Parte / 18

118 21 40
                                    



Baudelia

No sé qué le pasa a Juan Manuel, no entiendo nada de lo que está diciendo, me reclama porque estoy esperando un hijo y yo que creí, que se iba a poner muy contento y es todo lo contrario, habla tan de prisa que casi no capto sus palabras, de pronto siento sobre mi cuerpo una lluvia de golpes, por instinto pongo mis manos sobre mi vientre, fue tan fuerte el primer golpe e inesperado que me hace caer al suelo, gateo hasta una esquina de la recamara y me hago un ovillo con mi cuerpo para cubrirme.

Por fin cesan los golpes y Juan Manuel sale del cuarto hecho una furia, oigo unos leves toquidos en la puerta y la voz de Raquel me vuelve a la realidad.

—¿Señora se encuentra bien?

-Apenas puedo hablar le digo que entre.

—Por favor entra,

—¿Dónde está señora no la veo?

—Aquí estoy ayúdame por favor.

—¡¡Por Dios señora, que paso aquí, mire cómo esta, el señor Juan Manuel la golpeo, claro que fue él, su marido es una bestia!!

Raquel me ayudó a ponerme de pie y con mucho cuidado y  trabajo me ayudó a llegar hasta la cama, ella revisó todo el cuerpo, tenia  la ropa llena de sangre, que salía sin cesar  por la nariz, boca y por una ceja partida, con un hilo de voz le susurré.

—Estoy esperando un niño.

—¡¡Válgame Dios señora, en este momento voy hablar al señor Octavio para que venga a revisarla!!

—¡¡No, no, Raquel no es necesario.

—Si usted me lo permite yo la puedo revisar, yo he ayudado en muchos partos mi abuela es partera,  si veo que peligra su niño, aunque usted no quiera le voy hablar al señor Octavio.

—Está bien Raquel.

Sentía sus hábiles manos auscultar mi cuerpo tal como lo había hecho Octavio esa mañana, por último se lavó las manos y me dijo.

—Le voy a revisar el cuello de su matriz para ver si con los golpes no corre peligro de perder al niño.

—Ella me retiro las pantaletas y me pidió.

—Póngase muy flojita para que no le duela.

Yo hago todo lo que me dice y aunque aflojo el cuerpo no dejo  de sentir un leve dolor en la vagina ella hábilmente introduce su dedo para ver si el cuellos de la matriz permanecía cerrado, cuando termina su tarea, suspira aliviada.

—Gracias a Dios, no está sangrando y su cuello de la matriz sigue cerrado, pero por las dudas, ahorita la voy a ayudar a darse un baño con unas yerbas medicinales y se va a acostar con las piernas levantadas, con la ayuda de una almohada, para mayor seguridad.

Salió de la habitación, volviendo poco después con una cubeta de agua caliente que al volcarla en la tina del baño despide un olor a yerbas medicinales, me ayudó a desnudarme y a meterme a la tina, mientras me ayuda sigue hablando.

—Este baño también le va ayudar a curar los golpes internos.

Con el contacto del agua siento que disminuye el dolor que invade todo mi cuerpo.

Le doy gracias a Dios por haber puesto a esa mujer en mi camino, es como mi ángel de mi guarda.

Juan Manuel

Sali de la recamara después de haber descargado mi rabia contra la ignorante de mi mujer, me subí  al carro y salí de la ciudad  a gran velocidad tomé la carretera tal como hago cada que quiero calmarme, poco a poco voy bajando la velocidad a medida que mis nervios se van estabilizando.

Esto no puede seguir así, me excedí con Baudelia, espero en Dios que no la haya matado, pero no sé qué tiene esa mujer que me saca de quicio, tan bonita relación que teníamos Judith y yo, ella me adivinaba el pensamiento, sabía muy bien lo que yo quería así como yo sabía sus necesidades. En diez años que estuvimos juntos nunca tuvimos ningún pleito que no se arreglara con besos, siempre nuestra reconciliación la arreglábamos en la cama. Oh Dios por qué permitiste que nos separábamos, tú eres el culpable de lo que está pasando, TÚ Y SOLO TÚ, SI ESA MUJER ESTA MUERTA TÚ ERES EL CULPABLE!!

Creo que me estoy volviendo loco, que hago en esta carretera desierta hablando sólo, tengo que regresar, espero en Dios que Baudelia esté bien, porque una cosa es ponerle una serie de golpes y otra a que esté muerta, tengo que poner fin a esto.

Raquel

Pobre muchachita, nunca me imaginé que el joven Juan Manuel fuera así de cruel, siempre fue un joven muy centrado, creo que algo muy grave le paso en la vida y se está desquitando con esta pobre mujer, y ella esta tan enamorada, pero yo no voy a permitir que la golpe de nuevo, si vuelve a pasar lo mismo inmediatamente le voy a avisar a la señora Camila, ella cómo su nana, lo va a controlar. 

Yo de todas maneras voy a estar al pendiente de la muchachita, se ve tan indefensa, con el té que le di a tomar se quedo dormida tranquilamente, la voy a cuidar muy bien, me recuerda tanto a mi prima Camerina su marido por cualquier pretexto la molía a golpes, hasta que un buen día la mató, el infeliz huyo de la justicia, Pedro el esposo de Santa, la hija de doña Dorotea, dijo que lo había visto allá en el norte muy acaramelado con una cusca, pero Dios que todo lo ve algún día le va a mandar su castigo. Ya regreso el señor Juan Manuel.

—Por favor Raquel, cambie mi ropa y mis cosas personales a una de las habitaciones de invitados.

—Si, señor como usted ordene. 

Después de mudar todas las pertenencias que había en la recamara matrimonial del señor Juan Manuel a la habitación contigua, regresé a la habitación de la señora Baudelia, el hombre entró tras de mí, después de cerciorarse que su esposa seguía viva se fue a dormir tranquila mente a su recamara. Al siguiente día se comportó normal como si nada hubiera sucedido.

Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora