43. Truco

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Al día siguiente, Naiara de despertó abrazada al caparazón de Leonardo, envuelta en sus brazos. Sonrió tiernamente y apoyó la mejilla en lo alto de su pecho.

No quería irse, pero la ciudad quería recuperar el ritmo y los establecimientos también, en especial los que podían ayudar a aquellos que necesitaban ayuda. La tetería era uno de ellos.

Al igual que sus compañeros, le habían mandado un mensaje para ir y organizar y limpiar un poco, así podrían abrir cuanto antes y comenzar a trabajar otra vez.

Alcanzaba a ver el reloj digital que Leonardo tenía en su mesita de noche, y tenía una hora y media para ir. Tenía que ir, pero no quería marcharse.

Vaciló unos pocos minutos antes de decidir levantarse. De hecho, intentó ser lo más cuidadosa posible para no despertarle. Contuvo el aliento como nunca antes, deslizándose lentamente para escapar de la seguridad de sus brazos.

Suspiró aliviada cuando se encontró sentada a los pies de la cama, pero le dolió ver el extraño movimiento que la tortuga realizó, como si la estuviese buscando.

Hizo un puchero.

Cogió sus zapatos y salió de la habitación antes de arrepentirse de haber escapado de la cama. Cerró la puerta con delicadeza y caminó de puntillas hasta que abandonó la guarida.

Llegó al apartamento con tiempo para darse una ducha rápida y desayunar algo. Cuando entró, no vio nada, pero al bajar las escaleras envuelta en un albornoz y pasándose una toalla por las rastas, sí.

Se detuvo extrañada al darse cuenta de que Raph y Arlet estaban dormidos en el sofá. Raphael con Arlet sobre él y, se habían dejado la televisión encendida.

Naiara se colocó la toalla en el hombro y descubrió que estuvieron viendo una película de Viernes 13, debieron de perderse el final, aún estaba el menú del DVD en pantalla.

Apagó la televisión haciendo que cesase esa espeluznante melodía que sonaba como acompañamiento del menú principal. Y, precisamente por eso, Arlet se despertó. Arrugó la nariz y estiró los brazos con cuidado de no molestar a Raph, pero él también se estaba despertando, solo que no de repente.

—¿Cuándo has llegado? —preguntó en un bostezo, sobresaltando a la rubia. Se llevó una mano al pecho por el susto.

—El tiempo justo para ducharme —respondió suspirando, resignada por lo fácil que era asustarla—. ¿Os habéis quedado dormidos en el sofá?

—¿Es que no nos ves, Naiara? —sugirió Raph mirándola con una sonrisa irónica, rodeando la cadera de Arlet.

—Lo decía porque se me hace raro —aclaró—. Al menos por ti. ¿Queréis desayunar?

—Deja, ya lo hago yo —dijo Arlet—. Mientras te vistes.

—Está bien, gracias —sonrió a su amiga antes de retomar el secado de su pelo y volver al piso de arriba para acabar de vestirse.

Cuando Arlet intentó levantarse, vio que Raphael no la soltaba. Gimoteó, pidiendo así que no se alejase de él, escondiendo la cara en su cuello.

—Raph... —se quejó. Rodó sobre él y acabó sentada en el suelo. Se quitó la manta en la que estaba envuelta y la echó encima del perezoso mutante del sofá con una sonrisa, tapándole la cara. Tan pronto como Raph se quitó la manta de encima, la miró con una sonrisa dormida—. Venga, levanta.

—¿Para qué? Se me ha hecho tarde, no volveré a la guarida hasta la noche —murmuró estirando los brazos.

—Te lo tengo dicho, siempre se te olvida poner alarma —le dijo cruzándose de brazos—. Pero no, me refería al desayuno. Échame una mano.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora