Parte /10

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Judith, Juan Manuel, las niñas y Rita la empleada se mudaron a la nueva colonia, como un matrimonio joven con sus dos niñas, en un principio los unía la pasión arrolladora que sentía el uno hacia el otro, pero después de cierto tiempo, se enamoraron profundamente. A Judith no le interesaba casarse, ya había sido casada y no veía ninguna diferencia entre estar casada y no estarlo, decía que un papel no hacia la diferencia, se hicieron de un grupo selectos de amigos, que juntos pasaban excelentes veladas.

Juan Manuel se graduó de Contador Público y unos años más tarde Octavio de doctor, los dos siguieron estudiando Juan Manuel una maestría de auditor y Octavio la especialidad en Cardiología. Un buen día Judith le pregunto a Juan Manuel.

—¿Te gustaría tener un hijo conmigo?—Juan Manuel le contesto con otra pregunta.

—Tú deseas que tengamos un hijo?

—No, yo me siento completa contigo y mis dos hijas, pero, si tú deseas un hijo lo tendría por ti.

—No mi amor yo al igual que tú me siento bien con mis dos hijas y tú, no hay que alterar la paz en la que vivimos.

Fue pasando el tiempo, la pareja  se compaginaba muy bien, los dos eran cultos, les gustaba leer, los dos se  interesaban por sus mutuos ocupaciones, Juan Manuel era un padre excelente, antes de dormir tenían largas conversaciones las que terminaban en unas placidas relaciones sexuales. Juan Manuel no le podía pedir más a la vida tenía un buen empleo, un magnifico sueldo, una bella compañera y dos preciosas hijas.

Corría el año 1939, Hittler ya estaba en el poder, por lo que varios judíos huyeron de Alemania, México acogió a varias familias que pidieron asilo, se formó la comunidad judía. Los judíos que ya estaban establecidos en la ciudad ayudaban a las familias que iban llegando al país, aunque Judith no profesaba la religión, si ayudaba a familias que pedían su ayuda. La mayoría llegaba sin medios económico ya fuera porque sus bienes habían sido confiscados por Hitler o porque los que giraban los pasaportes y los pasajes del barco cobraban un ojo de la cara a ellos no les importaba pagar lo que les pidieran lo que querían era huir de la muerte, los hospedaban, los alimentaban mientras que encontraban trabajo o les ayudaban a poner algún negocio ya que los judíos son muy buenos en esa profesión.

Juan Manuel no se opuso, afortunadamente vivían en una casa espaciosa, cuando le daban las gracias, decía ahora por ustedes mañana por nosotros. Cumplieron diez años de feliz unión Adela la hija mayor tenía trece años y Judith la menor diez, Juan Manuel visitaba frecuentemente a su madre en Guadalajara, cada mes, pasaba un fin de semana con ella, Cuando Eva su hermana se comprometió en matrimonio, su madre le empezó a insistir.

—Hijo ya es tiempo de que sientes cabeza, es hora de que te cases con una muchacha decente.

—Madre, madre,  quien le dice que yo me quiero casar, no me presione así estoy bien. 

En varias ocasione estuvo a punto de decirle que ya tenia una hermosa esposa y dos hijas desde hacía algunos años, pero recordaba las palabras de Judith.

—Te prohibó   terminante mente decirle a tu madre de lo nuestro, eso lo hacia desistía de decirle nada a su madre—. Judith cómo la mayoría de las mujeres tenía un sexto sentido y algo le decía que si Juan Manuel le hacía saber lo de ellos a su madre, se acababa la armonía en su relación.

Pasaron tres años más a principios del año 1946 mandaron llamar a Juan Manuel a la oficina del presidente del banco dónde trabajaba había varios ejecutivos reunidos.

—Pase, tome asiento por favor le dijo el presidente del banco.

—Gracias señor ¿En qué les puedo servir?

—Desafortunadamente el director de la sucursal de Guadalajara se enfermó repentinamente, por lo que nos vimos en la necesidad de adelantar su  jubilación  por enfermedad, hemos visto su currículo vitae y su desempeña desde el primer día que ingresó al banco y vimos con satisfacción que usted cumple con todos los requisitos que se requieren para ocupar ese puesto.

—Muchas gracias señor, me deja sin palabras.

 —Espere un momento no hemos terminado, hay dos clausulas, la  primera  es que usted  tiene que radicar en Guadalajara y la segunda ser casado, piénselo en dos semanas esperamos su respuesta.

—Gracias señores les agradezco que me haya tomado en cuenta.

Él no tenía problema con ir a vivir a la provincia, a lo largo de los años había terminado de fincar la casa de su madre y la suya propia, lo primero que tenía hacer era hablar con su madre y después  con Judith, el estaba seguro que su mujer iba a estar encantada de vivir en provincia ya que el sueldo se le iba a triplicar. Ese mismo fin de semana viajo a la provincia y hablo con su madre.

—Madre tengo que hablar de un asunto muy delicado con usted.

—Dime, que es ese asunto tan delicado ¿Acaso estás enfermo?

—No, no de ninguna manera no se trata de eso.

—Entonces habla que me estás asustando.

—No le voy a dar vueltas al asunto, desde hace diez años mantengo una relación con una mujer.

—¿Qué clase de relación?

—La de marido y mujer.

—¡Que, qué! Pero, porque lo has mantenido en secreto  ¿Acaso es...?

—Antes de que se haga ideas erróneas déjeme explicarle la situación.

Pero Camilla no las tenía todas consigo, intuía que no le iba a gustar nadita lo que su hijo le iba a decir, ahora comprendía, porque cada que le mencionaba el asunto del matrimonio, su hijo  evadía el tema, no dudaba que Octavio supiese de la relación que mantenía Juan Manuel con esa mujer, pero estaba segura que el no le diría nada, si fue capaz de guardarle el secreto a su hijo por diez años, sin proponerselo empezó a notar un ligero temblor en sus manos, es por eso que cuando su hijo le ofreció una copa de licor no la rechazo,  ella se tranquilizó y poco y se dispuso a escuchar lo que su hijo le iba a decir.


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora