68 - Un buen truco

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Redacción: S. González.
Historia y personajes: Garrick.


—    ¡El ganador de nuestro torneo! ¡Spavento D'larte!

El anunciador entró corriendo a la arena y levantó el brazo del luchador carmesí, las gradas estallaron en ovaciones hacia el victorioso, Soberbia se levantó con la multitud, aplaudiendo y satisfecho.

—    Vaya, no esperaba tener al actual líder de la familia D'larte entre los participantes — expresó con respeto —. Sin duda, ha hecho gala de su talento y nos ha dado un espectáculo inolvidable, lo felicito.

Spavento asintió, serio, reconociendo las palabras del gorila.

—    ¿Y bien? — preguntó la calamidad —, ¿cuál es su deseo? Recuerde, solo dentro de mis posibilidades.

—    Libera a mi familia — respondió el enmascarado sin pensarlo dos veces.

—    Mmm..., sí, podría hacerlo — consideró Soberbia, frotándose la barbilla con sus dedos —, pero, toda esta gente ha venido para para ver este evento — el gorila extendió los brazos a ambos lados, como si le mostrara a la multitud expectante —, y no queremos decepcionar al público, tú lo entiendes mejor que nadie, ¿no es así?

La gente vitoreó y abucheó al enmascarado.

—    Saca a mi familia de tus celdas — reiteró Spavento cuando la turba se calmó —, es lo que deseo.

Fiero lo miró con intensidad, pero al final dejó salir una sonrisa retadora.

—    Está bien — los espectadores se miraron unos a otros, confundidos por las palabras del pecado —, pero todo tiene un precio. Soy un hombre de palabra, así que — el gorila le apuntó con su dedo —, te reto a un duelo, si ganas, tu familia sale libre y, si yo gano, mi gente hablará de su grandioso gobernante.

—    Acepto — dijo el enmascarado de inmediato.

Satisfecho, Soberbia se arrancó sus vestiduras, las lanzó a la grada, donde un grupo de personas se pelearon por ellas y, de un salto, abandonó el palco, aterrizando en la arena con un estruendo. Los espectadores gritaron enardecidos ante la acrobacia de su líder, animándolo a acabar de una vez con Spavento.

—    Cuando quieras — lo retó Fiero, haciéndole una seña al enmascarado para que se acercara.
De inmediato, el hombre ya no disimuló y, sacando su mazo de sus brazaletes, formó un abanico con las cartas y tomó dos de ellas, las giró, enseñando al emperador y al mago. El gorila vio un destello, tras parpadear vio decenas de ilusiones de Spavento que, sin perder tiempo, cargaron hacia él.

—    Nada mal — se burló el pecado —, pero ya he visto este truco.

La calamidad tomó aire y, antes de verse rodeado por las ilusiones, lanzó un grito feroz, pesado y tan potente que hizo retumbar el lugar entero. El monstruoso sonido provocó que Spavento sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo, dudando de su próximo movimiento.

—    Te encontré — pronunció el pecado.

Fiero atravesó la arena de un salto hasta donde se encontraba Spavento y, antes de caer, lanzó un golpe a la cara del enmascarado, el gorila aterrizó en el ring y aprovechó el impulso para impactar a al hombre en el estómago, llevándolo al suelo con una fuerza temible. El padre sintió como el suelo bajo su cuerpo se resquebrajaba.

Las ilusiones de Spavento se dispersaron al momento, el hombre notó el dolor, era demasiado incluso con el truco del emperador. Un tanto aturdido escuchó a la multitud lanzar gritos de emoción, con la vista nublada por el sufrimiento alcanzó a ver a sus aliados, los cuatro lo miraban preocupados.

La balada de los pecadores: Fabula DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora