Cuando pasó un tiempo considerable me sentí más calmado, le hice muchas preguntas a Bertha, pero ella no quiso contestarme aludiendo que esas preguntas le correspondian contestarlas a Judith.
—Ya me siento mejor, gracias Bertha voy a entrevistarme con Judith.
—Si ya te ves mejor conduce con precaución por favor.
—Claro que si, no te preocupes estamos en contacto.
Me dirigí al domicilio de mi amada a una velocidad moderada, no quería sufrir ningún accidente, cuando al fin llegué toqué la puerta no me podía controlar, mi cuerpo temblaba cual si fuera gelatina, por fin se abrió la puerta.
—¿Dígame?— ¡¡Papá!! — ¿Eres tú En realidad eres tú? —¿Estás vivo?
—No me dió tiempo de reaccionar, una mujer me estrechó entre sus brazos llorando, yo correspondí al abrazo, pero como no me dio oportunidad de verla, no sabía de quién se trataba, cuando por fin se retiró y la pude ver, la reconocí, era mi hija Judith, es igualita a su madre, ya es una mujer madura de cuarenta años.
—Ay papá yo siempre supe que no habías muerto, algo muy dentro de mí me decía que estabas vivo y que algún día entrarías por esta puerta, pasa, pasa, por favor.
—¿Y tu mamá?
—Está adentro, pero antes de que la veas tengo que decirte algo.
Al escuchar a mi hija decir estás palabras sentí mucho miedo, temí que me fuera a decir que mi amada Judith vivía con alguién más, pero lo que me respondió fue algo peor.
—¿Qué pasa?—¿Se trata de tu mamá verdad?
—Si papá, ella está enferma tiene una lesión en el corazón, está desahuciada no hay medicina para ese mal
—¿Me estás diciendo que va a morir?
—Desafortunadamente sí, no sabemos cuándo ni dónde, simplemente va a llegar la muerte y se la va a llevar, el doctor me dijo que quizás sobreviva algunos meses.
—¡¡Meses!!— ¿Cuántos?
—Te repito, no se sabe, puede ser desde un mes o doce meses o años no se sabe.
—¿Ella está enterada?
—No lo hemos hablado, pero lo más probable es que si este enterada, recuerda que estudio medicina, y sigue poniéndose al día, aquí lo único que queda es que ella esté tranquila y viva lo más feliz que se pueda, Dios es grande apareciste en el momento que más te necesitamos.
Quedé aturdido con la noticia no podía creer, que cuando por fin la encontraba estaba a punto de perderla, caminamos por el pasillo hasta el jardín, allí estaba mi amada en su pequeño kiosco, una réplica al de María Antonieta que ella mandó construir, siempre me decía que cuando se sentaba a leer, se sentía María Antonieta, oh mi amada estaba igualita, claro, su pelo ya no era totalmente rubio ya se entrelazaban unos hilos plateados, su piel ya estaba un poco marchita por el paso de los años, pero seguía conservando su espléndida figura, su cuerpo seguía igual que cuando la vi por primera vez, ella al oír los pasos levantó la vista del libro que leía y clavó su mirada en mí, con esos ojazos azul intenso, sentí que mis piernas vacilaban había esperado tanto tiempo ese momento y, ese momento por fin había llegado, fui hasta ella y nos fundimos en un abrazo, seguido por un largo beso, solo la falta de aire, nos hizo separar, Judi como le decimos cariñosamente a mi hija, se retiró discretamente dejándonos solos. No, hubo reproches de ninguno de los dos, ella fue la primera que habló.
—Me supongo que Judi ya te puso al tanto de mi estado de salud.
—¿Estás enterada?
—Lo supe desde que empezó, no olvides que mi trabajo es conocer el cuerpo humano.
—Sí, claro, pero te veo muy tranquila
—Estoy tranquila, siempre he convivido con la muerte y sé que todo ser vivo tiene que vivir la experiencia de la muerte yo estoy preparada para dar el siguiente paso.
—Cómo te admiro eres tan ecuánime,
-Por lo tanto quiero vivir lo más tranquila que se pueda ¿A qué volviste?
—Yo nunca me fuí, te busque por muchos años y al fin te encontré, sé que mi madre habló contigo, nada de lo que te dijo era verdad, tu siempre fuiste la mujer de mi vida.
—No fue eso lo que te pregunte, sé que te casaste y tienes dos hijos, inclusive conocí a tu esposa
—Conociste a mi esposa, ¿En dónde?
—Fue cosa del destino o la casualidad, Una religiosa de nombre Carmela, con ayuda de tu esposa y varias damas de la alta sociedad, abrieron una casa para ayudar a mujeres marginadas, pidieron mi ayuda para que las orientara como manejar la casa, el día de la inauguración nos presentaron, al momento, no supe de quién se trataba pero al pasar los días, supe que se trataba de tu esposa, aunque ya no nos volvimos a ver, es por eso que te vuelvo a preguntar—¿A qué has venido?
—Para contestar a tu pregunta necesito empezar desde el principio.
Y ahí sentados en el kiosco del jardín le conté todo el calvario que había vivido desde que ella desapareció, cuando termine le conteste.
—He venido para estar a tu lado, el tiempo que Dios disponga que permanezcas en la tierra, si es que yo no muero antes, en cuanto tú partas yo te seguiré hasta la eternidad.
—¿Estás seguro?
—Muy seguro, mi esposa anda de viaje, no sé cuánto tiempo estará fuera, pero en cuanto regrese la pondré al tanto de la situación, ella y yo tenemos varios años de separación conyugal, mis hijos ya son adultos ya no me necesitan, mi hijo está al frente del despacho, por lo tanto, lo único que quiero es estar a tu lado
Y así lo hice, ya no me moví de su lado, por teléfono le comunique a Octavio que por fin había encontrado a Judith, él se alegró por mí, aunque me hizo prometerle que en cuanto volviera Baudelia volviera a su lado, lo que no le dije es que mi amada estaba condenada a muerte y, quizás muriera antes del regreso de Baudelia.
A mis hijos les hable con la verdad, ellos aceptaron conocer a Judith, ellos creían firmemente que su madre era la villana del cuento y sentían que yo merecía ser feliz con la mujer que siempre había amado. Obviamente omití el hecho de que a su madre sólo la había utilizado de acuerdo a mis intereses, hasta Eva aceptó ser amiga de Judith, cada cierto tiempo venían a visitarnos la ciudad y convivíamos como una familia feliz, Judith nunca aceptó ir conmigo a la ciudad de Guadalajara, por respeto a Baudelia.
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Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018
RomanceNunca me amaste Esta es la historia de Baudelia Paredes Diaz. Narrada por ella misma y un narrador omnisciente, que no forma parte de la historia. Baudelia es la historia de una mujer que sufrió las peores vejaciones, a la edad de siete años empezó...