Parte /4

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Don Juan Manuel medito por unos momentos la oferta de la dueña de la casa, a él no le hubiese gustado que su familia trabajara, él siempre había llevado el pan a su hogar, pero en estas circunstancias no estaba en disposición de rechazar ningún tipo de ayuda, al menos hasta que encontrará trabajo, pero antes de contestar les pregunto a su mujer y a sus hijas.

—Permitame un momento señora, tengo que consultar con mi familia después de todo ellas son las que se van a encargar de atender a los huéspedes.

—Me parece bien, pocos hombres toman en cuenta a su familia—. Les pregunto don Juan Manuel a su mujer y a sus hijas.

—¿Y ustedes que piensan del trato que nos propone la señora Covadonga.

 —Nos parece un trato justo, le tomamos la palabra, siempre y cuando nos provea lo necesario, ya ve que nosotros solo traemos lo más indispensable y, aunque la casa esta en buen estado necesita una manita de gato.

—Mee parece bien, les voy a mandar a dos hombres para que se encarguen, ellos ya saben donde comprar la pintura y lo que sea necesario, ustedes escojan el color ustedes son los que van a habitar la casa.

—Antes de que se retire, permitame presentarme como Dios Manda; mi nombre es Juan Manuel Lombardi, de oficio maestro, mi mujer Abigail, Camilla, Gabriela, Sofía, Mateo mi hijo menor y mis nietos, Juan Manuel y Evangelina.

—Mucho gusto—Covadonga Palacios, bueno me tengo que retirar, les voy a mandar unos muebles para ir empezando, cualquier asunto se lo hacen saber a Tomas él es el encargado de mis asuntos.

Diciendo esto la señora salio apresuradamente. Poco después llegaron unos hombres con unas sillas una mesa y algunos utensilios de cocina, Don Juan Manuel acompañado de su mujer fueron a elegir el color de la pintura y como la dueña de la casa había dado carta abierta para comprar lo que fuera necesario, la señora aprovecho para comprar tela para confeccionar  cortinas, de paso compraron, jabón, carbón para cocinar la comida, y lo necesario para la comida del día, claro que eso no lo cargaron a los gastos, don Juan Manuel pago todo de su bolsillo, entre las cosas que mando doña Covadonga fue una máquina de coser de mano.

Todos se pusieron manos a la obra,  se pintaron las paredes, las puertas, tanto de las recamaras, como las de las ventana, también se pinto el exterior, la mesa y las sillas, Abgail  compro jarros platos, cazuelas, cada que compraba algo terminaba diciendo.

—Y pensar que el pueblo tengo de todo.

—Ya mujer no te lamentes ya se calmará todo por allá y vamos a regresar.

Con la ayuda de todos y bajo la supervisión de don Juan Manuel en poco días quedo la casa reluciente, la próxima vez que doña Covadonga visito a la familia quedó gratamente sorprendida con los cambios de su casa, no solo las paredes lucían hermosas, tambien la mesa estaba pintada y estaba vestida con un hermoso mantel de ganchillo, las ventanas lucían unas hermosas cortinas, no sabía cuales eran los motivos que llevaron a esa familia a vivir en esas condiciones, pero lo que si sabía sin riesgo a equivocarse que esa familia venia de familia noble. 

No pasaron muchos días en llegar los primeros huéspedes, un matrimonio con dos hijas,  iban a estar dos días en la ciudad, fueron a comprar el vestido de novia de una de las chicas que pronto iba a contraer matrimonio.

Abigail junto con sus tres hijas, Camilla, Gabriela y Sofía se encargaron de arreglar dos recámaras para los huéspedes, convencieron a la señora Covadonga de comprar dos camas y un ropero para cada recamara, diciéndole que entre más cómoda estuvieran los huéspedes ella podía cobrar un poco más, a lo que la señora estuvo de acuerdo. Ellas habían ideado sacar un dinero extra ofreciéndoles a los huéspedes comida casera por un módico precio, los huéspedes estuvieron muy conformes y cuando se fueron prometieron recomendarlas a sus conocidos.

Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora