Personajes, historia y redacción: Garrick.
- ¿El gato te comió la lengua, mi buen?
El oso Mauricio sonreía al ver a Martín mudo de la impresión.
- Estuvimos hablando de todo un poco - retomó Raúl comenzando a quitarse la camisa, dejando a la vista su cuerpo enorme y marcado, con una capa fina de vello y un denso triangulo velludo por arriba de la hebilla del cinturón -. Tras resolver nuestras diferencias, Mauricio se ofreció a ayudarme para tener mi primera vez contigo.
El oso, de forma sensual, se acerca a Raúl por detrás, pasando sus grandes garras por el pecho y vientre del hombre.
- Pero no te quedes ahí parado, mi buen - tentó Mauricio a Ramón -, ¿acaso no quieres esto? - el oso dio dos buenos apretones a los duros pechos de Raúl, haciéndolo gemir.
Ramón miraba jadeando, su pantalón le apretaba y su pene luchaba por liberarse.
- Necesita tu ayuda - Mauricio soltó un par de carcajadas antes de empujar al hombre al frente.
Raúl, un tanto nervioso, se acercó a un tímido Ramón. El tigre apenas creía lo que pasaba. Raúl solo tuvo que dar un paso para acercarse a su amigo y notar su duda.
- Si no quieres hacerlo - consideró Raúl -, yo...
- No, sí quiero. Por favor.
Raúl sonrió y tomando la playera de Ramón, se la quitó lento, despacio, sin prisa, admirando el inmenso cuerpo del musculoso tigre.
- Tócalo, siéntelo - sugirió el oso.
Raúl pasó las manos por el pecho y vientre de Ramón, estaba duro, firme, terso, su pelaje era suave, cálido, su pecho era más claro, limpio, de un tono amarillo pastel, mientras que sus dorsales eran rayados, comenzando a obscurecerse en un naranja intenso llegando a su espalda. Destacando, dos pezones rozados, redondos y suculentos.
- Bésalos.
Raúl se inclinó y dio un beso suave, casi delicado al pezón, haciendo que Ramón gimiera por la sensación, después, pasó al otro dándole el mismo trato, pasando su lengua por esa pequeña protuberancia saliente, carnosa, rosada, tras lo cual, cubrió con sus labios y succionó con fuerza, poniendo más duro a su amigo.
- Las axilas...
Escuchando la indicación, Ramón, cachondo, levantó los brazos y puso las manos tras su nuca. De forma tímida, Raúl se acercó y olió el vello de su axila. Arrecho, Mauricio le empujó, enterrando el rostro del hombre en el sobaco del tigre. La sensación húmeda y cálida fue reforzada por un olor de sudor suave y un marcado desodorante, pero, por encima de ellos, resaltaba una fragancia dura, fuerte y viril, era el olor a macho en celo de Ramón.
Embriagado por el aroma, Raúl perdió toda pena y se enterró de lleno en la otra axila, grabando en su olfato y mente la fragancia del tigre, lo hizo con tal fuerza y gusto que su cara terminó humedecida.
- Ve bajando - sugirió el oso tocándose su duro miembro por arriba de la tanga.
Raúl descendió besando los pectorales, abdominales y vientre de Ramón, haciéndolo temblar, hasta que llegó a la hebilla de su cinturón.
- Quítale solo el pantalón - ordenó Mauricio, con voz sensual.
Raúl posó sus manos en el cinturón y lo abrió sin mucha dificultad, una vez listo, desabotonó el pantalón y de un tirón, dejó a la vista un suspensorio tenso, luchando por contener el miembro velludo y pulsante de Ramón mientras una mancha espesa y acuosa se mostraba sobre la tela que cubría su glande.

ESTÁS LEYENDO
La balada de los pecadores: Fabula Drakone
Aventura- Damas y caballeros, niños y niñas. Bienvenidos a nuestra humilde función. El día de hoy presentaremos una obra llena de emoción, acción, terror y amor. Ramón Martín, un carismático y efusivo gymbro, ha decidido hacerse amigo del tosco Raúl Navarr...