68. Difícil

166 23 5
                                    

KIMANI DEJÓ DE BAJAR A LA GUARIDA TAN A MENUDO, Y CUANDO LO HACÍA PASABA MÁS TIEMPO CON MICHELANGELO. Su pie estaba perfectamente, por lo que en ocasiones ya bajaba mentalizada de que se iba a pasar la tarde bailando con él. Menos mal que, cuando dejó de ser una de las niñatas populares del instituto le dio por vestir más cómoda, lo de llevar ropa de recambio sería un rollo.

Claro que no dejó de ver a Donnie, continuaba haciendo los deberes y estudiando junto a él, muchas veces estableciendo una conversación con Arlet, que solía hacer lo mismo en el laboratorio. Así le hacían compañía al genio, se lo pasaban muy bien los tres, aunque también es cierto que le distraían; sobre todo cuando Mikey escuchaba las risas y quería unirse.

Claro, hasta que acabó el curso. Ahora estaban disfrutando de su merecido descanso de verano, al menos ellas, en cierta medida, porque seguían trabajando...

¿Qué por qué dejó de bajar tan a menudo? Bueno... es posible que enterarse de que Donatello podría seguir colado por April, hubiera despertado en ella unos celos que no creía tener. Era normal que la pelirroja continuase bajando a la guarida, no dejaban de ser sus amigos y, poca gente lo sacrificaría porque uno le hubiera pedido salir en su día. Sí, Donnie le pidió salir, pero no por eso quería dejar de ser su amiga.

También está el asunto de que ella estaba involucrada en todo el asunto de los extraterrestres que intentaron dominar la Tierra y replicar su propia dimensión en ella, además de sus poderes y su papel en más misiones. A Kim no le parecería justo que abandonase todo eso, podía entenderlo, pero seguía molestándole, sobre todo cuando sabía que estaban en el laboratorio, juntos.

Intentaba fingir que no pasaba nada y continuar bailando con Mikey, pero es que desde donde estaban podía ver un poco del escritorio y unas sombras en la pared. Pff... ¿A qué venía ese empujón juguetón? ¿Eso que oigo son risas?

―Kim. Kim, te has vuelto a despistar ―escuchó de repente la voz de Mikey, obligando a su mente a tomar posesión de su cuerpo en vez de estar pendiente de lo que fuera que estuviese pasando en el laboratorio.

¿Hum? Ah, sí. Lo siento, ¿qué es lo que no te sale? ―preguntó pretendiendo que no había pasado nada. Mikey frunció el ceño, pero al mirarla de reojo se fijó en dónde estaba mirando hace un momento. Arqueó la ceja y zigzagueó la vista de la puerta del laboratorio a ella.

―Antes pasabas más tiempo con Donnie ―señaló. Es posible que en ocasiones diese esa impresión, pero Mikey no era tonto, podía darse cuenta de cuándo alguien actuaba de forma rara.

―Ya... Emm... Últimamente está ocupado, y no sé cómo ayudarle ―murmuró, pero titubeó un poco al final de la frase.

Michelangelo se dio cuenta de que había evitado el contacto visual. Iba a preguntar por lo que la tenía tan inquieta, a lo mejor es que habían discutido, pero se volvieron a escuchar risas desde el laboratorio. Al volver a mirar a Kimani, se dio cuenta de que parecía estar conteniendo el aire mientras apretaba los labios con una mueca de incomodidad y se llevaba las manos a las caderas, sobre el trasero.

Mikey la miró con una sonrisilla de realización, en parte entusiasmado por haber sido él el primero en darse cuenta de ello. O puede que porque lo vio venir en un principio ―aunque nadie le creyese―.

―No, no me mires así ―gimoteó temiéndose lo peor, ladeando la cabeza de un lado a otro para no ver esa sonrisa pícara. No obstante, tenía que saber que las sospechas de Mikey estaban lo suficientemente cerca de la realidad, por lo que, entre el pelo que le ocultaba parcialmente la cara, intentó mirarle de reojo.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora