Cada día que pasaba, descubría cosas de Juan Manuel, que no sabía, cómo eso de que habla perfectamente francés, duraron unos minutos hablando, nos despedimos regresamos al Hotel en silencio.
Juan Manuel
—Que mala suerte, como nos fuimos a encontrar con la señora Annet, ella es la administradora del restaurante, ella conoció perfectamente a Judith. Se sorprendió mucho al verme del brazo de Baudelia, ella fue testigo de nuestro inmenso amor, hice una cita con ella para ponerla al corriente quizás, ella me pueda dar un dato de Judith, este encuentro me abrió una herida que no puede cerrar, voy a dejar a Baudelia en la alcoba, voy a ir al bar del hotel necesito un trago fuerte.
—Voy a salir un momento, no tardo mucho te pones cómoda, descansa.
—Esta bien, aquí te espero.
Baudelia
No sé qué habrán platicado Juan Manuel y esa señora, pero a ella no le agrado verme con él, lo vi claramente en la expresión de su cara y vi como que le estaba reclamando algo, cada vez me arrepiento más de haberme casado con este hombre, creo que tiene un secreto, ¿Cuál será ese secreto?— Cuando llegamos al cuarto del hotel Juan Manuel me dijo.
—Voy a salir un momento, no tardo mientras tú te pones cómoda
—Está bien
Cuando Juan Manuel salió del cuarto, no pude evitar hacerme algunas preguntas— ¿A dónde va?— ¿Acaso se va a ver con la mujer del restaurante? bueno, esa señora ya casi es una anciana, pero— ¿Quién será esa Judith? —bueno no quiero preocuparme por eso, mejor me voy a poner la ropa que me regalo Micaela, aunque se me hace muy atrevida, sigo todas las indicaciones de mi amiga, me vuelvo a poner perfume y me recuesto en la cama en espera de mi amor, por fin ahora se va a consumar mi matrimonio, tengo algo de nervios ya que Mica me dijo que duele un poquito.
Juan Manuel
Estoy en el bar, no sé cuántas copas de coñac he tomado, el recuerdo de Judith no me deja descansar, recuerdo nuestra primer encuentro, fue maravilloso como me fue introduciendo en el mundo de la pasión, ahora tengo que consumar mi matrimonio con esta mujer, no soy ciego ella es hermosa veo como los hombres la miran con deseo, pero a mí no me despierta nada ni siquiera siento deseos de besarla, tengo que regresar a la habitación, tengo que cumplir con mis obligaciones de marido.
Baudelia
Paso mucho tiempo y Juan Manuel no llegaba, sentía como se me cerraban los ojos y no lo podía evitar, no se a que hora me quedé profundamente dormida, entre el sueño sentí una gran peso encima de mí y una respiración entrecortada, no podía despertar, sentía que estaba teniendo una pesadilla, de pronto sentí un terrible dolor en medio de las piernas, fue tal, que me despertó, algo me estaba atravesando mi parte intima, por fin desperte abrí los ojos, y no, no era una pesadilla, era Juan Manuel que estaba encima de mi, entraba y salía de mi intimidad, con furia salvaje, con cada entrada y salida me lastimaba más y más, tiene clavada la cabeza entre el hueco del cuello y mi cabeza, oigo que dice unas palabras intangibles que no entiendo, siento algo caliente y viscoso dentro de mí, su cuerpo quedo flácido encima del mío, me daban ganas de retirármelo, pero no podia estaba muy pesado, creo que estaba borracho olía mucho a alcohol, ni siquiera me dio un beso solo se concretaba a entrar y salir dentro de mí.
Por fin se se sentó al borde de la cama, yo respiré hondo para tomar aire, el sin pronunciar ni una palabra se pone de pie y se mete al baño, oigo que se está aseando, él es el rey del aseo, yo me quedé en la cama adolorida del cuerpo y alma, nada de lo que me dijo Micaela que iba a pasar, paso. No hubo palabras bonitas, ni besos, ni delicadeza, simplemente, tomo mi cuerpo. Todo lo que yo soñé para mi primera noche de amor, se esfumó, como se esfuma el humo de un cigarro, poco después volvió a la cama, me levanté y fui a asearme.
Me senté en el bidet y sentí como el agua entraba por mi intimidad, eso mitigó el dolor del cuerpo, pero que medicina hay para calmar el dolor el alma. Cuando regresé a la cama, Juan Manuel estaba completamente dormido, mis pies tropiezan con una prenda de vestir, son mis pantaletas, están completamente rotas, estaba tan dormida que ni sentí cuando me las desgarro igual que a mi cuerpo.
Finalmente, me quedó dormida, unos toques en la puerta me despertaron, me puse la bata, abrí la puerta, me encontré con un camarero, traía un carrito con el desayuno, enseguida llegó Juan Manuel, le dio propina al empleado, este se retiró sonriendo. Nos lavamos las manos y desayunamos en silencio, me hubiera gustado que él, se hubiera disculpado, pero de su boca no salió ni una palabra, en mi cabeza había miles de reclamos, pero al igual que él, las palabras no salieron de mi boca, en ese momento descubrí que siento miedo al estar con él. Cuando terminamos de desayunar, me dijo.
—Arréglate, te pones ropa y zapatos cómodos te voy a llevar a conocer la ciudad.
Esas palabras fueron mágicas para mis oídos, inmediatamente me metí a bañar salí con la elegante bata de baño, mientras yo me vestía, él se bañaba, quedamos listos y nos dirigimos a la salida del hotel , un empleado trajo el coche y subimos, nos internamos por la ciudad, llegamos al centro, en esos años, aún no se descubría el templo mayor, por lo tanto, no aún no recibía el nombre de "Centro Histórico"
El zócalo o plaza de la constitución es grandísima, la catedral metropolitana muy bella, el teatro de la ciudad, el palacio de bellas artes, la iglesia de Santo Domingo, el antiguo colegio de San Idelfonso, la alameda central, y más mucho más, Juan Manuel me daba una breve explicación de cada edificio o plaza que visitábamos, mi admiración crecía cada vez más hacia mi esposo, era tan culto, cuando entrabamos a un edificio, me explicaba el año se había empezado a construir hasta el año en que se termino, el nombre de cada pintor que había pintado cada cuadro que veíamos o los frescos, el nombre del escultor que había construido la fuente de Diana la cazadora, y de los monumentos históricos que íbamos admirando, había tanto que ver y aprender.
Dimos un leve recorrido, pronto se llegó la hora de la comida y nos fuimos a un pequeño restaurante, no muy elegante como al que habíamos ido la noche anterior, pero estaba muy limpio y sobre todo eran platos mexicanos, comimos en silencio, Juan Manuel solo hablaba para describirme los lugares turísticos, pero de nuestra relación nada, más bien parecía un guía de turista que un recién casado, cuando estaba en el restaurante aproveche para entrar al baño, me refresqué mi parte intima sentía tanto dolor cuando caminaba.
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Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018
RomanceNunca me amaste Esta es la historia de Baudelia Paredes Diaz. Narrada por ella misma y un narrador omnisciente, que no forma parte de la historia. Baudelia es la historia de una mujer que sufrió las peores vejaciones, a la edad de siete años empezó...