65 - Amparo

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Redacción:  S. González

Historia y personajes: Garrick.


— Eso fue... — Don Mario miraba atónito el resultado de la pelea, Diamantina, a su lado, observaba en silencio a aquel enmascarado carmesí. 

— ¡Nuestra siguiente ronda! — retomó el presentador. 

— Debo irme — anticipó el padre un tanto renuente, dirigiéndose al cuadrilátero. 

— Adelante — dijo la chica distraída, sin quitar los ojos del Diablo. 

— ¡En la esquina derecha, el experimentado Mario! — anunció el maestro de ceremonias cuando el hombre subió al área de pelea —. ¡Y en la esquina izquierda, Dorca, la gacela!

La agreste miró al hombre con desdén, el padre estiraba los brazos, calentando. 

— ¿Quién invitó al abuelo? — reprochó Dorca, ofendida, haciendo que algunos seguidores de Soberbia se rieran por su comentario. 

El padre se limitó a respirar hondo, sus músculos se relajaron a la vez que todo su entrenamiento y experiencia pasaban por su mente.

— Pues si se muere no es mi culpa — advirtió con indiferencia la agreste. 

Don Mario se hallaba en ese momento listo, no había tomado ninguna posición de combate, pero, una vena palpitante apareció sobre su ceja derecha, irritado por las palabras de la gacela. 

— ¡¿Lista?! — el anunciador señaló a Dorca, que asintió poniendo los ojos en blanco —. ¡¿Listo?! — el presentador se dirigió al padre, pero el hombre no contestó ni se movió —. ¡Tomaré eso como un sí! ¡Adelante! 

La gacela salió disparada hacia Don Mario, recorriendo el escenario de combate en instantes, para luego saltar y lanzar una patada en diagonal hacia la cabeza del hombre, que logró reaccionar y cruzó los brazos, absorbiendo el impacto y manteniendo su equilibrio. 

Dorca tomó distancia, corrió y saltó de nuevo, el padre se cubrió, pero la agreste se había impulsado con más fuerza y cayó a su espalda pateando su costado, eso provocó que Don Mario se ladeara perdiendo el equilibrio, el hombre intentó recuperar su balance empujando el suelo con un brazo antes de caer, mas la gacela no dejó que el padre se mantuviera de pie y, con una nueva patada, lo mandó al piso haciendo un sonido seco, quejándose de dolor.

Don Mario apenas vio que su contrincante alzaba el talón y lo dejaba caer con fuerza sobre su cabeza, el hombre interpuso sus brazos, logrando bloquear el impacto, resintiéndolo en sus huesos. El padre empujó el pie de Dorca con determinación, causando que la gacela saltara hacia atrás y tomase distancia una vez más. 

El hombre se levantó rápido, sus músculos y coyunturas se encontraban bajo un estrés que hacía mucho no sentía, su contrincante volvió a correr, esta vez mucho más rápido que antes, pero Don Mario no se movió, sino que esperó. 

— ¡Lo siento, viejo! ¡Voy a romperte los huesos! — amenazó Dorca acercándose veloz. 

— No hagas amenazas que no puedas cumplir — advirtió el hombre sin alzar la voz. 

La chica cerró la distancia, esta vez no saltó, sino que lanzó una patada directo al rostro del padre, pero, a último segundo, Don Mario se inclinó hacia atrás y atrapó el tobillo de la gacela, para luego impulsarlo más, haciendo que la agreste girara sobre su propio eje hasta que le dio la espalda, momento en el que el hombre descargó un golpe en entre los omóplatos de Dorca y conectó una patada al interior de su muslo, mandándola al piso y haciendo que la gacela volviera a tomar distancia. 

La balada de los pecadores: Fabula DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora