Day 12.

6.5K 400 40
                                    

Taylorrrr 😎

Tay te vienes a merendar?? 😪

pagas tu?

siempre pago yo 😠

tu invitas tu pagas 😛

nos vemos en 5 y vamos a las afueras

***

En cuanto le mandé el mensaje cogí mis cosas y salí de casa a nuestro punto de reunión, el lugar donde siempre quedábamos y a partir de ahí decidíamos a dónde íbamos. Cuando llegué, Taylor ya estaba allí esperando por lo que sonreí satisfecha.

Siempre tan obedientes.

Me matarían si se enterasen de lo que pienso.

—¡Tay! —lo llamé ya que él miraba su teléfono.

Subió la mirada y me estuvo sonriendo hasta que llegué a él y lo abracé levemente durante unos segundos.

—¿Qué quiere la señorita para merendar?

—Quiero ir a la cafetería de las afueras y comer un buen dulce —dije mientras me imaginaba el dulce que elegiría y la boca se me hizo agua.

Taylor comenzó a reír, suponía que por mi cara pero no era mi culpa ser una adicta a los dulces. Y ellos debían satisfacer mis necesidades como mis amigos que eran.

Y yo me aprovechaba de su amor incondicional. Porque ellos también lo hacían. Y daba gracias por tenerlos a ellos de amigos.

Caminamos con cierta prisa, mientras yo le contaba cualquier tontería a Taylor y él se reía o me contaba a mí otra. Llegamos a la cafetería en menos de lo que imaginamos, y por suerte estaba casi vacía por lo que no tendríamos que temerles a las fans. No es que no nos gustasen, pero sacaban conclusiones erróneas y además algunas veces necesitábamos ser "normales". En cuanto llegué me quedé embobada mirando los dulces y tras mucha duda, elegí uno de nata y fresa porque esa combinación era una bendición del cielo. Taylor, por su parte, escogió uno de chocolate y una botella de agua para después.

—Aaron está enfadado contigo —dijo Tay sin ningún tipo de vergüenza por enseñar el contenido de su boca.

Hice una mueca de asco y abrí mi boca para que él viera la mía y también le diese asco a lo que él dio una arcada.

—Creí que todo estaba arreglado.

—Y él creyó que por fin podría salir contigo de nuevo, fuiste muy dura cuando lo dejaste —murmuró mientras miraba su dulce y yo hice una mueca.

—¡No lo fui! —inquirí algo molesta haciendo que las pocas personas que había me mirasen.

—Ivie, le mandaste a la mierda y le dijiste que no te valoraba. Y sabes que sí lo hacía, pero tú solo veías lo malo —me respondió calmadamente y lo fulminé con la mirada.

—Vale Tay, hablaré con él. Pensé que todo estaba bien, no debió irse sin decirme la verdad —suspiré molesta y aparté el dulce ya que se me había quitado el hambre.

—Pero él prefería verte feliz a causarte más problemas.

Dejé el tema de lado, ignorando lo último que dijo, y esperé a que terminase de comer. Al final me convenció y yo me terminé mi dulce también, habría sido una deshonra dejarlo allí. Taylor fue a pagar la merienda y yo mientras mandé unos mensajes a Kian y otro a Aaron, además de seguir la conversación que tenía con Shawn. Me disponía a responder a los mensajes del grupo cuando Tay llegó por lo que desconecté los datos y lo puse en silencio.

Si me encontraba con alguien no me gustaba que el teléfono me molestase, me parecía una falta de respeto mirar más el móvil que a la persona.

Decidimos dar una pequeña vuelta antes de volver, pasando por un lugar dónde abandonaban coches y bueno, ni siquiera debíamos pasar por allí porque no sabíamos que nos podíamos encontrar pero nos gustaba husmear. Incluso quizás encontrábamos algo interesante. Nos fuimos asomando en cada coche, a ver si había algo dentro hasta llegar a uno que, cuando vi su interior, algo se rompió dentro de mí.

—Tay se está ahogando —dije con la voz un poco entrecortada al ver al pobre animal dentro, sin ventilación alguna y con el calor que hacía.

Un perro estaba en el asiento trasero, tumbado y luchando por respirar un poco. Miré hacia ambos lados y puse mi mano en la manivela para después tirar y para mí mala suerte estaba cerrado. Golpeé el cristal frustrada y volví a mirar hacia los lados.

Por una parte no quería encontrarme con el tío que había hecho eso porque no sabía qué podría hacerme pero por otra me gustaría poder escupirle la mierda de ser humano que era. Desesperada, saqué el móvil de mi bolsillo, lo desbloqueé y se lo lancé a Tay.

—Escríbele a Sam, mucho, hasta que conteste y dile que venga —dije mientras miraba por la ventanilla. Al no obtener respuesta me giré y vi a Taylor que me miraba como si estuviese loca —¡Vamos Taylor!

—Ivie no podemos hacer nada...

—Taylor, por favor —pedí y el chico me hizo caso, resignado a que no podría hacerme cambiar de idea.

—Va conduciendo acompañado de Nate, pasan en cinco. Lo que sea lo hacemos ya.

Me dirigí hacia Taylor, guardé mi móvil en el bolsillo de nuevo y besé su mejilla mientras sonreía. Me dispuse a buscar algo que me sirviese hasta dar con una piedra de un tamaño considerable. Ni sabía por qué estaba allí pero en ese momento no me importaba. Corrí hacia el coche, aparté a Tay y tiré la piedra con todas mis fuerzas, sin embargo el cristal no llegó a romperse, solo se rajó. Taylor cogió la piedra de nuevo y dio con fuerza, haciendo un agujero. Pasó su mano con cuidado y quitó el seguro para después sacar la mano y dejarme vía libre.

Me acerqué con rapidez, abrí y saqué al pequeño perro con cuidado. El pobre estaba ahogándose de calor.

—Taylor, dame el agua —dije recordando que él había comprado una botella.

Él me la dio destapada y yo comencé a echar poco a poco en la boca del perro, el cual la aceptó con mucho gusto e incluso empezó a mejorarse. El claxon de un coche llamó nuestra atención, y Sam nos hacía señas para que fuésemos. Cogí al perro entre mis brazos y salí corriendo de allí junto a Tay.

—¿Dónde vais? Ese chucho es mío —gritó un hombre a nuestra espalda. Me giré un segundo, viendo que estaba bastante lejos y le hice un precioso corte de mangas.

—Mierda Iv, no vuelvo a salir contigo —se quejó Taylor una vez en el coche.

Sam tuvo que salir rápido de allí ya que el hombre venía hacia nosotros, pero no dejaría que se llevara a ese precioso animal y le hiciese daño de nuevo. Nate y Sam comenzaron a reír y yo acaricié la cabeza del pequeño Rex. Así lo llamaría.

—Parece mentira que no sepas que Iv es como nosotros, está en problemas todo el día —dijo Sam y yo sonreí dulcemente.

—Y aún así seguís creyendo que soy la mejor —comenté con autosuficiencia y tras unas risas, ellos me dieron la razón.

Y era por ello que prefería a los chicos, porque cuando decían algo bueno lo hacían de corazón o por lo menos era lo que siempre me habían demostrado.

N/a: espero que te haya gustado y si es así, no te olvides de la 🌟. María xx

I'm not the Magcon girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora