Parte/49

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Mi iniciación dió inicio,, fue todo un ritual, mientras una monja cortaba mi cabello, las otras recitaban mantras, conforme mi cabello iba cayendo, yo me iba sintiendo más liviana, desde ese momento me olvidé del tiempo, llegue a mi cuarto y borre las rayitas que había marcado en la pared, cada rayita marcaba un día que pasaba, deje de marcarlos, desde ese día en adelante, sólo iba a importarme mi reencuentro con mi yo interno.

Lentamente fui recobrando la salud del cuerpo, la bebida que me daban desde que desde el primer día que llegué era para desintoxicar mi cuerpo del alcohol y las pastillas,  me la fueron retirando poco a poco, cuando ya no necesite beber más de ese medicamento empezó mi desintoxicación interna, no sé cuánto tiempo pasó, empecé a entender el lenguaje de las otras mujeres, eso me ayudó a integrarme, también para enterarme de que la mayoría de ellas habían pasado por lo mismo que yo o cosas peores— . Un buen día la abadesa me dijo.

—Ya es tiempo de empezar tu limpieza interior, ven conmigo

Llegamos al templo era  muy confortable, la imagen de Buda nos recibió, el olor a incienso me reconfortaba me senté en posición de loto, la monja se sentó frente a mí, me miró fijamente  mientras recitaba  un mantra yo sentí un pequeño mareo, cerré los ojos, por mi mente empezaron a pasar imagenes, de pronto me vi corriendo con más gente, corríamos y corríamos, hasta que por fin llegué  a la entrada de un túnel, en cuanto lo pase se cerró una puerta una voz me dijo—, eres una campeona— ¿Sabes a cuantas personas les ganaste? a miles y miles, por no decir millones y sólo por eso eres la mejor, no eres una perdedora como siempre lo has creído, en ese momento abrí los ojos y vi la cara de la monja que me sonreía dulcemente.

—¿Cómo te sientes?

—Increíblemente bien.

—Qué aprendiste de este viaje, que hiciste al pasado.

—Qué soy una triunfadora, que no soy una perdedora.

—Grábate eso en tu mente porque vas a necesitar creerlo, a medida que vayas incursionando en tu yo interno.

En el  siguiente viaje al pasado me vi cómodamente nadando, no sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero recibía comida y sentía que iba creciendo, de pronto escuché a dos mujeres hablando al momento reconocí  las voces una era de mi madre y la otra, de Benita la partera.

—¿Que tengo Benita?—¿Por qué no me llega la regla?  todas las mañanas vomito y nada se me queda en el estómago toda la comida me da asco.

—Pues muy sencillo vas a ser mamá.

—¡Es cierto eso, voy a tener un niño!

—Sí, pero recuerda que puede ser un niño o una niña.

—No,  Benita, va a ser niño, yo quiero tener un niño, imagínate el gusto que le va a dar a Nacho, todos los hombres quieren que su primer hijo sea hombre.

Al oír a mi madre decir eso, sentí un miedo terrible—, yo no soy niño, soy una niña mis padres no me van a querer, ellos quieren tener un niño y no una niña, sentía que pasaba el tiempo, siempre escuchando a mi madre decir, cuando nazca el niño, ya quiero conocer a mi niño, Nacho está muy contento también él está ansioso de conocer a nuestro hijo, cada que  escuchaba  a mi madre decir esas cosas sentía más y más miedo.

En ese estado que me encontraba no tenía control del tiempo que pasaba, de pronto me vi abriéndome camino por un túnel, cada cierto tiempo me detenía para descansar, a lo lejos se veía  una gran luz brillante hacia allá me dirigi, cuando estaba a punto de salir escuché la voz de doña Benita.

—¡¡Ya viene, ya viene, ya veo su cabeza, ya va a nacer el niño!!

El miedo, me invadió, frené mi camino  quise regresar por donde venía, pero no pude, de pronto sentí unas manos que me empujaron hacia la salida, yo no quería salir, pero esas manos pudieron más que mi resistencia al fin salí, oí la voz de mi madre preguntar.

—¿Es un niño verdad Benita?

—No Valentina es una niña, mirala que bonita esta

—No, no la quiero ver, le falle a Nacho, le falle a Nacho—un llanto la invade, yo me sentí terrible, mi madre, mi propia madre me rechazó.

—No te preocupes Valentina eres joven, vas a ver que el siguiente si va a ser un niño.

—Pero no va a ser lo mismo Benita, ya no va a ser el mayor.

—Abrí los ojos, los tengo anegados en llanto, la monja me mira y me dice

—¿Quién eres?

—Soy Baudelia, una triunfadora.

—Ya lo sabes nunca lo debes de olvidar.

Empecé a comprender cuando había empezado mi baja estima.

En cada sección iban desfilando las imágenes de los culpables de mi baja estima—.Vi a mi padre mandándome al internado, Sor Amelia con su vara en la cintura, a la madre superiora, a Eva, a Juan Manuel, a doña Camila, mis hijos las mujeres del club a Judith, a medida que las imágenes pasaban por mi mente iba sintiendo un peso en mi espalda, cuando abrí los ojos sentía la serenidad que me transmitía la monja, pero el peso en mi espalda no desapareció.

Mientras se llegaba la fecha para la siguiente sesión, sentía que el peso en mi espalda se hacía más pesado, sentía como la espalda se me encorvaba, por más que me relajaba recitando mantras y rezando, mi espalda no descansaba.

Las monjas tibetanas viven siguiendo  las enseñanzas de Buda, sus reglas son muy estrictas, sólo tienen dos túnicas cuando lavan una se ponen la otra, si se rasgan las surcen las desechan cuando prácticamente son harapos, duermen en el piso, la mayoría del tiempo la pasan meditando, andan descalzas, diariamente salen al poblado cercano a pedir su alimento, llevan un pequeño cuenco de madera, tocan la puerta y piden su comida.

—En nombre de Buda me puedes dar limosna por favor.

las personas les llenan el pequeño cuenco, esa es la medida que deben comer, no aceptan más asi la persona le insista, no comen carne, respetan mucho la vida por lo que no matan a ningún animal. 

la mayoría de las mujeres son novicias como yo, nosotros no salíamos a pedir limosna, ayudabamos a cultivar las verduras y frutos que consumimos.


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora