46. Confianza (🍋)

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Después de haber estado dando vueltas sin rumbo por la ciudad, viendo si encontraba a la escurridiza serpiente, Leonardo fue al apartamento de las chicas esperando poder hablar con Naiara. Necesitaba su ayuda, su paz...

A lo mejor le resultaba un poco difícil teniendo en cuenta que el apartamento en realidad era de Arlet y que Raphael salió hace rato; probablemente estarían viendo una película o algo.

Cuando llegó, Naiara estaba sentada en la cocina tomándose un café.

―Hola... ―saludó sin ser capaz de mostrarse muy animado, cerrando la puerta tras él y recibiendo la atención de la rubia―. ¿Estás sola? ―preguntó tras haber echado un vistazo al salón, caminando para tomar asiento frente a ella.

―Sí —respondió posando la taza en la encimera—. Raph se ha llevado a Arlet a dar una vuelta; ya sabes, mañana se va a California ―informó encogiéndose de hombros, a lo que Leo asintió, recordándolo―. ¿Ha habido suerte?

―No...

Leonardo resopló desalentado, la búsqueda de Karai le había tenido en vela varias noches ya.

Naiara se levantó y se situó junto a él para abrazarle.

―Leo... no te preocupes. Ya aparecerá —aseguró meciéndole, Leo rodeó su cadera con una mano agradeciendo el gesto.

―Pero... ¿Y si la encuentra Shredder antes? O... ¿y si ha vuelto a su guarida?

Leonardo sabía que la técnica que le había enseñado su maestro ayudaría a la expulsión del gusano, pero no estaba seguro de que la mente de Karai se hubiera liberado antes de desaparecer. Quizás su instinto animal había vuelto y andaba por ahí perdida, indefensa.

―Shh... ―le chistó dulcemente posando el dedo índice en sus labios―. Ven, vamos a meditar un rato, ¿vale? ―tomó su mano y le obligó a seguirla hasta el piso de arriba. Entonces. Leo se fijó en un pequeño detalle que le hizo sonrojar.

Se llevó la mano libre a la cara para tratar de no mirar pero, involuntariamente, echó algún que otro vistazo.

―Emm... ¿Por qué no llevas pantalones?

―Se me cayó el café... —respondió restándole importancia. La camiseta de su pijama casi hacía que pasase inadvertido, pero Leo se sonrojó cuando empezaron a subir las escaleras.

* * *

Después de un patético intento de meditar sentados en la cama, mirando a través de la ventana —porque Naiara lo prefería antes que cerrar los ojos—, Leo suspiró dándose por vencido y agachó la cabeza. Naiara le miró al darse cuenta.

―Leo... ―murmuró con tristeza, tratando de mostrarse comprensiva.

―Olvídalo, Naiara ―dijo apoyándose en el respaldo de la cama, en una postura que no era ni sentado ni tumbado―. No consigo centrarme. Sigue tú ―cerró los ojos y colocó su brazo izquierdo tapándose la cara.

Naiara no estaba muy segura de lo que debía hacer, nunca antes le había visto así. Es decir, estuvo deprimido cuando estuvieron en la granja, cuando Karai quiso irse y después de haber rescatado a sus hermanos y amigos de ella misma... Pero pareció que había aprendido a aceptar que no todo estaba bajo su control, que no era culpa suya, que tenía que aprender a celebrar sus logros y no torturarse por sus fracasos.

¿Había alguna manera de animarle? ¿De hacer que se olvide un rato del tema?

Puede que hubiera una... Naiara esbozó una pequeña sonrisa ladeada. Se acercó hasta él gateando, quedando sus piernas a ambos lados de la cadera de él. Leo gimoteó al sentirla sobre él, no le apetecía que intentasen animarle... Pero eso era antes de sentir la delicada mano de Naiara tomando la suya y besándola para intentar descubrir su rostro.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora