24. Sí o no

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Leonardo y Arlet llegaron a la tienda. Entraron por la ventana de la habitación de Naiara en el segundo piso. Arlet se bajó del caparazón de su amigo mientras éste abría la puerta conduciéndola hasta la cocina.

—¿Naiara? —preguntó él asomándose por el marco de la puerta—. ¿Estás aquí?

—Hola Leo —saludó con el tono de voz aún apagado—. Estaba haciendo té para calmarme un poco, ¿quieres?

—Claro... Oye, quiero presentarte a alguien —dijo sacando a Arlet de la habitación con una mano en lo alto de su espalda—. Naiara, esta es Arlet; Arlet, Naiara... —las chicas se saludaron con una sonrisa incómoda. La verdad es que no era una situación propicia para nuevas amistades...

* * *

Los tres se sentaron en el salón ya que Leo insistió en que las chicas se conocieran un poco y charlasen. Leo y Naiara se sentaron en el sofá, mientras que Arlet optó por el sillón de su izquierda.

La situación iba perdiendo tensión progresivamente; hasta que salió el tema del desahucio.

—Vaya... Lo siento... —Arlet miró a Leo y éste la devolvió una mirada entristecida encogiéndose de hombros. Mierda, es por eso, ¿verdad? La chica no pudo evitar sentirse estúpida al darse cuenta de lo que la tortuga pretendía.

—Ya, bueno... Supongo que no todo el mundo disfruta de una vida sin limitaciones...

Naiara se levantó para ir a buscar su té y el de Leonardo cuando la tetera empezó a sonar. Arlet prefirió no tomar nada, ya se sentía bastante incómoda como para abusar de su hospitalidad.

En cuanto Naiara salió del salón, Arlet giró la cabeza lentamente para acabar lanzándole una mirada de desaprobación a Leo.

—Me estás vacilando... —murmuró rodando la vista a la vez que negaba con la cabeza—. ¿De verdad pretendes que me lleve una desconocida a casa? —susurró lo suficientemente alto como para reprenderle, pero no como para que Naiara la oiga. Él la miró desesperanzado.

—Arlet, no tiene familia, no tiene amigos. Es una buena chica, por favor... Échale una mano.

Arlet suspiró rodando la vista, pero volvió a dirigirle la mirada a la tortuga. Estaba pensando en los pros y contras de tener una compañera de piso basándose en lo bien que le había caído la chica hasta el momento. Se escurrió en el sofá al darse cuenta de que si se negaba, se sentiría culpable.

Naiara volvió al salón con su taza y la de Leo. Arlet no pudo evitar sentirse más presionada por la presencia de la rubia.

—Creo que me he pasado un poco —dijo entregándole la humeante taza a Leonardo—. Mejor espera un poco para tomártelo.

Arlet continuaba en silencio, temía arrepentirse de lo que dijera, ya fuera sí o no... pero cometió el error de volver a mirar a Leo, mientras colocaba la taza en la mesita de café para dejar que enfriase.

La tortuga la miraba con insistencia, súplica. ¿De verdad le importa tanto esta chica? Miró al techo y recapacitó una última vez. Suspiró antes de hablar, esperando que terminasen lo que fuera que estuvieran murmurando.

—Oye, Naiara... —comenzó con la boca pequeña—. Si necesitas un sitio donde quedarte... Tengo un par de habitaciones vacías.

La cara de Naiara era un poema en ese instante, estaba entre sorprendida y asustada. Pero en el buen sentido. Leo también la miró, no le pasó desapercibida la expresión de duda que aún tenía en la cara.

—¿Es en serio? —Arlet sólo respondió asintiendo, como si ni siquiera estuviera segura de lo que acababa de decir.

—Sip —dijo apretando los labios.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora