— «En otras noticias, la fuga de gas en la ciudad de Mansera ya fue controlada, la falla provocó desmayos en los ciudadanos, incluso muertes en algunas personas debido a la alta concentración de gas, así como la explosión del rascacielos de la gran plaza. Se están haciendo las diligencias correspondientes para dar con las causas y los responsables. Además, la industria de aviación ya se encuentra funcionando con normalidad después de la falla en los sistemas de navegación que afectó a todos los vuelos del mismo día, por desgracia, no todos los vuelos pudieron realizar los protocolos correspondientes y solo algunos lograron realizar maniobras de emergencia para aterrizar, se están realizando los protocolos necesarios para recuperar los cuerpos de aquellos que no lo lograron. Lo anterior solo demuestra la dependencia que tenemos sobre los sistemas informáticos y lo volubles que estamos ante una falla de tal magnitud. En los espectáculos, un grupo de Kpop ha sido ligado y encontrado responsable de trata de personas, le diremos cual después de estos mensajes de nuestro patrocinador...»
Don Mario apagó el televisor, pegó la nuca al respaldo del sillón, tomó aire y lo guardó en su pecho un momento. El sol entraba con calidez por la ventana y el silencio le abrazó con cariño. Poco a poco, un pequeño sollozo se escuchó en la habitación de fondo, el hombre sacó el aire y se levantó con esfuerzo, su cuerpo, aún adolorido por los sucesos de hace una semana, necesitaba más descanso, pero estaba dispuesto a todo por ayudar.
Cruzó la sala y al entrar al cuarto, vió que Ramón, ya con su camisa y pantalón de vestir puestos, cargaba con cariño al pequeño cachorro Pedro, dándole una mamila para calmarle. La escena le enterneció, grabándola en su corazón, viendo a su hijo y a su nieto, juntos, bajo una luz cálida y suave. Ramón giró sobre si para arrullar a su hijo, hasta que vio a su padre en el marco de la puerta.
— Dámelo, ya casi es hora — pidió el hombre.
El tigre sonrió, le entregó a su hijo y terminó de alistarse. Tras unos minutos, un coche llegó fuera de su casa. Listos, Padre, hijo y nieto entraron.
— ¿Estará bien? — se preguntó Ramón en voz alta, mirando por la ventana.
— Lo estará cuando te vea — aseguró su padre.
Raúl despertó, la camilla del hospital lo empezaba a incomodar, abrió los ojos y la luz brillante del día le cegó unos instantes, pero en poco tiempo, logró habituarse a la iluminación. Se encontraba solo, en un cuarto de color azul pálido, con un suero conectado a su muñeca.
— ¿Orden de los de arriba? — escuchó afuera una voz llena de duda.
— Yo no hago las reglas, solo firme su alta — replicó otra voz.
El tigre blanco consideró levantarse cuando, abriendo su puerta con tosquedad, apareció Júpiter, vestido de pantalón y camisa blanca.
— Aquí estás, fortachón — le saludó con una amplia sonrisa, llegando y abrazándolo contra su fornido cuerpo —. Date prisa o llegarás tarde.
— ¿Júpiter? ¿Dónde estoy? ¿Dónde están todos? — cuestionó el tigre.
— Te pondremos al día en el camino — aseguró el dragón de komodo Estoico entrando al cuarto y trayendo consigo un traje negro para Raúl.
— ¿A dónde vamos? — cuestionó mientras Júpiter le ayudaba a levantarse.
— Listo, se lo creyeron, pero no tardarán en ver que les engañamos — con ellos llegó Il Dottore —. Saludos, señor Raúl, me da gusto verte recuperado, pero debemos escapar.
— ¿Escapar? — la mente del pobre tigre apenas comprendía lo que sucedía.
Con prisa, el trio subió a Raúl a un coche negro. Il Dottore manejaba mientras Estoico y Júpiter ayudaban al tigre a cambiarse y explicarle el itinerario.
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La balada de los pecadores: Fabula Drakone
Adventure- Damas y caballeros, niños y niñas. Bienvenidos a nuestra humilde función. El día de hoy presentaremos una obra llena de emoción, acción, terror y amor. Ramón Martín, un carismático y efusivo gymbro, ha decidido hacerse amigo del tosco Raúl Navarr...