110. Saguenay

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CASEY LE HABÍA TRATADO DE CONTAR A JESSICA ALGO SOBRE SUS AMIGOS, sólo por prepararla un poco y que no se asuste al ver a Raphael. Ella le miraba incrédula al escuchar algunas de las anécdotas que le contaba.

No acababa de entender qué podía hacer a sus amigos tan especiales como para no haberlos podido conocer, pero estaba demasiado sorprendida por haber descubierto el hobby de Casey como vigilante nocturno.

—Oh, Dios mío. En serio, ¿cómo es que sigues vivo? —le preguntó después de escuchar alguna de sus locas aventuras, ya entrando en el edificio de Arlet.

—¿Qué puedo decir? Soy un yonki de la adrenalina —se rio Casey permitiendo que ella pasase antes, sujetando la puerta.

—Pero tienes que tener más cuidado, no puedo hacer esto sin ti —gimoteó Jessica señalándose el vientre antes de llamar al ascensor—. No sé cómo hacer nada.

—Tranquila —la calmó él—. Que no te vas a librar de mí tan fácilmente.

Al llegar al piso y aproximarse a la puerta de Arlet, ya se podían escuchar las risas de Gino y ligeros gruñidos juguetones del perro. Claro que, Jessica teniendo respeto por los perros grandes, miró a Casey con inseguridad.

—Te prometo que no te va a hacer nada —le aseguró antes de llamar al timbre.

Ella asintió tragando saliva sin estar del todo convencida, pero bueno, si le tenían con un bebé, debía de ser de confianza.

Arlet abrió la puerta un poco, ladeando la cabeza con una sonrisa para evitar que el perro salga a recibir a los invitados. Eso sí, consiguió asomar la cabeza y lamerse el hocico con emoción al ver que se trataba de Casey.

—Hola, tortolitos —dijo Arlet tomando a Danger del collar para obligarle a retroceder. Así permitió que la pareja pasase al interior de la casa—. ¿Cómo es que de repente teníais prisa?

—Por nada, sólo que hemos pensado que igual habría que comentarle algo a mi madre —respondió Casey saludando a perro para que se tranquilizase—. Iremos a verla esta tarde.

—Pues suerte —contestó Arlet sabiendo por conversaciones anteriores que no le emocionaba la idea de ir a pasar el rato con su madre—. ¿Y tú qué, Jess? ¿Te han dado alguna pista? —insinuó con una sonrisilla.

Jessica asintió con una pequeña sonrisa vergonzosa. En un principio Casey no quería soltarlo sin más, pero viendo que en todo el trayecto parecía hacerse a la idea, se lo acabó diciendo.

Tortugas mutantes.

—Y por eso no había sillita de bebé en el coche, asumo.

—¡Bah! —gritó el pequeño desde el salón, grito al que Danger acudió enseguida. Luego se volvieron a escuchar las risas del pequeño al ser sus pies lamidos.

Jessica tuvo que asomarse al salón con curiosidad. Ahora quería ver a esa pequeña tortuga mutante, y más por la forma en la que demandaba la atención de uno de los perros con los que preferiría mantener las distancias.

Estaba sentado en su mecedora portátil y sujeto por el cinturón para que no se deslizase. De vez en cuando, alargando las manos para acariciar al perro o, hacer que parase de hacerle cosquillas. Aunque no tardaba en buscar que continuase haciéndole reír.

—Qué cuco —sonrió con ternura volviéndose para mirar a Arlet.

—Lo sé, es igual que su padre —respondió ella con una gran sonrisa—. Y ya se empieza a notar su color de ojos. Son marrones —añadió con emoción.

—Anda, como mamá —dijo Casey con una sonrisa irónica.

—Sí —celebró—. Emm, la comida ya está. Voy a ver por qué Raph tarda tanto. ¿Colocáis a Gino en la trona?

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora