Juan Manuel
Que ironías de la vida, precisamente cuando me disponía a cerrar círculos en mi vida, encontré a Judith, fue lo más hermoso que me pasó, después de buscarla por más de treinta años, por fin apareció, estaba igual de hermosa que la última vez que la vi, lo único malo es que tenía su vida condicionada por esa terrible enfermedad del corazón, yo estuve a su lado hasta que pasó lo inevitable, desde ese día he sufrido demasiado, pero no tanto como sufrí todos esos años, que pasé sin saber de ella, siempre imaginando que estaba en brazos de otro hombre o muerta, sin saber en dónde descansaba su cuerpo, al menos ahora si sabía en donde se encontraban sus restos mortales y iba a rendirle tributo a su tumba, hasta que Dios tenga a bien poner fin a mi vida y espero de todo corazón que sea cierto que los seres queridos se vuelven a reunir en el otro mundo.
Al Parecer nuestro encuentro sirvió para mejorar su corazón, ya habíamos pasado un año juntos, ella seguía mejorando de ánimo, porque la enfermedad seguía su curso inevitablemente, la muerte llega cuando menos la esperas, recuerdo que un buen día recibí una llamada de Eva.
—Juan Manuel tienes que venir lo antes posible.
—¿Qué pasa ¿cuál es la urgencia?
—Es mamá está muy enferma, empezó una simple gripe que después se convirtió en neumonía dice Octavio que le queda poco de vida.
inmediatamente tomé un avión, no lo podía creer cuando vi como se había deteriorado su cuerpo en unos cuantos días, a las pocas horas de mi llegada falleció, aún no me reponia de mi pena cuando una noticia llenó todos los encabezados de los periódicos locales e internacionales y los noticiarios de radio y televisión, donde se daba a conocer que un avión que había salido de la ciudad de México a Nueva York se había estrellado no había sobrevivientes entre la lista de pasajeros aparecían los nombres de los señores Ramos Romero, los padres de Octavio.
Quién iba a decir que cuando los despedimos en el aeropuerto para que abordaran el avión que los llevaría directo a la muerte, era la última vez que los íbamos a ver, fue un golpe muy duro ya que siempre los vi como mis segundos padres, por esa razón me estaba preparando mentalmente para cuando ocurriera el desenlace de Judith, aunque el hecho de que ella estuviera enferma, no era garantía de que yo no pudiera morir antes, no olvidaba que el doctor me había dicho cuándo me extirparon el riñón que podría vivir tranquilamente alrededor de quince o máximo veinte años, ya se iban a cumplir, pero no queria agobiarme con eso, todo lo que quería hacer era disfrutar de la compañía y el amor de mi adorada Judith.
Era increíble lo que hace el amor, a Judith le habían pronosticaron a lo sumo ocho meses de vida ya se iban a cumplir cuatro años, no por eso me olvidaba de Baudelia, Patricia y yo siempre estábamos al pendiente de las noticias que recibimos de la embajada, por lo que nos habían dicho la última vez pronto la tendriamos de regreso.
Cuando le dije a Judith los verdaderos motivos que me empujaron a casarme con Baudelia y del divorcio conyugal me aconsejo que les dijera a mis hijos la verdad, no tuve el valor de hacerlo, inmediatamente, tenía miedo de que me despreciaran, pero Judith seguía insistiendo, un buen día que estábamos reunidos los cinco Judith les dijo a mis hijos.
—Su padre tiene algo muy importante que decirles.
Diciendo eso, salieron mi hija y ella dejándonos a solas—saque el valor necesario para decirles la verdad, les hice saber de la separación conyugal donde cada quién podía hacer de su vida un papalote como se dice coloquialmente—. Creí que lo iban a tomar muy mal, pero nada de eso pasó, al parecer mi madre ya les había contado la verdad, los dos se veían arrepentidos por haber tratado tan mal a su madre, tanto que tuvieron que ir a terapia psicológica, los dos anhelan tenerla de regreso para pedirle perdón.
El cinco de octubre de 1981, estábamos sentados Judith y yo en el jardín admirando la magnífica luna que brillaba en el firmamento, estábamos muy juntos era una noche fría, ella tenía recargada su cabeza en mi pecho, de pronto exhaló un suspiro muy hondo, sus brazos cayeron lasos a los lados, todo su cuerpo se desmadejo en mis brazos, la recosté en el piso, le empecé a dar masaje en su corazón le hablé a Judi.
—¿Qué pasa papá?
Yo sin dejar de masajear el corazón de mi amada le contesté
—Tu mamá, creo que se desmayó
—Ella se acercó, puso su oído en su pecho, me susurro.
—Ya, papá, deja de darle masaje en su pecho ella se ha ido.
—¡NOOO, ELLA NO ME PUEDE DEJAR OTRA VEZ!!
La levanté del piso y la llevé cargando hacia la salida, le ordené a mi hija.
—Pronto prende el coche, vamos a llevarla al hospital—, ella me gritó.
—¡BASTA POR FAVOR, ELLA MURIÓ YA NADIE PUEDE HACER NADA POR ELLA!!
Yo salí de mi letargo, y por fin me di cuenta de la realidad, Judith mi Judith, se había ido, ya no estaba más conmigo, le grité con todo el dolor que me embargaba.
—¡¡¡MI AMOR QUIERO QUE VENGAS POR MÍ, PROMÉTELO MI AMOR, QUE VAS A VENIR POR MÍ YO TE ESTARÉ ESPERANDO!!!
Judi se hizo cargo de todo los preparativos para velar su cuerpo y darle el último adiós, poco tiempo después llegaron los empleados de una funeraria para preparar su cuerpo para su velación, Judi les avisó a mis hijos, ellos acudieron a mi lado al igual que Eva, Brenda, Octavio, no me dejaron solo en este terrible trance que estaba pasando. Alguien, le preguntó a Octavio por Paty, lo escuché decir, que no quiso asistir por el respeto que le merecía su comadre Baudelia, lo comprendí perfectamente.
Había pasado un año de la partida de Judith, mi salud estaba mermando poco a poco, deje de tomar los medicamentos ya no tenia ilusión de vivir, lo único que quería era reunirme cuanto antes con Judith. Patricia me aviso del regreso de Baudelia, dijo que posiblemente pase la navidad con nosotros, no quisiera morir sin verla, quiero pedirle perdón por todo el daño que le cause, aunque no sé porque siento la sensación de que ya hablamos y quedamos como buenos amigos sin resentimientos, creo que lo soñé.
El día de la llegada de Baudelia llegó, Estuvimos en el aeropuerto internacional Benito Juárez de la ciudad de México, el avión de Nueva York acababa de aterrizar, por ese pasillo empezaron a salir los pasajeros, al poco tiempo Octavio grito.
—¡Aquí llegan¡
Efectivamente, venían las dos mujeres, Baudelia lucía bellísima, ni parecía que los años pasaron por ella, no queda ningún rastro de la mujer que se fue, viene renovada totalmente, hasta su modo de caminar luce diferente, mis hijos corren y la abrazan, yo me acerco lentamente, y por primera vez desde que la conocí, me sostiene la mirada, sus ojos despiden un brillo especial, su piel color canela se ve tersa, en su pelo no se le ve ninguna cana, luce igual que siempre negro azabache, brilloso como siempre.
Nos abrazamos, ella no me guardaba ningún rencor, sentí como su corazón latía apresuradamente, es como si siguiera enamorada de mí, esperaba que no, si ya se había recuperado, no quería ser la causa de otra recaída, todos regresamos a la ciudad de Guadalajara, como siempre Eva ya tiene preparada una reunión para darle la bienvenida a Baudelia-
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Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018
RomanceNunca me amaste Esta es la historia de Baudelia Paredes Diaz. Narrada por ella misma y un narrador omnisciente, que no forma parte de la historia. Baudelia es la historia de una mujer que sufrió las peores vejaciones, a la edad de siete años empezó...