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CUANDO LA MADRE DE CASEY SE FUE, LAS TORTUGAS APROVECHARON PARA CONOCER A EDITH. Aunque estaba claro que Michelangelo estaba demasiado pendiente de la hora. Había retomado sus extraños horarios nocturnos.

Después de conseguir acaparar un poco a la pequeña y reírse ante las caras de confusión de Gino, le devolvió la niña a su madre y se excusó.

Sus hermanos le miraron con el ceño fruncido. Querían seguirle, pero ya les parecía grosero que Michelangelo se hubiera ido tan rápido. Quedarían fatal si ellos también se fuesen corriendo.

―¿Y a este qué le pasa? ―se cuestionó Casey con una mueca, volviendo de la cocina para ofrecerle a sus invitados algo de beber.

―Ni idea ―suspiró Donatello con pesadez―. Lleva así más de un mes.

―Pero se tomó unas vacaciones ―apuntó Raphael después de ayudar a Gino a subirse al sofá para ver al nuevo bebé.

El pequeño gateó hasta poner una mano en el brazo de Jessica para acomodarse de rodillas a su lado y alzar la cabeza con curiosidad. Edith bostezó apretando los puños y zarandeando ligeramente los brazos, escupiendo por enésima vez ese chupete que sus padres se empeñaban en ponerle.

Gino trató de alcanzar el chupete por pura nostalgia. Raphael y Arlet intentaban que lo usase menos, y ya de paso ver si aprendía a comunicarse más y mejor. Es por eso que Raphael atrapó su manita con una mirada de advertencia y un profundo «no...».

Gino frunció el ceño, ofendido por que su padre se empeñase en negarle el placer de su chupete. Bueno, ese no era el suyo, y precisamente por eso Raphael reaccionó con mayor rapidez. Jessica le dio el chupete a Casey mientras Gino no miraba para evitar una nueva tentación.

―¿Y os hacéis una idea de a dónde va? ―se interesó Jessica para continuar la conversación.

―No lo sabemos, pero siempre sale a la misma hora.

―Uh-uh-uh... ―canturreó Casey―. ¿Habrá conocido a alguien?

Leonardo, Raphael y Donatello mentirían si dijeran que habían pensado en esa posibilidad. Aunque resultaba un poco egoísta por su parte, los tres tenían novia ―o mujer―, ¿por qué se iba a quedar su hermanito soltero de por vida? Él también tenía derecho a ser feliz.

No pudieron evitar mirarse los unos a los otros, pero prefirieron dejar sus especulaciones para cuando volvieran a la guarida.

*

Los chicos estaban en la guarida en compañía de Kimani, y le habían contado a su amiga lo que Casey insinuó cuando fueron a ver a la pequeña. Aparte de que a Kimani le interesaba la opinión de las tortugas al ver a tan encantadora niña y a quién creían que se parecía más, el poder del cotilleo se apoderó de ella.

Claro que le hacía ilusión que su mejor amigo encontrase a alguien, pero ahora quería conocer todos los detalles.

A los chicos les sorprendió que Kimani reaccionase como si el que fuera a ver a una chica fuera la reacción más obvia. Primero se encogió de hombros llenándose la boca de palomitas diciendo «tiene sentido», luego empezó a hacer preguntas.

Para cuando Michelangelo volvió con su extraña sonrisa entusiasta, sus hermanos y Kimani estaban viendo una serie en el salón.

Ya que Kimani y Michelangelo podían tener conversaciones más propias de colegialas, ya fuera viendo una serie de animación o bailando, Donatello insistió en que le preguntase por sus escapadas de la tarde. Le dio un codazo para despertarla porque empezaba a deslizarse por su brazo, lo cual era extraño porque eran las 20:30.

tmnt2012, al caer la noche (ES) [acabada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora