58 - Juntos

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Redacción: S. González

Historia y personajes: Garrick. 


Griefer, el trol general de Ira, tenía la cara pegada a su celular, analizando de forma compulsiva las estadísticas de las fuerzas de los pecados. Al ver el número masivo de muertos, sonrió con malicia.

Las calamidades, por su parte, celebraban en una sala de descanso en Carabancel, con comida en exceso y alcohol en abundancia. Toda la prisión había sido modificada, adecuada y amueblada para complacer todos y cada uno de los caprichos de los pecados. 

— ¡Brindo por nosotros! — celebró Gula levantando una botella de cerveza. 

— ¡Por nosotros! — repitieron los otros cinco, alegres y victoriosos. 

— Esto es innecesario — replicó Ira desde el altavoz —, deberíamos estar planeando nuestro siguiente movimiento. 

— Relájate — pronunció lento Pereza, recostándose sobre un sillón —, hoy debemos celebrar.

— Estamos más cerca de tener el mundo en nuestros bolsillos — consideró Avaricia. 

— Ya es de nosotros, solo necesita unos toques para hacerlo perfecto — retomó Envidia. 

Soberbia, tras un largo trago de cerveza, posó sus ojos en el suelo, algo decaído. 

— ¿Qué te pasa, fortachón? — Lusto se levantó y sentándose con Fiero, le abrazó con camaradería.

— Oh, no es nada, solo que... — el gorila volvió a beber — fue muy fácil — se lamentó. 

— No te desanimes, verás que encontraremos a un digno oponente muy pronto — le animó el león —. Es más, ¿qué te parece si tú y yo tenemos un duelo en la cama ahora mismo? — propuso levantando las cejas. 

Soberbia ladeó la cara y sonrió. 

— No lo sé... — se hacía el difícil. 

Lusto sonrió, dio un paso atrás y girando, cambió su atuendo a uno más provocativo, portando un leotardo de lucha grecorromana que dejaba ver dos enormes bultos, el de su trasero y el de su entrepierna. Soberbia resopló al ver el atractivo de su camarada. 

— ¿Crees aguantar un round conmigo, fortachón? — tentó el león flexionando los brazos y marcando aún más su cuerpo. 

Por respuesta, Fiero se puso de pie, tomó al león de la cintura y levantándolo sin esfuerzo, se lo llevó en su hombro, a su habitación, mientras los demás reían. 

— Soberbia tiene razón — confirmó Pereza, dando un trago a una botella de tequila —. Quiero decir, fue divertido ver como los pequeños humanos querían detenernos, pero no hubo un reto en sí, ¿no creen? — El grupo asintió — Los portadores de gemas son entretenidos, eso sí — siguió el conejo —, pero eso es todo — los otros coincidieron, sentándose en los sofás mullidos —. A todo esto, ¿Qué vamos a hacer ahora? Las centrales de energía y de datos de Ira ya están listas y funcionando. 

— Debemos finalizarlo todo, cualquier tipo de vida biológico e inferior a nosotros debe ser neutralizado — respondió Preter por unos altavoces que se habían instalado en cada habitación —, con el mundo entero para nosotros siete será suficiente. 

— Lo siento, pero no concuerdo — refutó Avideco —, si no dejamos al menos un grupo lo bastante grande de humanos vivos, ¿quiénes nos servirán? ¿a quién torturaremos y haremos miserable su existencia? Sería demasiado aburrido. 

Ira guardó silencio por unos segundos.

— He corrido cientos de simulaciones y en ninguna resulta adecuado o conveniente dejar vivas a esas criaturas — respondió la IA —. Como alternativa, puedo crear entes digitales, hologramas o inteligencias menores que puedan cubrir las mismas acciones o interacciones, simulando las que se tienen con seres vivos o pensantes. 

La balada de los pecadores: Fabula DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora