Poco después la mujer regreso con un contrato de renta.
—Mire señor, cerciórese con sus propios ojos—. Juan Manuel leyó el contrato y efectivamente la casa se la habían rentado a la señor Genoveva.
—Disculpe señora, tenga usted buena tarde—. Juan Manuel se alejó, se dirigió con la dueña de la casa.
—Cómo le va don Juan Manuel, pase, pase. ¿En que le puedo ayudar?
—En mucho doña Glafira, vi que rento la casa dónde vivíamos mi familia y yo.
—Así es señor ¿Acaso usted no sabía nada?
—No señora, acabo de llegar de Guadalajara y me encontré con la sorpresa que mi familia no es la que vive en la que hasta hace dos semanas era mi casa.
—Mire señor, yo no sé qué problema tenga usted y su señora, vino un abogado me pago el dinero que se debía y me entrego las llaves de la casa.
—¡Así nada más, sin darle ninguna explicación.
—No señor, por cierto el dejo algo para usted, permitame un momento—, poco después regreso la mujer.
—Mire don Juan Manuel, el abogado me dejo esta tarjeta para que se la entregara a usted, me dijo que el le aclarara cualquier duda.
—Muchas gracias doña Glafira es usted muy amable.
—Que lastima que dejaran la casa otros inquilinos como ustedes no voy a encontrar.
Estas últimas palabras ya no las escucho Juan Manuel, salió rápidamente de la casa de la señora y se dirigió a la dirección de la tarjeta, era un despacho de abogados, se dirigió a la recepcionista
—Dígame señor ¿En qué le puedo servir?
—Necesito hablar con el licenciado Gabriel Natal
—Me Permite su nombre por favor?
—Juan Manuel Lombardi.
—Un momento por favor, lo voy anunciar.
—Aquí espero—, a los pocos minutos regreso la señorita.
—Sígame por favor—, la empleada lo condujo hasta una oficina, tocó la puerta al otro lado de la se escuchó una voz de un hombre.
—Adelante—. Pase señor—, le dijo la empleada a Juan Manuel.
—Gracias—, cuando Juan Manuel estuvo frente al hombre este lo invito a sentar.
—Tome asiento por favor ¿En que lo puedo ayudar?
—Soy Juan Manuel Lombardi, necesito que me diga —¿En donde esta mi mujer?
—Tranquilícese señor, la señora Judith Burkhard, tuvo que salir del país, las causas no las sé, me encargo decirle que sus pertenencias están en su antiguo domicilio, aquí tengo una carta poder, donde me autoriza a hacerme cargo de sus asuntos financieros.
—¡¡Pero usted me esta diciendo que mi mujer se fue del país, llevando con ella a mis hijas—LE EXIJO QUE ME DIGA A DÓNDE SE FUE.
—Creo que usted está en un error, Judith y Beka, Wolff no son sus hijas, son hijas del señor Bertoli Wolff, por lo tanto, usted no tiene ningún derecho a reclamar la paternidad de ellas, por mi parte es todo lo que tengo que decirle—, tocó un timbre al cual acudió rápidamente la señorita de la recepción el hombre dijo con voz pausada.
—Acompañe al señor a la salida por favor.
Juan Manuel salió furioso del despacho, se dirigió a su antiguo departamento, cuando el conserje lo vio llegar inmediatamente le dijo.
—Señor Juan Manuel tengo algo para usted, permítame un momento—, enseguida regreso con un sobre, aquí tiene esta carta, me dijeron que se lo entregará en propia mano, junto con sus maletas, me permití dejarlas en su departamento usando la llave maestra.—Gracias Jaime.
Rápidamente se dirigió al departamento, con mano temblorosa abrió el sobre, desdobló la carta y se dispuso a leerla.
—Juan Manuel si estás leyendo esta carta, es porque ya te diste cuenta de que me fui de tu lado te doy tu libertad para que puedas seguir con tu vida.
Tu madre me dijo que pronto vas a contraer matrimonio con una chica decente, no te preocupes por mis hijas, les dije que habías muerto van a sufrir un poco, pero más sufrirían si saben que nos ibas a dejar por otra mujer.
Lo único que te recrimino es que no me hayas dicho lo de tu matrimonio por tu propia boca, lo tuve que saber por tu madre y tu hermana, creo que hubiera sido menos doloroso para mí, estas en libertad de continuar con tu vida olvida que una vez me atravesé por tu camino, mentiría si te dijera que te voy a olvidar.
Creo que eso nunca va a pasar, estos diez años que viví a tu lado, fueron los más felices de mi vida, gracias por ser tan buen padre para mis hijas y para mí un excelente marido y amante espero que en tu nuevo matrimonio seas tan feliz como lo fuiste conmigo, porque no lo niegues fuimos muy felices.
No tiene caso que nos busques, así como llegue a tu vida así me voy
Por siempre tuya Judith.
Juan Manuel leía y releía la carta no comprendía nada, de donde saco su madre que él se iba a casar, cual joven decente, que disparate era ese? —Salió a la calle, se dirigió a la casa de la mejor amiga de Judith
—Hola Juan Manuel pasa ¿gustas una bebida?
—Si por favor dame algo fuerte, lo estoy necesitando
—¿Pasa algo?
—Dímelo tú, me puedes decir a donde se fue Judith, la mujer le entrego el trago y lo miro asombrada.
—No te entiendo, no sé de qué me hablas— ¿Cómo que Judith se fue?
—No te hagas la sorprendida tu eres su mejor amiga, dime por favor a donde se fue con mis hijas.
Juan Manuel ya no pudo más, se sentó en un sillón, se cubrió el rostro con sus manos y empezó a sollozar, Bertha no atinaba a decir ni una sola palabra.
ESTÁS LEYENDO
Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018
RomanceNunca me amaste Esta es la historia de Baudelia Paredes Diaz. Narrada por ella misma y un narrador omnisciente, que no forma parte de la historia. Baudelia es la historia de una mujer que sufrió las peores vejaciones, a la edad de siete años empezó...