21 - Un novio

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Historia, personajes y redacción: Garrick


Raúl llegó al parque, tomó asiento en una banca de metal color verde y disfrutó de los últimos rayos del sol. Estaba cansado, había atentado a más de diez personas ese día y su cuerpo pedía reposo. 

El viento suave acarició su cabello y su varonil barba, mientras que las nubes se pintaban de un naranja cálido, resaltando su piel morena junto con sus rasgos toscos y marcados

— Tener un novio... — sopesó —. Ramón Martín Alvarado — hacía tiempo que había aprendido de memoria el nombre —. Esto es nuevo para mí, ni con todas las mujeres con las que me metí tuve que meditar tanto — consideró —. ¿Me conviene estar con él? ¿con otro hombre? — la duda lo hizo cruzar los brazos —, he jugado con otros weyes, pero solo para echar desmadre, nada serio. Ramón es... ingenuo — consideró —, un tanto inmaduro y habla hasta por los codos — conforme listaba, una sonrisa se dibujaba en su cara —, disfruta mucho del gimnasio, es muy noble y no hay malicia en él, pero a veces peca de confiado y necesita a alguien que lo detenga — reconoció —. Es... ¿guapo? Tiene un cuerpo muy trabajado, eso demuestra que puede ser constante y enfocado, me gusta su ¿piel...? Pelaje. Ahora es un agreste, pero... eso no lo hace menos llamativo, de hecho, se ve bien, es más alto, quizá más fuerte, su cola es suave y sus franjas resaltan sus músculos — aceptó con cierta envidia —. Él... ha cambiado mucho mi vida. Incluso... ahora que lo pienso, él fue muy valiente al pedirme ser su novio — sonrió, sintiendo una grata calidez en su corazón —. Debió haberlo pensado por mucho tiempo. 

Una fuente cercana se encendió, dejando que el agua brotara y pintara la piedra seca de húmedos tonos obscuros mientras el líquido comenzaba a fluir y caer en cascada para repetir su ciclo. Raúl, atento, vió a un par de novios, una bella chica y un joven, acercarse y tomarse fotos. Se notaba el mutuo amor en la pareja.  

— ¿Yo le convengo a él? — la pregunta le inquietó — Soy arisco, gruñón, serio, antisocial, indiferente, independiente, malhumorado, abstemio — sin saber por qué se molestó — y aún con todo... — el hombre bajó los hombros y suspiró — él me ha aceptado. 

La pareja de la fuente rió, Raúl levantó la cara y vió al par jugando alegre con el agua. 

— Todos hemos hecho idioteces por amor... él se atrevió a hablarme — se burló — y yo... robé un museo — el hombre palpó, bajo su ropa, la gema que había despertado a su amigo —. Tener una relación con un vato puede ser difícil... pero tampoco es que una mujer sea menos complicada — reconoció entrecerrando los ojos —, yo tuve a cientos y jamás comprendí a ninguna — aceptó torciendo la boca —. Ser novio de Ramón... me agrada el wey, es el primer amigo real que he tenido, pero... si algo sale mal, no solo perderé a un novio, también perderé su amistad — un sentimiento frío recorrió su espalda ante la posibilidad. 

Los novios se dieron un tierno beso y siguieron su camino. 

— Toda relación depende de dos personas, si yo doy todo de mi parte, pase lo que pase, estaré tranquilo sabiendo que hice todo lo posible por que funcionara — decretó —. Me gusta Ramón, me agradaría mucho tener una relación con él y entregarnos por completo — la conclusión hizo que pusiera una sonrisa de oreja a oreja, mientras se pellizcaba un testículo —. Ya tengo una respuesta — concluyó poniéndose de pie, animado, decidido, cachondo —, pero primero, hay que comprar lubricante.


En un viejo y conocido bar, Ramón Martín entraba, buscando a su amigo de antaño. El lugar no había cambiado en nada, la misma mesa de billar, las luces opacas, el olor a alcohol barato y el plato de botana seguían en el mismo lugar. Antaño, Mauricio y él hubieron ocupado cientos de veces la esquina al final de la barra, donde ahora, una figura musculosa se había sentado. Curioso, se acercó. A unos pasos la figura levantó la nariz y, sonriente, giró el rostro, asombrándose. 

La balada de los pecadores: Fabula DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora