19. Inquietudes

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Leo estaba algo decaído por los últimos acontecimientos. Karai había descubierto la verdad y consiguieron liberarla... ¿Qué iba a ser de ella como serpiente mutante? ¿A dónde habría ido? ¿Y si la encontraba Shredder antes?

La tortuga no sabía qué hacer, sentía que había decepcionado a su padre por no haber evitado que cayese al tanque de mutágeno. Splinter también estaba destrozado, se culpaba por haberle contado todo lo ocurrido con Shredder demasiado pronto. Todo esto había ocurrido hace un mes y aún no la habían encontrado. Leonardo salió a despejarse sin saber muy bien a dónde ir.

* * *

Después de saltar de una azotea a otra y, puede que patear alguna que otra antena parabólica... Leonardo se sentó en una azotea para pasar el rato.

Incluso pensó en meditar, pero... Era la primera vez que lo hacía fuera de la guarida y, siendo sinceros, había mucha más gente de la que parecía en busca de ellos. Obviamente, se enteraría si alguien se aproximaba a él con intención de dañarle, pero sí... Le pillaría en desventaja igualmente.

Flashbacks de aquella fatídica noche cruzaban su mente sin cesar, atormentándole. No era la primera vez, pero por alguna extraña razón se sentía vulnerable al recuerdo. A lo mejor era por ver a su padre tan triste. O a lo mejor fue por su propia negligencia.

¡Vamos, Leo! El día que la conociste te lanzó una bomba de humo. ¿Cómo no lo viste venir?

Agachó la cabeza enterrándola entre sus manos y cerró los ojos con rabia. No dejaba de torturarse por lo ocurrido. No dejaba de dar vueltas a todo lo que pudo hacer para evitar que Karai acabase de esa manera. Si tan sólo hubiera visto saltar a Shredder... A lo mejor hubiera reaccionado de otra manera.

A lo mejor hubiera podido salvarla...

Se mantuvo un buen rato sin dejar de pensar. Inconscientemente, levantando la cabeza de sus manos porque la postura empezaba a cansarle... Entonces el tiempo pareció detenerse.

La vio a ella. La hermosa chica de las rastas... Caminaba por la calle hasta que se detuvo en la puerta de la tienda.

Leonardo echó un vistazo a su alrededor. Ya decía yo que había estado en este barrio antes... Volvió la vista hacia ella y la observó. Se dio cuenta de que por un momento, su mente había descansado.

Vio que cuando la chica abrió el buzón que había junto a la puerta de la tienda y vio las cartas, le cambió la cara. Parecía preocupada, decepcionada...

Leonardo no sabía qué le pasaba, pero su sentimiento de culpa volvió a él. Ah... La empatía.

Tras un instante y ver que entraba al interior cabizbaja, se le ocurrió que podía hablar con ella y consolarse mutuamente. Apenas habló con ella una vez, pero le dio la impresión de ser una buena chica, inteligente y comprensiva. Saltó hasta la fachada del edificio y entró por una de las ventanas del segundo piso.

* * *

—¿Naiara? —preguntó entre susurros, con cautela—. Soy yo, Leo... —la chica apareció por la puerta con las cartas abiertas entre las manos.

—¿Leo...? —se secó una lágrima con la manga derecha de la camiseta. Mantuvo una pequeña pausa hasta que se fijó en la mirada confusa de la tortuga—. P-perdona... Intentaba convencerme a mí misma de que lo de la otra noche fue un sueño... —soltó una tímida (puede que algo forzada) risilla.

—Me gustaría decir que es lo que los demás hacen... Pero no, lo más habitual es que griten y salgan corriendo —respondió pretendiendo sonar más animado de lo que realmente estaba.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora