Parte / 17

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Cuando pasaron seis meses de ser novicia, una mañana desperté, mi camisón, mis calzones y la sábana estaban completamente manchadas de sangre, quede horrorizada, me hice una pregunta.

- ¿Que había pasado ahí?

- Inmediatamente se me vino ala mente la imagen del diablo que vi cuando me castigaron las monjas.

-Creo que el diablo vino y me araño, empecé a buscar en mi cuerpo las heridas, pero no encontraba nada, mi cuerpo estaba intacto, no me dolía nada, pero la sangre ahí estaba,  empecé a quitar la sábana de la cama cuando sentí una cosa caliente que me salía por la vagina, hasta en ese momento me di cuenta de donde procedía la sangre  ¡No lo podía creer¡

Las monjas nunca nos hablaron de ese fenómeno, quedé consternada no sabía cómo iba a decirle a  sor Amelia lo que me pasaba ya que la palabra vagina era una palabra innombrable en el internado, no sabía qué hacer, cómo iba a salir orinando sangre, tan consternada estaba que no sentí que el tiempo pasaba a esa hora ya tenía que estar bañada,  para las primeras oraciones. Escuche unos leves toquidos en mi celda

- ¿Te encuentras bien?

Era la dulce voz de Sor Teresa,  respire hondo y tímidamente abrí la puerta a ella si le podía contar lo que me pasaba.

-No sor Teresa,;  bueno es que

- ¿Qué pasa habla con toda confianza por favor

Es que amanecí llena de sangre, la sangre me sale por donde hago de las aguas, yo creo que me corte, y no me di cuenta.

Sor Teresa me miró con una mirada tan dulce y me dijo

 No niña no te cortaste, eso que te está pasando nos pasa a todas las mujeres cuando llegamos a la adolescencia esto te va a pasar cada 28 días y no tienes porqué asustarte todo es normal.

-Mira ve a bañarte y regresas a la celda

-Pero Sor Amelia me va a regañar por no cantar los laudes

-Tranquila niña yo le voy a explicar, ve a bañarte  anda

- Si sor Teresa

-Cuando regrese ya bañada Sor Teresa ya me estaba esperando, me trajo sábanas limpias, mi camisón y una caja.

- Saco de la caja unas pantaletas y unas tiras de tela de sábana de las que ya no se usaban por gastadas y me dijo.

-Fíjate bien

Tomó las tiras de sábana y la dobló muy bien formando con ella una toalla sanitaria enseguida la acomodo en el calzón y le puso dos alfiles para fijarla bien y no se fuera a caer, me dijo

- Ponte tus calzones y cada que sientas mojada la toalla te la quitas y la te cambias, esto te va a durar tres o cuatro días, inmediatamente que te quites la toalla la lavas, ahora que te vistas vas y lavas la ropa sucia, enseguida te vas a hacer los oficios, y cuando pase eso tu nada más le dices a Sor Amelia, estoy en mis días y ella va a saber y vas a ser dispensada de llegar tarde al oficio,  entendiste bien.

-Si sor Teresa.

-En la caja hay tres calzones más, ten mucho cuidado de que no se te manchen para que tengas repuesto, bueno pues date prisa para que alcances la misa

-Si Sor Teresa Gracias

-Y así fue mi transición de niña a mujer

Algunas veces, serviamos   de maestras, entre las tareas domésticas y las tareas religiosas, el año se pasó volando y por fin el año termino de las veinte novicias que éramos , doce  no quisimos ser religiosas, las otras 8 se quedaron yo no lo podía creer, no sé qué le vieron de atractiva a la vida de una religiosa.

Se celebró una misa de tres padres donde canté por última vez en el coro del internado, a la misa asistieron todos nuestros familiares.

Mi padre lucía muy orgulloso él estaba seguro que yo iba a ser una de las novicias que iba a pasar directamente al convento de las Clarisas.

Pero su sonrisa se le borró cuando se terminó la celebración y la Madre superiora del convento de las clarisas salió con las 8 novicias para llevarlas al convento de las Clarisas y yo me quede junto con las 12 compañeras, que también habían claudicado de ser monjas, entre ellas Micaela

La Madre superiora del internado habló con los padres de las 12 alumnas y les dijo.

-Señores hago entrega de sus hijas lamentablemente ellas no tienen la vocación que se necesita para la vida religiosa.

-Mi padre me miró con los ojos desorbitados, no le pude sostener la mirada, y bajé los ojos mirando al piso.

Salimos del internado en silencio, yo esperaba una recriminación hasta una paliza, pero mi padre no hizo nada de lo que yo creía que iba a hacer, llegamos a la casa, sólo dijo bueno, al menos me quedan dos hijas todavía hay esperanza y no volvió a hablar del asunto.

La madre de Micaela después de una larga agonía por fin murió,  a los pocos días de fallecida, su padre llevó a otra mujer a vivir a su casa, Micaela se enteró por la misma mujer que ellos eran amantes desde mucho antes de que su madre  enfermara y muriera.

- La mujer no quería a Micaela en su casa su padre, la recrimino por no quedarse en el convento,  pero la madre Superiora lo recrimino y le dijo que era su hija y la tenía que proteger La pareja no tuvo más remedio que llevarla con ellos.

Pero Micaela no se quedó con ellos se fue a vivir con su abuela la madre de su mamá, ella la acogió sustituyendo a su hija muerta.

Pasó algún tiempo para adaptarme a la vida cotidiana, ya no estaba presa en el internado ya era libre para vivir una vida normal de una adolescente, pero mi educación en el internado tan estricta me lo impedía.

En mi cerebro quedo muy grabadas la palabra pecado, y todo lo que una adolescente era normal yo lo veía como algo malo, mis tías hicieron todo lo posible porque yo viviera una vida de acuerdo a mi edad trece años casi catorce.

Mi tía Celestina me pregunto


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora