Parte/ 8

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Me cortaron mi pelo, el pelo que con tanto amor mis tías cuidaban, me lo lavaban con hierbas medicinales para que lo tuviera largo, brilloso y abundante,  enseguida la monja corta cabellos me entregó un peine al mismo tiempo que me decía.

—Este es tu peine desde este momento tú eres responsable de él, si lo pierdes ya no habrá otro para ti—Sor Amelia me dijo.

—Dale las gracias a Sor Eustolia.

 —Gracias Sor Eustolia le dije— conteniendo las lágrimas por lo que me había hecho.

Sor Amelia, me dijo— a un lado de tu cama hay una mesita de noche  con dos cajones. en el cajón de arriba vas a guardar tu peine y en la parte de abajo tu ropa interior y tus tobilleras.

Me llevó hasta otro cuarto cuando estuvimos adentro me ordeno.

— Quítate la ropa nada más te quedas con los calzones, enseguida  te pones esta, me dio un vestido que parecía un hábito de monja, un fondo y una bata de cuadritos— esta es la ropa que vas a usar de  ahora en adelante.

Cuando estuve vestida con la nueva ropa, me dijo— ¡cámbiate de zapatos!,  me dio uno muy feos con cintas parecían zapatos de niño, me dio una cajita de grasa y un trapo me dijo— les tienes que dar grasa todos los días a tu calzado, antes de acostarte.

Por último me llevó a un salón de clases en la puerta decía "Primero" entramos y todas las niñas se pusieron de pie y dijeron a coro.

—Buenos días, Sor Amelia.

La monja les indico con la mano que se sentaran, estás inmediatamente obedecieron, enseguida se dirigió a la maestra que daba la clase.

—Sor teresa le traigo a una nueva alumna, aquí se la dejó—diciendo esto salio del aula y se fue, dejándome a merced de la otra.

Sor Teresa era una monja joven, con una linda sonrisa,  que inspiraba confianza.

—Pasa al frente y dinos tu nombre por favor,

—Mi nombre es "8 A"

—Todas las niñas se empezaron a reír.

—Silencio niñas, muestren respeto a su nueva compañera—No tengas miedo, puedes decirnos tu nombre, con las otras hermanas es diferente, aquí no eres ningún número. 

Al escuchar la cálida voz de la religiosa me arme de valor y les dije mi nombre— Me llamo  Baudelia.

—Mucho gusto  Baudelia bienvenida—dijeron las niñas a coro

La maestra me llevó a un mesa-banco

—Este va a ser tu lugar y esta niña va a ser tu compañera.

—Yo me llamo Micaela  y soy "7 A"

La maestra les estaba contando una historia de un santo, yo no ponía atención, todavía tenía mucho coraje porque me habían cortado mi cabello, no sé cuánto tiempo pasó, de pronto me sacó de mis pensamientos una campana, la maestra nos dijo.

—Vayan saliendo en orden, sin aventarse—salimos al patio, de los otros salones también salían alumnas todas lucían como yo, con el pelo tan corto que en realidad parecíamos niños.Nos formamos en fila de la más chica a la más grande, tomamos nuestra distancia y así formadas pasamos al baño a lavarnos las manos, de allí sin romper la fila  pasamos al comedor.

Ya nos estaban esperando una novicias muy jovencitas, al fondo había una mesa muy grande, había unas charolas, platos, pocillos y cucharas  todo era de peltre, tomábamos una charola un plato un pocillo y una cuchara e íbamos pasando en donde estaban las novicias.

Una nos daba un cucharón de frijoles de la olla, apenas se tapó el asiento del plato, otra nos daba un pocillo de agua que pretendía ser agua fresca, otra nos daba tres tortillas y la última nos dio una manzanita, esa era nuestra comida.

Así en orden pasamos a la mesa, cuando estábamos sentadas Sor Amelia dijo una oración que todas las niñas repetían obviamente yo no dije nada pues no me la sabia.

Te damos gracias, Señor, por estos alimentos que de su bondad vamos a tomar. Haz que renueven nuestras fuerzas, para que te sirvamos siempre con alegría. Amén.

Yo me quede callada viendo mi plato de comida, recordando que mi mamá me había dicho que las monjitas me iban a dar de comer muy sabroso, tan buena comida o más  que la que ella me daba, y allí en mi plato estaban esos miserables frijoles. Sor Amelia al ver que no comía se acercó y me preguntó.

—¿Por qué no comes?

—Es que, no me gustan mucho los frijoles.

—Ah no te gustan los frijoles.

—Si me gustan pero no mucho.

Enseguida me retiro la charola al mismo tiempo que decía.

—Muy bien, a ver si en la noche si te gustan.

Se fue llevándose la charola, y, no me dio nada de comer, cuando las otras niñas terminaron rezamos otra oración que todas las niñas repitieron.

Gracias a Dios, que nos ha dado un pan que comer sin merecerlo Amén. Pero Dios no me dio comida aunque no lo mereciera.

Cuando las niñas lavaron su plato su pocillo y su cuchara nos formamos sor Amelia llevó a una aula donde había varias alumnas.

—Sor Paulina le traigo a otra alumna.

—Muy bien Sor Amelia—dirigiéndose  a mi me preguntó.

—¿Cuál es tu nombre? —Al momento recordé, que mi nombre era "8 A" y asi lo dije.

—Mi nombre es "8 A".

—Siempre que te dirijas a mi vas a decirme Sor Paulina—repite de nuevo tu nombre.

—Mi nombre es "8 A", Sor Paulina.

—Así está mejor, ahora vas a repetir lo que yo —. Aaaaa,Ooooooo, Eeeee.

Yo repetí todo, al parecer, había heredado la voz de mis tías, enseguida me dijo— ven conmigo

Salimos del salón y llegamos a otro,  allí estaba otra monja con un grupo de niñas alrededor de un piano.

Sor Angélica le traigo a esta niña, creo que va a servir para el coro.

—Está bien,  déjemela Sor Paulina.

—¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es "8 A"

—Soy Sor Angélica la maestra de canto, vamos a empezar.

Empezó a tocar el piano y empezamos a cantar la escala musical


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora