cap 12

496 32 10
                                    

AL CAER LA NOCHE, CAPÍTULO 12
UN CUCHILLO METALIZADO

A LA SEMANA SIGUIENTE, LA COSA SE TORNÓ BASTANTE TENSA.

Los chicos intentaron rescatar a Karai el miércoles por insistencia de Leonardo, quien no soportaba ver a su Sensei tan hecho polvo mirando melancólicamente su fotografía familiar.

Le costó convencer a sus hermanos, pero cuando le vieron decidido a salvarla por su cuenta, le acompañaron a regañadientes. No creían que fuera a hacer ninguna estupidez porque no era propio de Leonardo, pero sí es cierto que la situación resultaba arriesgada de por sí.

Fue extraño ese momento en el que el querido Kuro Kabuto de Shredder, apareció en mitad de la carretera después de que atropellasen a un tipo invisible. Pero más raro aún es que ese casco fuese el móvil de una carrera contra los esbirros de Shredder.

Tal como gritó Michelangelo en medio de tan surrealista experiencia, parecía que estuviesen jugando a «la patata caliente» por la ciudad.

Estuvieron a punto de lograrlo, pero lamentablemente Shredder se temía que las tortugas fueran a intentar salvar a Karai. Ideó una pequeña trampa de la que tuvieron constancia más tarde en una azotea.

No salvaron a Karai, pero eso lo hubieran podido averiguar antes si les hubiese dado por quitarle el saco de la cabeza.

Resultó ser una bomba.

Después de eso, sólo les quedaba volver a casa sabiendo que habían fracasado.

Leonardo estaba especialmente decepcionado por cómo había acabado todo. No se sentía capaz de regresar a la guarida, le avergonzaba tener que decirle a Splinter lo que habían intentado hacer ―por insistencia suya― para únicamente haber formado parte de una carrera sin sentido y haber estado a punto de volar por los aires.

Sencillamente no se sentía capaz de volver con la cabeza gacha, así que les dijo a sus hermanos que quería dar una vuelta a solas.

Claro que, la noche se le alargó hasta el mismísimo amanecer, y tuvo que buscarse algún lugar en el que quedarse para que no le viesen los humanos que salían a la calle para dar comienzo a su rutina.

Arlet bajó las escaleras a toda prisa temiéndose que iba a llegar tarde a clase.

Estaba terminando de meter la mano por la manga de la sudadera, aunque le resultaba un poco difícil teniendo los cordones desatados y utilizar la otra mano para bajar la mochila. Por no mencionar, que tampoco se había dado el botón de los pantalones.

Se saltó el último escalón por error y tuvo que aguantarse en la pared de enfrente para evitar caerse o peor, estrellarse contra ella. Ya de paso ―y maldiciendo tanto la torpeza como las prisas―, apoyó un hombro en la pared para flexionar la pierna derecha y atarse los cordones.

―¿Estás bien?

Arlet dio un respingo que casi le cuesta, además, un cabezazo contra la pared. Se llevó una mano al pecho bajando la pierna.

―¡Joder! ―resopló con rabia―. Qué susto, Leo.

Leonardo estaba asomado por la esquina correspondiente a la cocina, frunciendo el ceño porque de verdad que había sonado como si su amiga se hubiese caído por las escaleras.

Arlet suspiró profundamente y se ató los pantalones como es debido, con el botón bien dado por encima de su ombligo.

―¿Qué haces aquí? ―se cuestionó suspirando más tranquila aunque confusa, siguiéndole hasta la cocina terminando de subir la cremallera de la sudadera. Se sentó en un taburete para alcanzar a atarse también la otra zapatilla.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora