Parte/8

96 19 28
                                    



Se apagaron las luces solo quedaron prendidas las del escenario el presentador anuncio la llegada de la bailarina.

¡—Y aquí con ustedes Carmina! la mujer de fuego!

 Salió la mujer con un cuerpo voluptuoso, con un gran busto, cintura pequeñita y grandes caderas, vestida con un top con mangas con holanes un gran penacho en la cabeza, del calzón tenia pegadas una cola de tela con holanes que al mover las caderas se movían con gracia, unos zapatos de tacón altísimos, los hombres se enloquecieron a medida que la mujer se movía gritaban ¡mucha ropa, mucha ropa! cuando se iba a terminar el baile, la mujer se desabrocho el top, se lo quito y lo arrojo hacia el público poniéndose las manos en los pezones hizo una caravana y salió del escenario, los hombres aplaudían a rabiar,  gritaban otra vez, otra vez, pero la mujer ya no salió.

Graciela estaba muy contenta, pero yo sentía que se iba a abrir la tierra y me iba a ir viva a los apretados infiernos pensaba, soy una pecadora, soy una pecadora, esto que estoy viendo es pecado mortal, al fin prendieron las luces Juan Manuel recrimino a Alfredo.

—Este no es lugar para traer a las señoras decentes, cómo pudiste hacer eso, si hubiera sabido que la variedad era que se presentara una desnudista nunca hubiera aceptado venir y, no, nos salimos mi esposa y yo porque cuando empieza la variedad ya nadie entra ni sale del lugar.

—Ya, ya, también las mujeres casadas tienen derecho a divertirse, verdad mi amor, ¿dime mi cielo te divertiste? Le preguntó a Graciela.

—Claro que si mi vida, contesto ella con voz melosa.

—Nosotros nos retiramos.

—Pero hombre, no creí que fueras tan puritano, nosotros nos quedamos un poco más, nos vemos mañana.

Esa noche casi no pude dormir la imagen de la mujer aparecía una y otra vez en mis sueños. Al siguiente día fuimos a conocer el puerto de Acapulco, todo era muy bonito, aunque hacía mucho calor, era soportable, fuimos a un restaurante a comer, todo se estaba desarrollando muy bien, Alfredo y Graciela si parecían unos verdaderos recién casados, se la vivían diciéndose palabras bonitas y besándose en cada oportunidad que tenían.

En cambio nosotros parecía que ya teníamos varios años de casados, cuando el amor se convierte en costumbre, caminábamos por la playa, puerto Márquez nos encontramos con unos amigos de Juan Manuel americanos, eran dos hombres, me los presento cómo amigos de un seminario al cual había asistido en USA, ellos estaban viajando en un  en un crucero en yate iban a pasar la noche en Acapulco y al siguiente día iban a seguir su viaje.

Nos invitaron para que fuéramos a comer al mismo, Juan Manuel como que no quería ir pero Alfredo y Graciela lo convencieron y fuimos, era grandísimo todo era muy bonito, pasamos al comedor, Peter y Carl, nos condujeron hasta una mesa dónde ya los esperaban dos hermosas mujeres, no las presentaron como sus parejas.

—Hi, my name is Sharon dijo una—.  Hi my name is Lane, dijo la otra,

—Nice too meet you too—contesto Juan Manuel

Yo nada más sonreí, no entendí nada de lo que se dijeron, comimos, para mí era muy incomodó todos platicaban en inglés incluyendo a Graciela, yo era la única que solo veía y hacia lo que hacían los demás, cuando reían yo reía, y cuando se ponían serios yo también.

Le dije a Juan Manuel que iba al tocador, el me disculpo con el grupo, y me fui a caminar por el yate, camine por la cubierta, se veía tan bonito y imponente el mar. El yate estaba dando una vuelta por toda la bahía, me recargue en la barandilla y me quede absorta en mis pensamientos, en cómo en pocos días mi vida había cambiado tan drásticamente. Tan absorta estaba que no sentí cuando un hombre se paró a un lado de mí, educadamente me preguntó—¿Puedo?

Voltee la cara y me encontré con un agradable joven como de unos veinticinco años con un cigarro en la mano, que me sonreía enseñando una hilera de dientes perfectos.

—Oh perdón ¿me habla a mí?

—A quién si no, no veo a nadie más.

—Disculpe— ¿Lo conozco?

—No, pero ahora me va a conocer— Roberto Villalpando para servir a usted; me dijo extendiendo su mano.

—Mucho gusto, señor Villalpando—, se me hizo una majadería dejarlo con la mano extendida por lo que opte por darle la mano, la cual el estrecho calurosamente.

En eso escuche unos pasos de hombre que se acercaban y antes de que el joven me soltara la mano llego Juan Manuel, quién preguntó con voz alterada—. ¿Interrumpo?

—Lo vi,  un escalofrió recorrió todo mi cuerpo,  me traspaso con esa mirada que tanto temor despertaba en mí.

—No, claro que no, como se te ocurre—le conteste con voz temblorosa al momento se lo presente al joven.

—Le presento a mi marido.

 El joven no pudo ocultar su sorpresa—contesto con voz titubeante.

—Mucho gusto señor. Roberto Villalpando; le extendió la mano a Juan Manuel

Juan Manel solo contestó—mucho gusto y lo dejo con la mano extendida y dirigiéndose a mí me ordeno—!Nos vamos!

—Si, conteste, muerta de miedo. 

En el trayecto no dijo nada, volvimos a la mesa, me excuso con los invitados diciéndoles que me había perdido en el yate y ya no supe volver, Graciela se puso a platicar conmigo, el resto de la tarde fue más llevadera, hasta el incidente con el joven se me olvido.


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora