Day 58.

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Nos habíamos reunido en nuestro parque, era nuestro lugar. Aunque nos había costado llegar un poco puesto que nos habían parado más de una vez por la calle.

—¿Y tu chico? —preguntó Nate, enrollando su porro.

Me quedé mirándolo fijamente, en pocas semanas Sam y él se habían descontrolado y eran como dos chimeneas andantes. Ni siquiera recordaba un minuto en el que no estuviesen fumados.

—Está arreglando algunos papeles —le dije mientras acariciaba la cabeza de Teddy que descansaba en mis piernas.

—Tiene su mérito venirse aquí por ti —bromeó Aaron, a lo que lo fulminé con la mirada.

—Por cierto ¿cuántos lleváis hoy? —pregunté, señalando con mi cabeza a lo que Nate tenía entre sus manos.

Shawn apretó su mano con disimulo en mi hombro, en modo de advertencia para que me callase.

—No llevamos la cuenta —contestó Nate.

—Ivie, sé por dónde vas, y podemos dejarlo cuando queramos —añadió Sam, con su ceño fruncido.

Nate asintió, dándole la razón y yo alcé una ceja, incrédula. Los demás tan solo nos miraban, totalmente callados. No querían intervenir pero sabía que pensaban lo mismo.

—Dejadlo ahora.

—Ha dicho cuando queramos y ahora no queremos —apuntó Nate con enfado.

—Por supuesto que esa sería tu respuesta —rodeé los ojos con fastidio.

Los demás no sabían qué decir y podía notar la incomodidad y la tensión en el ambiente.

—¿Pero qué mierda te importa a ti? —preguntó Sam, saliendo en defensa de Nate.

—¡Bueno, es que quizás no quiero que llamen a mis amigos drogadictos! —dije con rabia, recordando cómo había visto una pelea en la que le tiraban en cara a una chica que sus ídolos lo eran.

Y a mí me dolía como la mierda que hablaran así de ellos. Me daba igual que lo hicieran, pero no al nivel al que habían llegado. Eran más marihuana que personas.

—Ivie... Quizás estás siendo dura —dijo con cuidado Matt.

Yo me levanté, haciendo que Teddy se levantase y me siguiese. Parecía que mi pequeño entendía que discutíamos porque no perdía detalle de Nate y no parecía tan contento como siempre.

—Que sí, que soy la mala —murmuré enfadada. Le mandé un mensaje a Step diciendo que iría a su apartamento y suspiré —. Vamos Teddy.

—Y será capaz de llevarse a Teddy... —murmuró Nate con rencor.

Sabía que Nate quería a Teddy, realmente me había sorprendido porque todo lo que encontraba bueno para él, no tardaba en comprarlo. Por eso iba a utilizarlo en su contra.

—Nate, no es un hijo, no tenemos una custodia compartida, es mi perro —recalqué el mi —. Por eso se viene conmigo.

La cara de Nate se descompuso y yo no me esperé a que contestase, simplemente me fui hacia el apartamento de Step. Durante el camino fui hablando por mensajes con los demás, sobretodo con Shawn.

Él me dijo que Nate estaba muy enfadado y me había llamado perra por lo de Teddy y que a Sam se la sudaba. Habían intentado desviar el tema pero finalmente ellos se marcharon porque según lo que decían, habían quedado con otros. La puerta del portal estaba abierta por lo que entré con toda la tranquilidad del mundo y subí con Teddy hasta la última planta.

—¿Qué pasa nena? —preguntó al abrir la puerta. Su perfecta sonrisa se había borrado al percatarse de mi ceño fruncido.

—He intentado hacer algo bueno por mis amigos y bueno, no ha salido bien —murmuré y me encogí de hombros —. ¿Todo bien con tus papeles?

—Genial —habló, guiándome al interior.

Él se tiró en el sofá y palmeó su lado, por lo que me tumbé a su lado y suspiré. Su mano fue directa a mi pelo, acariciándolo con delicadeza.

Tras un rato decidió poner una película pero era legendario que las películas, a la mitad, me aburrían por lo que no me corté en sacar un tema interesante de conversación.

—¿Cuál es tu fantasía sexual? —pregunté de la nada.

—¡Ivie! —chilló y después rió.

No sé por qué le parecía tan raro que le hablase de sexo.

—¡Pero dímelo! —exigí.

—Pues no sé, hacerlo en todas las partes del apartamento quizás —murmuró nervioso —. Nunca lo he pensado.

—Bueno, es fácil de cumplir... ¿Y por qué os gusta a los tíos "llevar el control"? —pregunté, haciendo comillas con los dedos.

—¿Por qué te gusta arañar mi espalda?

—Ay, no sé, lo hago sin querer —me quejé, no era como si lo pensase, tan solo lo hacía —. Y si...

—Iv, me hace gracia hablar de sexo contigo pero también vas a poner contento a mi amigo y bueno —murmuró en mi oído y yo sonreí como una niña pequeña.

—Ah ¿es que te estás imaginando a nosotros, haciéndolo, en cualquier lugar? —pregunté, intentando sonar inocente mientras que mi mano lo buscaba con suavidad —. ¿Cómo en este sofá?

Cuando llegué a su recién despierto bulto, lo apreté con suavidad arrancándole un gemido mezclado con una queja.

—Oh Dios santo, a la mierda —se quejó y dejó que sus manos se colaran bajo mi camiseta.

Ya que estábamos solos por fin, no entendía por qué no aprovecharlo.

Espero que te haya gustado y si es así no te olvides de la 🌟. María xx

I'm not the Magcon girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora