59 - Trascendental

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Redacción: Ernesto Esquivel D.

Historia y personajes: Garrick.



Raúl y Ramón lograron entrar con esfuerzo a la planta de energía, encontrándose con un pasillo amplio, largo, oscuro y recto. Al fondo, una luz proveniente de una habitación rompía la penumbra. Se miraron y, con determinación, comenzaron a caminar hacia ella. El tigre tomó el brazo de su amigo y lo colocó alrededor de su cuello para ayudarlo a sostenerse.

— No te preocupes, bro — mencionó Raúl, deteniendo sus pasos y soltándose suave de Ramón —. Puedo caminar bien, en serio. 

— No mientas, ve cómo estás — señaló el tigre el cuerpo de su novio —. Yo te ayudo — intentó volver a tomar su brazo, pero Navarro lo alejó un poco.

— Estoy bien — comentó Raúl, acercándose al tigresote y dándole un beso afectuoso en la frente —. Sigamos adelante, con cuidado — pidió Navarro, volviendo a su camino, hacia la habitación que se distinguía a lo lejos.

Ambos estaban atentos a todo, Raúl cojeaba un poco, pero se sobreponía al dolor, Ramón tenía dolor en todo el cuerpo. 

Al llegar y entrar en la habitación, se desconcertaron al darse cuenta de que se trataba de un lugar amplio y vacío casi en su totalidad, pero, allí en medio, sobre un trono hecho de sartenes, cubiertos y utensilios, se encontraba Gula, sentado y esperándolos con una gran sonrisa.

— Adelante, pasen, pasen. Están en mis dominios — se levantó el pecado, afable —. Me sorprende ver que han logrado dejar atrás a mis generales, pero bueno... no esperaba menos del portador de las gemas — mencionó, extendiéndole la mano a Raúl, quien, al no notar agresión por parte de la calamidad, aceptó el saludo, pero, al tomar su mano, sintió una energía abrumadora por parte del jabalí, soltándola casi al instante —. Como ya saben, esta es una de las centrales de energía que Ira nos confió — levantó los brazos, aludiendo a la grandeza del lugar—. Si destruyen las siete centrales, acabarán con Ira — explicó como si no fuera la gran cosa. 

— ¡¿Por qué filtra información tan importante?! — replicó Ira, desde Carabancel a las demás calamidades, que se reían por la ocurrencia de Gula, observando el encuentro desde el monitor principal de su base.  

— ¡Venimos a destruir este lugar! — explicó Ramón a Gluto, quien miró el rostro del tigre, reconociéndolo, acercándose a él para quedar frente a frente.

— Pero miren nada más, es mi felino aprendiz — celebró con gusto, estrechando su mano —. Qué pequeño es el mundo — se río, dándole a Ramón un par de palmaditas en el hombro —. Por desgracia, no puedo permitir que vengan y que intenten entorpecer nuestros planes. Hay que mantener una cierta reputación, ya saben — giró, para hacer un guiño a una de las cámaras, cosa que sus compañeros desde Carabancel, aplaudieron, divertidos, mientras que Ira no entendía nada en lo absoluto —. Y la verdad, es que de cierto modo me agrada su visita. Hace tiempo que no tengo un duelo con nadie a mi altura y estaré encantado de enfrentar al portador de las gemas en una pelea — declaró, haciendo que el par se pusiera a la defensiva ante la amenaza —. Si me vencen, la central dejará de funcionar, pero si yo gano¬... — hizo una pausa y los miró fijo — me los comeré vivos — culminó, borrando su sonrisa, poniéndose serio, intimidando a Ramón y Raúl que, de inmediato, se colocaron en posición de ataque.

— Estamos listos — expresó el tigre.

— No te tenemos miedo — replicó Navarro.

Gula siguió mirándolos serio, para luego echarse a reír, desconcertándolos.

La balada de los pecadores: Fabula DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora