando en silencio por las asunciones del hombre.

Se limitaron a corregirle sin dar más detalles y observaron con detenimiento los anillos que el joyero les mostraba.

Al final, Casey se decantó por uno de oro blanco con un pequeño diamante circular. Era lo que se podía permitir por el momento, pero sabía que Jessica no le pondría mala cara, lo cierto es que era bastante bonito.

Después de eso, se les ocurrió ir hasta la tetería. Daban por hecho que Naiara hubiera ido a limpiar o lo que fuera, y estando ella a cargo de Gino cuando Arlet se fue, supusieron que el bebé también estuviera allí.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora